Historia de Lourdes
Virgen de Lourdes, Francia.
El 16 de abril de 1879, el mismo año en el que se publicaba en Lecce el secreto de Melania, en el convento de las Hermanas de la Caridad de Nevers, a la edad de 35 años, moría Bernardette Soubirous: la vidente de las apariciones de Lourdes de 1858. Bernardette no dejaba ningún secreto, ningún mensaje público, pero el mensaje estaba: era el de Melania, que debía ser publicado precisamente en 1858. Pero la “casualidad” ha querido que fuese divulgado precisamente cuando Bernardette cerraba sus ojos mortales.
Si bien no hubiese secretos que anunciar, también en las apariciones de Lourdes hubo mensajes claros...
Bernardette Soubirous, jovencita de catorce años, pertenecía a una familia extremadamente pobre y numerosa, era la primera de 6 hijos: a veces saltaba alguna comida porque no siempre había para comer. Sufría de ataques de asma, pero nunca se olvidaba de llevar consigo la corona del rosario.
El 11 de febrero de 1858 había ido con su hermana María y con su amiga Jeanne Abadie a recoger leña a lo largo de las orillas del río Gave, cuyas aguas en esa estación estaban heladas. Por este motivo, por miedo a que le diera un ataque de asma, Bernardette no siguió enseguida a las dos chicas que atravesaban el río. Quedándose sola oyó un ruido, como una ráfaga de viento pero las hojas de los árboles permanecían inmóviles. De improviso vio un globo de luz en el que apareció una figura femenina que le sonreía. Ella contó después: “Entreví a una señora vestida de blanco: llevaba un vestido blanco, un velo también blanco, un cinto azul y una rosa amarilla en cada pie”.
Ninguna palabra, ningún mensaje hasta la tercera aparición que ocurrió el 18 de febrero cuando la resplandeciente Señora le dijo: “No te prometo que haré que seas feliz en este mundo, sino en el otro. ¿Quieres tener la gracia de venir aquí durante quince días?”
El martes 23 de febrero la aparición habló, pero era algo que se refería personalmente a Bernardette; nunca se supo lo que le fue dicho.
Al día siguiente la señora le transmitió un mensaje: “¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Orad a Dios por los pecadores! ¡Id a besar la tierra en penitencia por los pecadores!”.
El jueves 25 de febrero, en presencia de unas trescientas personas, Bernardette obedeció a la Virgen que le dijo: “Vete a beber a la fuente y a lavarte. Y comerás esa hierba que está allí”. La joven primero se dirigió hacia el Gave, pero la Señora le dijo que no era ahí y le indicó un punto. Bernardette vio un charco de agua con barro pero demasiado poca para poder recogerla. Comenzó a excavar con las manos y lo logró: tomó el fango, lo bebió y se lo pasó después por la cara ensuciándose, luego comió también hierba, una penitencia para la redención de los pecadores. Al día siguiente ese charco se convirtió en un torrente y después, poco a poco, en un verdadero riachuelo. Una fuente que provocó desde el primer período curaciones milagrosas que convirtieron a Lourdes en una de las localidades de peregrinaje más importantes del mundo. Mientras tanto la multitud aumentaba día a día, hasta llegar a algunos miles de personas. En la aparición del 4 de marzo, la Virgen pidió que fuese construido un templo en ese lugar. Finalmente el jueves 25 de marzo de 1858, después de las insistencias de Bernardette, detrás del requerimiento del párroco, la Señora reveló quien era. La aparición extendió los brazos y las manos hacia el suelo y entonces, alzándolos lentamente, los llevó hacia su pecho con las manos juntas y dijo, en el dialecto que hablaba la vidente: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.
A continuación las palabras que dijo Bernardette para describir la aparición del 25 de marzo: “Ella me repitió varias veces qué debía decir a los curas que allí se debía construir una capilla e ir a la fuente para lavarme y que debía rezar por la conversión de los pecadores. Durante estos quince días me ha dado tres secretos que me ha prohibido que diga. He sido fiel hasta ahora. Después de quince días le he preguntado de nuevo quien era. Sonreía siempre. En fin osé una cuarta vez. Entonces, con los brazos abiertos, alzó la mirada hacia el cielo, después me dijo, juntando las manos a la altura del pecho, que era la Inmaculada Concepción. Son las últimas palabras que me ha dirigido. Tenía los ojos azules...”
