Salmos

La Santa BibliaVengan, hijos, escuchen:
voy a enseñarles el temor del Señor.
¿Quién es el hombre que ama la vida
y desea gozar de días felices?
Guarda tu lengua del mal,
y tus labios de palabras mentirosas.
Apártate del mal y practica el bien,
busca la paz y sigue tras ella.
Sal. 34. 12-15

Nosotros encontramos el consuelo
en los Libros santos
que están en nuestras manos.
1 Mac. 12. 9

Todo escriba convertido en discípulo
del Reino de los Cielos
se parece a un dueño de casa
que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo.
Mt. 13. 52

LOS DEMÁS ESCRITOS

Después de la LEY y los PROFETAS, la Biblia hebrea presenta una tercera colección de Libros, que no forman un conjunto homogéneo. Por eso no han recibido un título característico, sino que se los llamó simplemente LOS DEMÁS ESCRITOS. Entre ellos ocupa un lugar de preeminencia el libro de los Salmos. De allí que el Nuevo Testamento, siguiendo una costumbre judía, designe a estas tres partes de la Biblia como "la Ley de Moisés, los Profetas y los Salmos" (Lc. 24. 44).

Además de estos "Escritos", hay otros Libros que los judíos de Palestina no incluyeron en el canon de las Escrituras, pero que fueron admitidos por los judíos residentes en Alejandría de Egipto. Estos Libros, redactados originariamente en griego o traducidos a esa lengua, fueron incorporados a la versión llamada de los "Setenta", que era la Biblia usada por las comunidades judías dispersas en el mundo grecorromano y por los cristianos de habla griega. Como en los primeros siglos del Cristianismo se suscitaron ciertas dudas sobre el carácter inspirado de estos Libros, se los llamó "deuterocanónicos", es decir, incluidos en el canon de los Libros Sagrados en un "segundo" momento. Actualmente, los cristianos que siguen la reforma protestante, lo mismo que el Judaísmo, sólo admiten el canon fijado por los rabinos de Palestina hacia el año 90 d. C. La Iglesia Católica, en cambio, también reconoce como inspirados los Libros "deuterocanónicos".

El grupo más representativo de estos Escritos es el de los Libros llamados "sapienciales", a saber, Job, Proverbios, Eclesiastés, Eclesiástico y Sabiduría, aunque el género sapiencial también se encuentra en varios Salmos y en otros Libros de carácter didáctico, como los de Tobías y Baruc. Este género se remonta a los orígenes de Israel, pero se desarrolló especialmente después del exilio, cuando se extinguió el profetismo y los "maestros de sabiduría" se convirtieron en los guías espirituales del Pueblo judío.

Los escritos sapienciales

La literatura sapiencial no es exclusiva de Israel, sino que constituye un fenómeno ampliamente difundido en todo el Antiguo Oriente. La misma Biblia menciona a "los sabios de las naciones" (Jer. 10. 7) y alude en particular a la sabiduría de Asiria (Is. 10. 13), de Babilonia (Is. 47. 10; Jer. 50. 35) y de Fenicia (Ez. 28. 3-5). Especialmente célebres eran los sabios de Arabia y de Edóm, y Job lo mismo que sus tres amigos son presentados como habitantes de aquellas regiones (Jb. 1. 1; 2. 11). No menos renombrada era la sabiduría de Egipto, de donde procede un conjunto notable de escritos sapienciales, cuyos orígenes se remontan al 2800 a. C.

El rasgo más característico de la "sabiduría" oriental es su carácter eminentemente práctico. El sabio observa y escucha, está atento a la compleja trama de la vida y a las reacciones de los hombres. Él sabe que en la infinita variedad de los acontecimientos es posible descubrir un "orden" que es preciso conocer para actuar con éxito en la vida. La sabiduría es el arte de gobernarse a sí mismo, la capacidad de distinguir lo útil y ventajoso de lo nocivo y perjudicial. Las fuentes de ese conocimiento práctico son la inteligencia, la experiencia y la reflexión.

De este fondo cultural común a muchos pueblos del Antiguo Oriente se benefició también Israel. El movimiento sapiencial tomó un gran impulso en tiempos de Salomón, cuando el afianzamiento de la institución monárquica exigía la adecuada formación de las clases dirigentes del reino y la organización del personal administrativo. De allí que la tradición bíblica considere a aquel célebre rey como el prototipo del "sabio" (1 Rey. 5. 10) y le atribuya prácticamente todos los escritos sapienciales del Antiguo Testamento.

Pero Israel no recibió pasivamente aquella herencia cultural, sino que le imprimió su sello propio. La sabiduría que brota de la experiencia se convirtió gradualmente en una sabiduría religiosa, fundada en el "temor del Señor" y orientada hacia él. Así, el "humanismo" de la sabiduría oriental adquirió un contenido nuevo, que se acentúa sobre todo en los escritos más recientes, como son el prólogo al libro de los Proverbios, el Eclesiástico y la Sabiduría. Al destacar el origen divino de la Sabiduría, los "sabios" de Israel descubrieron nuevos horizontes, que los llevaron a poner de relieve la misteriosa trascendencia de esa Sabiduría y la incapacidad del hombre para penetrar en ella (Jb. 28).

Más aún, varios poemas contenidos en estos Libros "personifican" a la Sabiduría divina, presentándola como alguien que toma la palabra para exponer sus prerrogativas y su inagotable riqueza (Prov. 8. 22-31). Ella se identifica a sí misma con la Palabra creadora de Dios (Ecli. 24. 3) y con la Ley revelada a Israel (Ecli. 24. 23; Bar. 3. 9 – 4. 4). Esta personificación poética de la Sabiduría preparaba la revelación del misterio de Cristo, Palabra de Dios hecha carne (Jn. 1. 14) y Sabiduría de Dios manifestada plenamente a los hombres (1 Cor. 1. 24).

SALMOS
La formación del Salterio


La palabra "Salmo" proviene de un verbo griego que significa "tocar un instrumento de cuerdas", y se utilizó originariamente para designar los cantos acompañados por ese instrumento. Este último se llamaba "Salterio", pero más tarde el nombre perdió su significación original y comenzó a ser empleado como sinónimo de LIBRO DE LOS SALMOS.