La Inmaculada Concepción: un dogma de la iglesia proclamado por la autoridad del Papa Pio IX casi cuatro años antes, el 8 de diciembre de 1854. Un hecho que la pequeña Bernadette ignoraba completamente, un concepto que para ella, sin ninguna cultura, resultaba totalmente incomprensible. La prueba de que la brillante Señora era realmente la Santísima Virgen.
Bernardette volvió otras dos veces delante de la gruta y en la última, el 16 de julio, las autoridades habían cerrado el acceso a la gruta con una valla. A pesar de ello, ella vio a la Virgen María como si estuviese delante de la gruta.
Sucesivamente, Bernardette desapareció lentamente del clamor de las multitudes que acudían a Lourdes, retirándose a la vida humilde y silenciosa del convento.
La primera señal evidente de esta aparición es que una vez más el Cielo elige estar con los pobres porque ha visto la humildad de su sierva... ha elevado a los humildes: Bernardette ha sido elegida por su pobreza y humildad. Además el contacto ocurre en la oración, porque había sido educada por la familia en los valores que elevan al ser humano por encima de las necesidades materiales.
La Virgen María exhorta a la austeridad, a la vigilancia, a la penitencia.
Parece extraordinariamente actual el mensaje que relaciona María con la Tierra. “Yo soy la Inmaculada Concepción” afirma la Aparición, señalando la tierra y después a si misma en actitud de oración, como si salvaguardar la humanidad, rezar por los pecadores, hacer penitencia y sacrificarse signifique también salvar el habitáculo cósmico común en el que vivimos.
En Guadalupe la Virgen había afirmado “Yo soy la Madre de todos los seres que conjuntamente viven en la Tierra”: en la Tierra, como si fuese una casa, un enorme apartamento común. Además, todos los elementos de la naturaleza concurren al fenómeno de la aparición de Lourdes: el aire (ráfaga de viento), el agua (el río y el manantial donde beber y lavarse), el fuego (el globo luminoso en el que aparece la Virgen), la tierra (la gruta y la hierba que se transforma en alimento).
Pobreza, oración, penitencia y compromiso social son la base del mensaje de “conversión” completa anunciado en Lourdes. Estamos a principios del siglo XX, en el amanecer de una nueva era tecnológica e industrial en la que los valores del progreso material ofuscan la necesidad de reforzar los valores espirituales; donde la ganancia de bienes terrenos adormece la necesidad de tesoros incorruptibles; donde los egoísmos crean desigualdades e injusticias entre los hombres que han nacido hermanos y libres; donde la Madre de todos propone una radical conversión para un verdadero progreso civil, material y espiritual.
Aparentemente la Virgen no dio otros mensajes en Lourdes, sobre la precaria situación de la humanidad, o del clero, o de los gobernantes, ya lo había divulgado a través de Melania en La Salette, pero quedan suspendidas las palabras de Bernadette con respecto a los mensajes secretos recibidos:
Si bien no hubiese secretos que anunciar, también en las apariciones de Lourdes hubo mensajes claros...
Bernardette Soubirous, jovencita de catorce años, pertenecía a una familia extremadamente pobre y numerosa, era la primera de 6 hijos: a veces saltaba alguna comida porque no siempre había para comer. Sufría de ataques de asma, pero nunca se olvidaba de llevar consigo la corona del rosario.