El Antiguo Testamento contiene numerosos textos poéticos con características similares a las de los Salmos. El célebre Canto de Moisés (Ex. 15. 1-18), el himno de victoria entonado por Débora y Barac (Jc. 5), la elegía de David por la muerte de Saúl y Jonatán (2 Sam. 1. 17-27) y la lamentación de Jonás (Jon. 2. 3-10), son algunos de los muchos ejemplos que se podrían citar. Pero el tesoro de la lírica cultual y religiosa de Israel se encuentra fundamentalmente en el Salterio.

Una tradición judía –que luego tuvo amplia difusión en la Iglesia– atribuye a David la mayor parte de los Salmos. Esta atribución se funda en el testimonio de los Libros históricos del Antiguo Testamento, que aluden repetidamente al genio musical y poético de David (1 Sam. 16. 16-19, 23; 2 Sam. 1. 17-27; 23. 1). Sin embargo, las múltiples situaciones individuales y nacionales reflejadas en los Salmos, su variedad de estilos y géneros literarios, como asimismo su íntima vinculación con la vida litúrgica de Israel, impiden afirmar que el Salterio sea la obra de un solo autor o el producto de una sola época. Por otra parte, dicha tradición comenzó a formarse mucho después del exilio babilónico, es decir, en un momento en que era frecuente entre los judíos poner bajo el nombre de una gran personalidad todos los escritos pertenecientes a un mismo género. Así, por ejemplo, toda la legislación contenida en el Pentateuco se atribuyó a Moisés, mientras que Salomón fue considerado el autor de toda la literatura sapiencial.

En realidad, el Salterio es el Libro de oración que los israelitas fueron componiendo a lo largo de varios siglos para dialogar con su Dios. A través de ciento cincuenta poemas religiosos, ese Pueblo fue expresando sus experiencias y las aspiraciones más profundas de su alma: sus luchas y sus esperanzas, sus triunfos y sus fracasos, su adoración y su acción de gracias, sus rebeldías y sus arrepentimientos y, sobre todo, la súplica ardiente que brota de la enfermedad, la pobreza, el destierro, la injusticia y de todas las demás miserias del hombre.

Al comienzo de la mayoría de los Salmos se encuentran inscripciones o "títulos", con indicaciones de carácter musical, poético, litúrgico o histórico, cuyo significado es muchas veces oscuro. Estos títulos no provienen de los autores de cada Salmo, sino que fueron agregados por los cantores del Templo de Jerusalén, a medida que los diversos poemas eran agrupados en colecciones.

Los géneros literarios de los Salmos

En el texto hebreo del Antiguo Testamento, los Salmos son designados con una expresión que significa "Cantos de Alabanza". Esta designación se adapta muy bien a un grupo de Salmos, pero resulta menos adecuada cuando se la aplica a todo el conjunto, ya que el Salterio incluye –además de los "Himnos" o "Cantos de Alabanza"– otros tipos de oración, en especial, las "Súplicas" y los "Cantos de Acción de gracias".

Los "Himnos" expresan la actitud de adoración del creyente frente a la grandeza y la bondad de Dios. En este grupo se distinguen, por su tema especial, los "Cantos de Sión" y los "Himnos a la realeza del Señor". Las "Súplicas" responden a la necesidad de apelar confiadamente a la misericordia divina en los momentos de necesidad, y se pueden distinguir dos tipos diversos: las súplicas "colectivas" y las "individuales". Los "Cantos de Acción de gracias" son una expresión de reconocimiento por la ayuda recibida del Señor, y también ellos se dividen en "colectivos" e "individuales". La característica distintiva de estos Salmos es el relato de los sufrimientos padecidos por el salmista y la solemne proclamación de los beneficios alcanzados.

A estos tres géneros se añaden otros grupos de salmos que presentan características especiales, sea de forma o de contenido. A ellos pertenecen, por ejemplo, los Salmos "sapienciales" y los "reales". Estos últimos cobraron una especial importancia cuando fue depuesto el último de los reyes davídicos. "Releídos" en sentido mesiánico, se descubrió en ellos un anuncio profético del día en que el Señor devolvería su antiguo esplendor a la dinastía davídica y establecería un Reino más perfecto aún que el de David. Dentro de dicha perspectiva mesiánica, el Nuevo Testamento aplicó esto Salmos a Jesucristo, el Mesías, "nacido de la estirpe de David según la carne" (Rom. 1. 3). Además, existen otras formas de Salmos, llamadas "mixtas" o "irregulares" porque en ellas se mezclan diversos géneros.

Los Salmos imprecatorios

Una dificultad particular es la que presentan las "imprecaciones" del Salterio, con sus violentos deseos de venganza y sus expresiones de odio contra los "enemigos". Para situar esas imprecaciones en su contexto adecuado, conviene tener en cuenta, aunque sea muy someramente, quiénes son los "enemigos" a los que se alude en los Salmos.

Unas veces, las imprecaciones están dirigidas contra los "enemigos" de Israel, es decir, contra los responsables de graves desgracias nacionales, incluso –como en los casos de Asiria y de Babilonia– de la destrucción de los Reinos de Israel y de Judá (2 Rey. 17. 5-6; 25. 8-21). El orgullo nacional y la convicción de que los enemigos de Israel eran los enemigos de Dios, hacen más explicables algunas expresiones, como las de los salmos 79. 12; 137. 7-9. Por otra parte, estas imprecaciones reproducen fórmulas más o menos estereotipadas, propias del lenguaje guerrero de la época.

Otras veces, los "enemigos" son todos aquellos que tenían al salmista por un pecador y veían en sus sufrimientos un castigo de Dios, debido a la perspectiva de retribución puramente terrena propia del Antiguo Testamento. Para esa mentalidad, todo sufrimiento era una consecuencia del pecado, y los que lo padecían estaban "abandonados de Dios". Consciente de su inocencia, el salmista apela al Señor para que "confunda" a sus enemigos. Sólo así se manifestaría la justicia de Dios y la inocencia de los justos, y no se podría dudar de la protección que el Señor concede a sus amigos. Finalmente, en otras ocasiones, los "enemigos" son los que persiguen y oprimen a los pobres y a los débiles. En esos casos, las imprecaciones –incluso las más violentas– revelan un ansia incontenible de justicia y un legítimo anhelo de liberación que nunca pierden actualidad.

El uso cristiano del Salterio

Los primeros cristianos hicieron del Salterio su "Libro de oración" por excelencia, si bien lo "releyeron" con un nuevo espíritu, a la luz del Misterio Pascual. Este hecho resulta particularmente significativo, si se tiene en cuenta que todos los otros elementos cultuales de la ANTIGUA ALIANZA –el Templo, el sacerdocio y los sacrificios– quedaron abolidos por Cristo, el verdadero Templo, el Sumo Sacerdote y la única Víctima agradable a Dios.

Al conservar el uso de los Salmos, los primeros cristianos no hicieron más que seguir el ejemplo de Cristo. Los Salmos, en efecto, animaron su constante diálogo con el Padre. Un salmo expresa el sentido de su misión, en el momento de venir a este mundo (Sal. 40. 8-9, citado en Heb. 10. 9). En sus peregrinaciones a Jerusalén, antes de iniciar su ministerio público, Jesús cantó los Salmos graduales (Lc. 2. 41-42). En la última Cena, entonó los Salmos que recitaban los judíos al celebrar la Cena pascual (Mt. 26. 30). Y en la Cruz, él recurrió una vez más al Salterio para expresar su dolor y su abandono confiado en las manos del Padre (Mt. 27. 46; Lc. 23. 46; Jn. 19. 28).

Salmo 1

El Salterio comienza con esta "Bienaventuranza", que es como el prólogo de todo el Libro. La exclamación inicial –"¡Feliz el hombre...!"–; se explicita a lo largo del Salmo mediante la contraposición de dos imágenes poéticas: el árbol desbordante de vitalidad simboliza la felicidad de los justos; la paja arrastrada por el viento representa la ruina final de los impíos. Así se expresa uno de los temas centrales del Salterio y de toda la Biblia: la conducta de cada hombre está sometida al Juicio de Dios, y el mundo está gobernado por la justicia divina.

Salmo 2

Este Salmo "real" perteneció originariamente al ritual de la entronización de los reyes davídicos. Con gran fuerza poética y en progresión dramática, el salmista presenta cuatro escenas sucesivas: a) la inútil rebelión de los reyes vasallos (vs. 1-3); b) la reacción del Señor frente a los rebeldes (vs. 4-6); c) la declaración del nuevo rey, el "Ungido" del Señor (vs. 7-9); d) el llamado a la reconciliación, con una amenaza a los rebeldes (vs. 10-12).

En el transcurso del tiempo, este Salmo se fue enriqueciendo con motivos mesiánicos, y los primeros cristianos lo "releyeron" como un anuncio de la entronización celestial de Cristo en el momento de su Resurrección y como una proclamación profética de su filiación divina (v. 7).

Salmo 3

Rodeado de enemigos que tratan de quitarle la confianza en Dios (v. 3), el salmista se pone totalmente bajo la protección divina. Su confianza se funda en el recuerdo de la ayuda que recibió del Señor en circunstancias similares (vs. 4-5, 8). La "multitud innumerable" mencionada en el v. 7 (literalmente, "un ejército de diez mil"), podría indicar que este Salmo fue inicialmente la súplica de un rey o de un jefe militar, y que sólo más tarde comenzó a ser recitado por el común de los fieles.

La tradición cristiana, apoyándose en el v. 6, ha utilizado este Salmo como oración de la mañana.

Salmo 4

La experiencia personal de los favores recibidos (v. 2b) ha suscitado en el salmista una inalterable confianza en Dios, que hace "maravillas" por sus amigos (v. 4). Esta actitud confiada -única fuente de paz y alegría verdaderas (vs. 8-9)- le permite apelar a la ayuda divina en la dificultad presente, y dirigir una severa exhortación a los que dudan de Dios y se apartan de él en el momento de la adversidad (vs. 3-7).

La Iglesia, fundándose en el v. 9, utiliza este Salmo como oración de la noche.

Salmo 5

A la hora en que se ofrece el sacrificio matutino (Éx. 29. 38-40), un fiel israelita expone su caso al Señor (v. 4), apelando a la justicia de Dios (v. 9). El hecho de encontrarse en el Santuario (v. 8) es para él una prueba de su inocencia, porque ningún impío podría gozar de ese privilegio (vs. 5-6). Para hacer más apremiante su oración, el salmista menciona a sus enemigos, que lo acusan calumniosamente (vs. 9-11). El Salmo concluye con una expresión de confianza en el Señor, que bendice a los justos y los protege como un escudo (vs. 12-13).

El v. 4 ha dado pie a que se usara este Salmo como oración de la mañana.

Salmo 6

Agobiado por sus sufrimientos, un enfermo pide al Señor que lo perdone y le devuelva la salud (vs. 2-3), exponiendo los males que lo afligen (vs 4, 7-8) y los motivos que tiene para implorar la ayuda divina (vs. 5-6).

Las expresiones e imágenes empleadas en este Salmo se vuelven a encontrar en un grupo de Salmos denominados "Oraciones de los enfermos", (Sal. 38; 41; 88; 102. 2-12). Estas oraciones podían ser utilizadas en cualquier caso de enfermedad. Los enfermos las recitaban personalmente en el Templo, y si estaban impedidos, lo hacían por medio de un representante. A cada uno le correspondía poner su acento particular en la recitación de la súplica.

La tradición cristiana ha hecho de este Salmo uno de los siete llamados "penitenciales" (Sal. 32; 38; 51; 102; 130; 143).

Salmo 7

Mediante una declaración que equivale a un juramento (vs. 4-6), una persona acusada y perseguida se confiesa inocente delante del Señor y le ruega que lo libre de sus perseguidores (vs. 9-10).

El motivo de la acusación está descrito con bastante vaguedad, y ningún detalle permite identificar con exactitud a los perseguidores. Estos hechos parecen indicar que el Salmo fue compuesto originariamente para el rito a que se hace alusión en 1 Rey. 8. 31-32: cuando un inocente era amenazado de muerte y perseguido, podía refugiarse en el Templo y someter su caso a la justicia de Dios. Con este fin, recitaba la fórmula contenida en este Salmo o alguna otra similar (Sal. 17; 26). Al declarar su inocencia, no afirmaba estar libre de todo pecado, sino solamente del crimen que se le imputaba.