El 11 de febrero de 1858 había ido con su hermana María y con su amiga Jeanne Abadie a recoger leña a lo largo de las orillas del río Gave, cuyas aguas en esa estación estaban heladas. Por este motivo, por miedo a que le diera un ataque de asma, Bernardette no siguió enseguida a las dos chicas que atravesaban el río. Quedándose sola oyó un ruido, como una ráfaga de viento pero las hojas de los árboles permanecían inmóviles. De improviso vio un globo de luz en el que apareció una figura femenina que le sonreía. Ella contó después: “Entreví a una señora vestida de blanco: llevaba un vestido blanco, un velo también blanco, un cinto azul y una rosa amarilla en cada pie”.
Ninguna palabra, ningún mensaje hasta la tercera aparición que ocurrió el 18 de febrero cuando la resplandeciente Señora le dijo: “No te prometo que haré que seas feliz en este mundo, sino en el otro. ¿Quieres tener la gracia de venir aquí durante quince días?”
El martes 23 de febrero la aparición habló, pero era algo que se refería personalmente a Bernardette; nunca se supo lo que le fue dicho.
Al día siguiente la señora le transmitió un mensaje: “¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Orad a Dios por los pecadores! ¡Id a besar la tierra en penitencia por los pecadores!”.
El jueves 25 de febrero, en presencia de unas trescientas personas, Bernardette obedeció a la Virgen que le dijo: “Vete a beber a la fuente y a lavarte. Y comerás esa hierba que está allí”. La joven primero se dirigió hacia el Gave, pero la Señora le dijo que no era ahí y le indicó un punto. Bernardette vio un charco de agua con barro pero demasiado poca para poder recogerla. Comenzó a excavar con las manos y lo logró: tomó el fango, lo bebió y se lo pasó después por la cara ensuciándose, luego comió también hierba, una penitencia para la redención de los pecadores. Al día siguiente ese charco se convirtió en un torrente y después, poco a poco, en un verdadero riachuelo. Una fuente que provocó desde el primer período curaciones milagrosas que convirtieron a Lourdes en una de las localidades de peregrinaje más importantes del mundo. Mientras tanto la multitud aumentaba día a día, hasta llegar a algunos miles de personas. En la aparición del 4 de marzo, la Virgen pidió que fuese construido un templo en ese lugar. Finalmente el jueves 25 de marzo de 1858, después de las insistencias de Bernardette, detrás del requerimiento del párroco, la Señora reveló quien era. La aparición extendió los brazos y las manos hacia el suelo y entonces, alzándolos lentamente, los llevó hacia su pecho con las manos juntas y dijo, en el dialecto que hablaba la vidente: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.
A continuación las palabras que dijo Bernardette para describir la aparición del 25 de marzo: “Ella me repitió varias veces qué debía decir a los curas que allí se debía construir una capilla e ir a la fuente para lavarme y que debía rezar por la conversión de los pecadores. Durante estos quince días me ha dado tres secretos que me ha prohibido que diga. He sido fiel hasta ahora. Después de quince días le he preguntado de nuevo quien era. Sonreía siempre. En fin osé una cuarta vez. Entonces, con los brazos abiertos, alzó la mirada hacia el cielo, después me dijo, juntando las manos a la altura del pecho, que era la Inmaculada Concepción. Son las últimas palabras que me ha dirigido. Tenía los ojos azules...”
La Inmaculada Concepción: un dogma de la iglesia proclamado por la autoridad del Papa Pio IX casi cuatro años antes, el 8 de diciembre de 1854. Un hecho que la pequeña Bernadette ignoraba completamente, un concepto que para ella, sin ninguna cultura, resultaba totalmente incomprensible. La prueba de que la brillante Señora era realmente la Santísima Virgen.
Bernardette volvió otras dos veces delante de la gruta y en la última, el 16 de julio, las autoridades habían cerrado el acceso a la gruta con una valla. A pesar de ello, ella vio a la Virgen María como si estuviese delante de la gruta.
Sucesivamente, Bernardette desapareció lentamente del clamor de las multitudes que acudían a Lourdes, retirándose a la vida humilde y silenciosa del convento.
La primera señal evidente de esta aparición es que una vez más el Cielo elige estar con los pobres porque ha visto la humildad de su sierva... ha elevado a los humildes: Bernardette ha sido elegida por su pobreza y humildad. Además el contacto ocurre en la oración, porque había sido educada por la familia en los valores que elevan al ser humano por encima de las necesidades materiales.