Salmo 8

La alabanza contenida en este célebre himno expresa la intuición poético-religiosa del salmista, que contempla con ojos asombrados la obra de Dios en la creación. Su pensamiento se concentra en el hombre, realidad casi insignificante en comparación con la majestad del cielo, y objeto, al mismo tiempo, de una inexplicable solicitud por parte del Creador (v. 5). Ningún otro de los seres creados recibió una dignidad semejante a la de él (v. 6), y todas las cosas están sometidas a su dominio (vs. 7-9). Estas mismas ideas se vuelven a encontrar en el relato "sacerdotal" de la creación (Gn. 1. 26-28), que es, sin duda, posterior a este Salmo.

Salmo 11 (10)

Ante una grave amenaza de muerte, cuando la prudencia humana haría razonable la huida, el salmista responde a sus amigos con una expresión de absoluta confianza en Dios. Al lirismo de los versos iniciales (vs. 1-3) se añade una reflexión de tono sapiencial (vs. 4-7). En ella se afirma que los acontecimientos humanos están regidos por la Providencia de Dios, y que a pesar del momentáneo triunfo de los malvados, al final, triunfará la justicia.

Salmo 12 (11)

Este Salmo es una súplica, en la que el autor, con una visión pesimista del mundo, pide al Señor que intervenga para poner fin a los males que lo afligen. El Señor responde a esta petición con un oráculo, que contiene una promesa de salvación para los oprimidos (v. 6). Como es habitual en los Salmos de súplica, los versículos finales (8-9) son una expresión de confianza en el Señor.

Salmo 13 (12)

Los dramáticos "¿hasta cuándo?" de los versículos iniciales (2-3) confieren a esta súplica una intensidad particular. La reiteración de la pregunta expresa elocuentemente la impaciencia del salmista, al sentirse abandonado de Dios; pero, al mismo tiempo, es un signo de la íntima familiaridad con que implora la protección divina.

El Salmo no es muy explícito en describir la aflicción que da motivo a la súplica. Sin embargo, el v. 4 parece indicar que se trata de una enfermedad grave, que pone al paciente en peligro de muerte. Como en el Salmo anterior, la súplica concluye con una expresión de confianza, que dará lugar a la alegría y a la acción de gracias, cuando el Señor responda favorablemente (v. 6).

Salmo 14 (13)

La primera parte de este Salmo describe con un tono marcadamente pesimista, semejante al del Salmo 12, los pecados que corrompen a la sociedad. El principal de todos esos pecados es la negación de Dios, que el salmista condena como la mayor insensatez (vs. 1-3). La segunda parte contiene una invectiva contra los opresores de los pobres, porque no quieren caer en la cuenta del castigo que el Señor les tiene reservado (vs. 4-6). El versículo final fue añadido para el uso litúrgico del Salmo, y expresa el deseo de que el Señor envíe tiempos mejores a su Pueblo.


Este mismo Salmo, con algunas variantes (vs. 5-6), se vuelve a encontrar en el segundo libro del Salterio (Sal. 53).


Salmo 15 (14)

En este breve y hermoso Salmo se establecen las condiciones necesarias para ser "huésped" del Señor, es decir, para entrar en el Santuario y participar del culto divino (v. 1). Entre las condiciones exigidas, no se menciona ningún rito exterior, sino que todas tienen un carácter exclusivamente moral. Esto pone en evidencia que el verdadero culto es inseparable de la justicia y del amor hacia el prójimo (vs. 2-5).

Salmo 16 (15)

La confianza y el gozo profundo que brotan de la intimidad con Dios, son los sentimientos predominantes en este Salmo. Los vs. 5-6 permiten suponer que su autor es un levita – es decir, una persona consagrada al culto de Dios en el Templo de Jerusalén– que se encuentra en un grave peligro y acude al Señor, fuente de vida (v. 11), para que lo libre de la muerte (v. 10).

El Nuevo Testamento asigna a este Salmo un sentido mesiánico, citándolo como un anuncio anticipado de la Resurrección de Cristo (vs. 8-11).

Salmo 17 (16)

La situación en que se recitaba este Salmo es idéntica a la que se describe a propósito del Salmo 7: un inocente –acusado y perseguido injustamente– expone su caso al Señor en demanda de justicia. La súplica se alterna con las declaraciones de inocencia (vs. 3-5) y con una descripción de la maldad de sus perseguidores (vs. 10-12). En el versículo final, el salmista manifiesta su certeza de que alcanzará el favor divino.

Salmo 18 (17)

En este Salmo, el rey expresa su reconocimiento al Señor por la victoria alcanzada. El estilo es altamente poético y las ideas se van expresando con un amplio despliegue de imágenes. Al comienzo, se acumulan epítetos que presentan al Señor como un refugio inexpugnable para sus fieles (vs. 2-3). La amenaza del enemigo se describe como una irrupción de las fuerzas del caos y de la muerte (vs. 5-6). La intervención del Señor está descrita como una teofanía, en la que participan y se conmueven todas las fuerzas de la naturaleza (vs. 8-16).

Con algunas variantes, este mismo poema se vuelve a encontrar en 2 Sam. 22. 2-51.

Salmo 19 (18)

En este Salmo se encuentran yuxtapuestos dos poemas de estilo y contenido diversos. El primero es un himno de intensa vibración lírica, que celebra la gloria del Creador manifestada en la armonía y grandiosidad del firmamento (vs. 2-7). El segundo -que proviene de una época mucho más reciente- es un poema didáctico, en el que se describen las excelencias de la Ley divina.

A pesar de estas diferencias, la yuxtaposición de los dos poemas no es totalmente artificial, ya que así se establece un paralelismo entre las dos manifestaciones de la gloria de Dios: una en la Creación y en las perfecciones del universo, y otra en la Revelación concedida a su Pueblo, fuente de felicidad y de vida para los que la aman y aceptan sus exigencias.

Salmo 20 (19)

Ante la inminencia del combate, la comunidad congregada en el Templo (v. 3) implora la protección divina y la victoria del rey (vs. 2-6). Como era habitual en esas circunstancias (1 Sam. 7. 7-10), un sacrificio acompañaba a la súplica (v. 4). La segunda parte del Salmo (vs. 7-9) es un oráculo pronunciado en nombre del Señor, que anuncia la victoria a su Ungido.

Salmo 21 (20)

Este canto litúrgico de acción de gracias está estrechamente vinculado con el Salmo anterior: la súplica del pueblo antes de la batalla ha sido escuchada, y el Señor ha concedido al rey una resonante victoria. El Salmo consta de tres partes. La primera (vs. 2-8) es una expresión de alegre reconocimiento por las bendiciones concedidas al rey, en particular, por el triunfo alcanzado. En la segunda (vs. 9-13), un sacerdote o un profeta interviene para anunciar la victoria total sobre los enemigos del Señor y del rey. Por último (v. 14), la comunidad pide al Señor, en una breve súplica, que despliegue su poder para cumplir la promesa expresada anteriormente.

Salmo 22 (21)

Este Salmo supera a todos los de su género por la intensidad de la súplica y por la impresionante descripción de los sufrimientos que aquejan al salmista. En él se encuentra expresado el desamparo de un hombre justo, que ha tocado el límite del sufrimiento físico y moral, sobre todo, el de sentirse abandonado por Dios (v. 2). Sin embargo, incluso en medio de los mayores sufrimientos, el salmista suplica con una inquebrantable confianza en Dios (vs. 10-11) y está seguro de la liberación final. Por eso, su oración concluye con un canto de alabanza y de acción de gracias, en el que todos los fieles son invitados a celebrar al Señor, que no niega su ayuda a los pobres (vs. 23-27).

Este Salmo ocupa un lugar excepcional en la piedad cristiana, porque Jesús, en el momento de la crucifixión, lo utilizó para expresar los tormentos de su agonía.

Salmo 23 (22)

Un sentimiento de profunda confianza en Dios -expresado en un lenguaje de incomparable belleza poética- es la característica de este Salmo. En la primera parte (vs. 1-4), el salmista se vale de la imagen del "pastor" para describir su experiencia de la protección divina. En la segunda (vs. 5-6), los elementos simbólicos parecen entrecruzarse con la referencia a una situación concreta: el salmista, perseguido por sus enemigos (v. 5) se pone al amparo del Señor en el Templo (v. 6), y allí el Señor le brinda su hospitalidad, haciéndolo partícipe de su mesa (v. 5).

El Nuevo Testamento retoma la imagen del "pastor" para aplicarla a Cristo, el "Buen Pastor" que da la vida por sus ovejas (Jn. 10). La tradición de la Iglesia ha visto en este Salmo una figura de los Sacramentos de la Iniciación cristiana.

Salmo 24 (23)

Este Salmo consta de tres partes, aparentemente inconexas. La primera es un breve himno al Creador (vs. 1-2). La segunda, de tono sapiencial, enumera las condiciones morales que debe reunir el que se acerca al recinto sagrado (vs. 3-6). En la parte final (vs. 7-10), resuena un diálogo de dos coros frente a las puertas del Santuario.

La vinculación de estas tres partes aparece de inmediato, si se tiene en cuenta la acción litúrgica que servía de marco al Salmo. La comunidad cultual, reunida procesionalmente a la entrada del Templo, se disponía a ingresar en él con el Arca de la Alianza, trono del "Rey de la gloria". En ese momento, se dirigía a los fieles una instrucción, que venía inmediatamente después del himno inicial. El vibrante diálogo de los dos coros confería particular solemnidad a la acción litúrgica.

Salmo 26 (25)

Víctima de una acusación injusta el salmista busca un refugio en el Santuario y allí apela al Juicio de Dios (v. 1). Una declaración de "inocencia" (vs. 4-6) acompaña a la súplica, que concluye con la promesa de agradecer públicamente al Señor el beneficio recibido (v. 12). Por su contenido y por la circunstancia en que era pronunciado originariamente, este Salmo es muy similar al Salmo 7.

Salmo 27 (26)

Este Salmo consta de dos partes íntimamente relacionadas. En la primera (vs. 1-6), el salmista manifiesta con imágenes muy expresivas su inalterable confianza en el Señor (v. 3) y su anhelo de vivir en constante comunión con él (v. 4). La segunda (vs. 7-14) es una súplica en medio de la persecución, donde vuelve a ponerse de manifiesto ese mismo sentimiento de ilimitada confianza (v. 10).

Salmo 28 (27)

Ante la amenaza de un peligro mortal, el salmista suplica al Señor que responda favorablemente a sus ruegos, librándolo de la muerte (vs. 1-3). No es fácil determinar con exactitud la índole del peligro a que se hace alusión en el Salmo, y podría pensarse tanto en una acusación injusta como en una enfermedad grave. Los vs. 6-7 son un canto de acción de gracias, que el salmista entona anticipadamente, porque está seguro de recibir la ayuda divina. La súplica final por el rey y por todo el Pueblo (vs. 8-9), probablemente fue añadida más tarde, para el uso litúrgico del Salmo.

Salmo 29 (28)

Este vibrante himno de alabanza celebra la majestad y el poder de Dios, que se manifiestan en el fragor de la tormenta. La "voz del Señor" es el trueno, que sacude con su ímpetu todas las fuerzas de la naturaleza (vs. 3-9). A la voz del Señor en esta teofanía cósmica, responde la alabanza litúrgica de toda la creación, expresada en una sola palabra "¡Gloria!" (v. 9).

Probablemente, este Salmo es la adaptación de un antiguo himno cananeo en honor de Baal, el dios de las tormentas.

Salmo 30 (29)

Este Salmo es un canto de acción de gracias después de una enfermedad grave (vs. 2-5, 13). El salmista reconoce que el Señor lo puso en peligro de muerte por un pecado de presunción (v. 7); pero luego, en respuesta a su plegaria (vs. 9-11), le dio una prueba evidente de su misericordia (v. 6), haciendo que su dolor se convirtiera en alegría (v. 12).

Salmo 31 (30)

En este Salmo se combinan una súplica confiada (vs. 2-l9) y un canto de acción de gracias (vs. 20-25). En primer lugar, un hombre acusado y perseguido injustamente se pone en las manos de Dios (v. 6) y le ruega que lo salve. Luego el mismo salmista expresa su reconocimiento al Señor, por haber experimentado la protección divina y verse libre de peligro.