La Virgen María exhorta a la austeridad, a la vigilancia, a la penitencia.
Parece extraordinariamente actual el mensaje que relaciona María con la Tierra. “Yo soy la Inmaculada Concepción” afirma la Aparición, señalando la tierra y después a si misma en actitud de oración, como si salvaguardar la humanidad, rezar por los pecadores, hacer penitencia y sacrificarse signifique también salvar el habitáculo cósmico común en el que vivimos.
En Guadalupe la Virgen había afirmado “Yo soy la Madre de todos los seres que conjuntamente viven en la Tierra”: en la Tierra, como si fuese una casa, un enorme apartamento común. Además, todos los elementos de la naturaleza concurren al fenómeno de la aparición de Lourdes: el aire (ráfaga de viento), el agua (el río y el manantial donde beber y lavarse), el fuego (el globo luminoso en el que aparece la Virgen), la tierra (la gruta y la hierba que se transforma en alimento).
Pobreza, oración, penitencia y compromiso social son la base del mensaje de “conversión” completa anunciado en Lourdes. Estamos a principios del siglo XX, en el amanecer de una nueva era tecnológica e industrial en la que los valores del progreso material ofuscan la necesidad de reforzar los valores espirituales; donde la ganancia de bienes terrenos adormece la necesidad de tesoros incorruptibles; donde los egoísmos crean desigualdades e injusticias entre los hombres que han nacido hermanos y libres; donde la Madre de todos propone una radical conversión para un verdadero progreso civil, material y espiritual.
Aparentemente la Virgen no dio otros mensajes en Lourdes, sobre la precaria situación de la humanidad, o del clero, o de los gobernantes, ya lo había divulgado a través de Melania en La Salette, pero quedan suspendidas las palabras de Bernadette con respecto a los mensajes secretos recibidos:
“Durante estos quince días me ha dado tres secretos que me ha prohibido que diga. He sido fiel hasta ahora...”
¿Porqué dice “...He sido fiel hasta ahora?” ¿Quizás el pedido de la Virgen de mantener en secreto los mensajes era hasta un tiempo establecido, así como hizo en La Salette? ¿También los mensajes de Lourdes podrían haber sufrido el mismo destino que los otros mensajes obstaculizados y ocultados?
Según el estigmatizado Giorgio Bongiovanni en realidad este secreto tiene un motivo bien preciso:
Entrevista a Giorgio Bongiovanni:
El Secreto de Lourdes.
“El Mensaje de la Virgen de Lourdes ... es un mensaje de... no solo de gran esperanza, porque le hace encontrar el agua bendita que cura a miles de personas... es un mensaje de amonestación, porque la Virgen anuncia el fin de la Iglesia, es por ésto que no lo han divulgado, para ser exactos el fin del Vaticano... Ella le dice a la vidente que el Vaticano, el lugar donde en este momento está la Sede de San Pedro, será reemplazado, será destruido y se erigirá otro santuario en honor a la Iglesia de Cristo en otro lugar fuera de Roma. Por ese motivo lo han ocultado y jamás se ha filtrado el Secreto de Lourdes... Y es eso lo que sucederá porque el Vaticano será destruido políticamente, físicamente, por eventos sobrenaturales y naturales e incluso por acontecimientos políticos... De hecho el Papa tendrá que escapar e irse a otro lugar mucho más humilde, será una casa muy humilde y será la Sede de la Iglesia de Pedro y no será en Italia. - El Secreto de la Virgen de Lourdes está en el archivo secreto del Vaticano y yo lo he sabido, no sólo por las apariciones que he tenido, sino de fuentes directas que están en el Vaticano, de las cuales no puedo develar los nombres; pero seré desmentido y podréis decir tranquilamente que he sido un mentiroso si ésto no ocurrirá, pero como si ocurrirá, y no dentro de mucho tiempo...también sobre este mensaje...la Virgen me ha dicho la verdad.”