Salmo 32 (31)

Este poema lírico-didáctico expresa la felicidad de un pecador que ha obtenido el perdón divino, contraponiéndola a las aflicciones que provienen del pecado (vs. 1-5). El tono personal con que el salmista narra su propia experiencia (vs. 3-5), se alterna con el estilo sapiencial de las "bienaventuranzas" iniciales (vs 1-2) y de la exhortación final (vs. 8-11). Esto hace que el Salmo sea, al mismo tiempo, una expresión de agradecimiento al Señor por la gracia del perdón, y una lección de sabiduría para toda la comunidad.

Este es uno de los Salmos llamados "penitenciales" (Sal. 6; 38; 51; 102; 130; 143).

Salmo 33 (32)

Este himno es una invitación a celebrar la omnipotencia de la Palabra de Dios, puesta de manifiesto en la creación del mundo (vs. 1-9), y a reconocer el designio divino que dirige todos los acontecimientos, en especial el destino del Pueblo elegido (vs. 10-12). La frustración de los planes de las naciones (v. 10) no es más que el reverso de esa solicitud universal de Dios, siempre dispuesto a eliminar los obstáculos que se oponen a los designios de su Providencia. Pero Dios no está presente únicamente en los grandes acontecimientos de la historia, sino que penetra en el corazón de cada hombre y vela sobre los detalles más pequeños de la vida cotidiana (vs. 13-15, 18-19).

Salmo 35 (34)

Ante la acusación de falsos testigos (v. 11), un hombre inocente expone su causa al Señor y le pide que acuda en su defensa (vs. 1-3). El salmista se siente defraudado por la ingratitud de sus adversarios, que lo persiguen sin motivo (v. 7) y le devuelven mal por bien (vs. 12-16). Su oración incluye la promesa de dar gracias a Dios públicamente por los beneficios recibidos (vs. 18, 28).

Salmo 36 (35)

En este Salmo se contrapone vívidamente la maldad del impío a la bondad de Dios. Los versículos iniciales (2-5) presentan al impío como inspirado por una fuerza interior -el Pecado- que lo induce a la rebelión contra Dios y a la práctica del mal. La segunda parte (vs. 6-l0)describe en estilo hímnico la Providencia universal de Dios, el dador de toda vida, que colma de felicidad a sus fieles. El Salmo concluye con una súplica (vs. 11-12), en la que el salmista pide la protección divina para sí y para todos los fieles, y anuncia la destrucción de los malvados (v. 13).

Salmo 38 (37)

Este Salmo es la súplica de un enfermo (vs. 3-4) que padece, además, de una penosa enfermedad (vs. 6-11), el abandono de sus amigos y la persecución de sus enemigos (vs. l2-13). El salmista tiene una viva conciencia de su pecado (v. 5), pero no ha perdido la esperanza (v. 16), y aguarda pacientemente que el Señor no lo abandone y le devuelva la salud (vs. 22-23).

Este es uno de los Salmos llamados "Oraciones de los enfermos" (Sal. 6; 41; 88; 102. 2-12). La tradición cristiana lo ha incluido en el grupo de los Salmos "penitenciales" (Sal. 6; 32; 51; 102; 130; 143).

Salmo 39 (38)

Este Salmo es como el estallido de una indignación largamente reprimida (vs. 3-4). El diálogo del salmista con el Señor tiene un tono de amarga protesta, motivada por la intensidad del sufrimiento (v. 11) y por la reflexión sobre la caducidad de la vida (vs. 5-7). Sin embargo, la confianza en Dios (v. 8) y el reconocimiento de los propios pecados (vs. 9, 12) hacen que predomine, en definitiva, la actitud de humilde sometimiento a los designios del Señor (v. 10).

Salmo 40 (39)

En este Salmo se encuentran reunidos dos poemas de estilo y contenido diversos. El primero (vs. 2-11) es un canto de acción de gracias por la liberación de un peligro grave. El segundo (vs. 14-18) es una súplica para pedir la ayuda divina en un momento de desgracia, y se vuelve a encontrar en el Salmo 70, en forma independiente. Los vs. 12-13 sirven de lazo de unión entre estas dos partes, que originariamente estaban separadas.

Salmo 41 (40)

La nota característica de este Salmo es el "preludio" sapiencial que antecede a la acción de gracias por la salud obtenida (vs. 2-4). El salmista recuerda su penosa enfermedad y la súplica que dirigió al Señor en medio de su dolor. Al describir sus padecimientos, más que el dolor físico, acentúa el dolor moral que causan la ingratitud, la maledicencia y la hipocresía (vs. 5-11). El Señor accedió a su súplica, y en esto él reconoce el amor que le ha manifestado (vs. 12-13).

Este es uno de los Salmos llamados "Oraciones de los enfermos" (Sal. 6; 38; 88; 102. 2-12).

Salmo 42 (41)

La unidad temática, el estilo y la repetición del mismo estribillo a intervalos regulares (42. 6, 12; 43. 5) indican que los Salmos 42 y 43 forman un mismo poema. En él se armonizan admirablemente la hondura del sentimiento religioso y la eficacia de la expresión lírica. El v. 7 indica que el autor del Salmo -probablemente un levita- se encuentra lejos de la Tierra santa, en las cercanías del monte Hermón, y suspira por volver a gozar de la presencia divina en el Santuario de Sión. A pesar de sentirse olvidado de Dios (42. 10), el salmista no ha perdido la esperanza, y confía en que el Señor volverá a guiar sus pasos hasta su santa Montaña (43. 3).

Salmo 43 (42)


Salmo 44 (43)

En un momento de grave crisis nacional -consecuencia de una derrota- Israel se dirige al Señor para implorar su ayuda. El recuerdo de las antiguas victorias (vs. 2-9), y su contraposición con la calamidad presente (vs. 10-17), confiere mayor dramatismo a la súplica. La alternancia entre el singular y el plural (vs. 5-6, 7-8) indica que el salmista, en alguna medida, encarna el destino de toda la nación. Esta es una de las características propias del rey, y por eso se puede pensar que es él quien pronuncia la súplica, como representante de todo el pueblo.


Las audaces afirmaciones de los vs. 18-22 proporcionan un valioso indicio para fijar la fecha de composición del Salmo: el Señor permitió la derrota de su Pueblo en un momento en que este se mantenía fiel a la Alianza. El momento histórico que mejor responde a esta circunstancia es el largo reinado de Ezequías (2 Rey. 18 - 20), época de reforma religiosa y de tenaz oposición a la idolatría.

Salmo 45 (44)

Este bellísimo canto nupcial fue compuesto en ocasión del matrimonio de un rey israelita con una princesa extranjera. En la primera parte del Salmo (vs. 2-10), el poeta se dirige al rey para exaltar sus virtudes y exhortarlo a luchar por la justicia, en defensa de su pueblo. La segunda parte (vs. 11-17) está dedicada a la esposa: luego de invitarla delicadamente a que sepa ganarse el corazón del rey, el salmista describe su belleza y el esplendor de su cortejo.

El versículo final (18) tiene un sentido mesiánico y, sin duda, fue agregado más tarde, cuando se "releyó" todo el Salmo como una descripción profética del Mesías. Así lo utilizan el Nuevo Testamento (Heb. 1. 8-9) y la tradición cristiana.

Salmo 46 (45)

Este canto triunfal contiene una admirable profesión de confianza en el Señor, que está presente en medio de su Pueblo (vs. 4, 8, 12), como una fortaleza inexpugnable (v. 2). El lugar privilegiado de esa presencia divina es la "Ciudad de Dios" (v. 5) -Jerusalén, con su Templo de Sión-que el mismo Señor eligió como Morada (Sal. 132. 13). Desde allí él manifiesta su poder, para asegurar la prosperidad y la paz de su Pueblo (vs. 5, 10), y para librarlo de todos los peligros (vs. 3-4, 6).

Este Salmo -junto con los Salmos 48; 76; 87- pertenece a un grupo de poemas cultuales, que celebran los privilegios de la Ciudad de Dios, y por eso se denominan "Cantos de Sión".

Salmo 47 (46)

El tema de este himno es la realeza universal del Señor (vs. 3, 7-9) puesta de manifiesto victoriosamente cuando él entregó en herencia a su Pueblo la Tierra prometida (vs. 4-5). En la vibrante aclamación del v. 6, se percibe el eco de una liturgia de entronización del Arca de la Alianza en el Santuario de Sión. Cuando se fue perdiendo el recuerdo de esta fiesta, el Salmo se aplicó al triunfo final de Dios y a la implantación definitiva de su Reino.

En el Salterio, hay otros poemas litúrgicos que tienen una afinidad temática con este Salmo, y por eso son llamados "Himnos a la realeza del Señor" (Sal. 93; 96 - 99).

Salmo 48 (47)

Este vibrante poema -lo mismo que el Salmo 46- es una expresión de fe y de confianza en el Señor, cuya presencia en el Templo de Sión hacía de Jerusalén la "Ciudad de Dios" (v. 9) y era una garantía de seguridad para Israel (v. 4). Los vs. 5-8 parecen ser, más que la descripción de un hecho histórico determinado (2 Rey. l9. 35), la representación poética de todos los peligros que podían amenazar a la Ciudad santa, y que ella debía desafiar confiadamente, porque el Señor era su baluarte inexpugnable. Los versículos finales (l3-l5) son un canto procesional, dirigido a los peregrinos que iban a Jerusalén con motivo de las grandes festividades (Éx. 23. l4-l7).

Este Salmo -junto con los Salmos 46; 76; 87- pertenece al grupo de los llamados "Cantos de Sión".

Salmo 49 (48)

Este Salmo "didáctico" alude repetidamente al "temor" que experimentan los pobres, cuando comparan su propia miseria con la felicidad de los poderosos (vs. 6-7, 17). Dicho temor está motivado por la aparente contradicción entre ese estado de cosas y la justicia de Dios en el gobierno del mundo (Sal. 37; 73). Para responder a esa inquietud, el salmista recuerda que nadie podrá asegurarse la inmortalidad por medio de sus riquezas (vs. 8-10): todos los hombres son iguales ante la muerte (v. 11) y los ricos no llevarán sus bienes a la tumba (v. 18). Además, los justos se verán libres de todo grave peligro (v. 16), mientras que un desastre final espera a los malvados (vs. 12-15). El Salmo no contiene ninguna referencia clara a la vida eterna: sólo esta proporcionará más tarde la clave para resolver adecuadamente el "enigma" planteado en el v. 5.

Salmo 50 (49)

La parte central de este Salmo está constituida por la acusación que Dios dirige a su Pueblo, para reprocharle su infidelidad a la Alianza. El reproche está precedido por la descripción de la teofanía cultual, en la que el Señor se manifiesta como acusador y como Juez (vs. 1-6). El motivo de la acusación es la infidelidad de Israel a las exigencias morales de la Alianza (vs. 16-20), no compensada por la observancia de prácticas cultuales puramente exteriores (vs. 8-15). La advertencia final (vs 21-23) es una amenaza para los que se obstinan en el mal camino, y una promesa de salvación para los fieles.

Salmo 51 (50)

Este Salmo -designado tradicionalmente con el nombre de Miserere- es la súplica penitencial por excelencia. El salmista es consciente de su profunda miseria (v. 7) y experimenta la necesidad de una total transformación interior, para no dejarse arrastrar por su tendencia al pecado (v. 4). Por eso, además de reconocer sus faltas y de implorar el perdón divino, suplica al Señor que lo renueve íntegramente, "creando" en su interior "un corazón puro" (v. 12).

El tono de la súplica es marcadamente personal, y en el contenido del Salmo se percibe la influencia de los grandes profetas, en especial de Jeremías (24. 7) y Ezequiel (36. 25-27). En él se encuentra, además, el germen de la doctrina paulina acerca del "hombre nuevo" (Col. 3. 10; Ef. 4. 24).

Este es uno de los Salmos llamados "penitenciales" (Sal. 6; 32; 38; 102; 130; 143).

Salmo 52 (51)

El comienzo de este Salmo es una vigorosa acusación contra los que promueven la injusticia, valiéndose del poder que les confiere su puesto relevante en la sociedad (vs. 3-6). En la denuncia se percibe un acento profético, y la culminación de la misma es el anuncio del castigo que el Señor tiene reservado a los que obran de esa manera (v. 7). El justo, en cambio, puede vivir confiadamente bajo la protección de Dios (v. 10).

Salmo 53 (52)

Con algunas leves modificaciones (v. 6), este Salmo es una repetición del Salmo 14, y en él se describen los pecados que corrompen a la sociedad (vs. I -4) y se lanza una invectiva contra los opresores de los pobres (vs. 5-6).

Salmo 54 (53)

Esta breve oración es una súplica para pedir la protección divina en medio de la opresión (v. 5). La petición está acompañada de una profesión de fe y de confianza en el Señor, que es el "sostén" y el defensor de sus fieles (v. 6). El salmista concluye con la promesa de ofrecer un sacrificio de acción de gracias y de testimoniar públicamente la bondad del Señor (v. 8).

Salmo 55 (54)

En esta lamentación, un hombre calumniado y perseguido manifiesta su dolor, más que por el odio de sus adversarios, por la traición de un amigo (vs. 13-15). Los vs. 7-9 contienen una exclamación bellamente poética, en la que el salmista expresa su deseo de encontrar un refugio en la soledad, para verse libre de los males que lo afligen. En la parte final del Salmo, predominan los sentimientos de confianza en Dios (vs. 17-19, 23).

Salmo 56 (55)

Un hombre perseguido implacablemente (v. 9) apela al poder de Dios para que lo libre de sus adversarios. No obstante la gravedad del peligro (vs. 2-3, 6-7), el salmista no pierde la fe en el Señor (v. 5) y espera confiadamente el momento de su liberación (vs. 10-12). En la seguridad de ser escuchado por Dios, promete darle gracias públicamente por el beneficio recibido (vs. 13-14).

Salmo 57 (56)

El estribillo de los vs. 6 y 12 sirve de conclusión a la dos partes que componen este Salmo. La primera (vs. 2-5) es la súplica de un hombre perseguido, que se refugia en el Señor para verse libre del peligro. La segunda (vs. 7-11) es un canto de acción de gracias: una vez pasada la adversidad, el salmista quiere anticiparse a la aurora (v. 9), para alabar el amor y la fidelidad del Señor (v. 11). La parte final de este Salmo (vs. 8-12) se vuelve a encontrar, casi sin ninguna variante, en el Salmo 108. 2-6.

Salmo 58 (57)

Este poema es un severo reproche contra los jueces inicuos, que con sus decisiones arbitrarias fomentan la violencia y la injusticia en la sociedad. Después de una invectiva llena de sarcasmo (vs. 2-3), el Salmo describe la inconducta de los jueces y su obstinación en el mal (vs. 4-6), y lanza contra ellos enérgicas imprecaciones (vs. 7-10). Por último, anuncia la alegría que experimentarán los justos cuando se manifieste la justicia de Dios (vs. 11-12).

Salmo 59 (58)

Este Salmo es la súplica de un hombre perseguido y acusado injustamente. Seguro de su inocencia (v. 5), el salmista pide que sus enemigos sean exterminados (v. 12), para que se ponga de manifiesto el justo gobierno de Dios sobre el mundo (v. 14). El odio y la crueldad de los perseguidores (vs. 7-8, 15-16) explican de alguna manera la violencia de ciertos sentimientos expresados en el Salmo.

Salmo 60 (59)

En esta lamentación, aparecen reflejados los diversos momentos de una acción litúrgica, celebrada con motivo de una grave derrota nacional. En la primera parte (vs. 3-7), la comunidad se queja ante el Señor por la dura prueba a que se vio sometida. Luego viene un oráculo del Señor (vs. 8-10), que promete a su Pueblo la total recuperación de sus antiguos dominios. Este oráculo divino se caracteriza por sus audaces antropomorfismos y por su estilo épico. La parte final del Salmo es una reiteración de la lamentación y de la súplica (vs 11- 13), y una profesión de confianza en el poder de Dios (v. 14). Los vs. 7-14 se vuelven a encontrar en el Salmo 108. 7-14.

Salmo 61 (60)

Un hombre desterrado -probablemente un levita- suspira por volver a gozar de la presencia divina, viviendo constantemente junto al Santuario de Dios (v.5). En los vs. 7-8 se inserta una oración por el rey, cuya vinculación con el resto del Salmo no aparece con claridad.

Salmo 62 (61)

La característica dominante de este Salmo es la absoluta confianza en el Señor, a pesar de la hostilidad y la persecución. El salmista se siente plenamente seguro bajo la protección de Dios (vs. 2-3, 6-8). Por eso interpela decididamente a sus adversarios (vs. 4-5), se reconforta a sí mismo (vs. 6-7) y exhorta a todos los fieles a que compartan sus mismos sentimientos (v. 9). La reflexión sapiencial de los vs. 10-11 y el oráculo divino de los vs. 12-13, le sirven para confirmar su enseñanza.

Salmo 63 (62)

Un profundo anhelo de Dios -bellamente expresado con la imagen de la tierra sedienta (v. 2)- es el sentimiento que domina todo este Salmo. Su autor podría ser un levita desterrado, que recuerda el tiempo en que vivía junto al Santuario, gozando de la intimidad con el Señor. En el silencio de la noche rememora aquellas horas felices, y ese recuerdo le sirve de consuelo (vs. 7-9). El versículo final indica que el salmista identifica su propia suerte con la de todo su Pueblo, representado en la persona del rey.

Salmo 64 (63)

Esta súplica se caracteriza por las expresivas imágenes con que el salmista describe las insidias de sus adversarios (vs. 2-7), y la intervención victoriosa del Señor en defensa de la justicia (vs. 8-9). En la parte final del Salmo, se presenta el castigo de los malvados como un saludable llamado a la reflexión (v. 10), y como un motivo de alegría y seguridad para los que viven rectamente (v. 11).

Salmo 65 (64)

En este canto de acción de gracias, la comunidad expresa su ferviente alabanza y reconocimiento al Señor por todos los beneficios recibidos, de sus manos. La primera parte (vs. 2-5) insiste en la bondad de Dios, que escucha desde su Templo las oraciones de los fieles (v. 3) y se muestra siempre dispuesto a perdonarlos (v. 4). La segunda (vs. 6-9) evoca el poder creador del Señor y sus obras admirables en la naturaleza y en la historia, con acentos marcadamente universalistas (v. 6). La parte final del Salmo (vs. 10-14) es de un delicado lirismo, y celebra al Señor como fuente de vida e inagotable fecundidad.

Salmo 66 (65)

La primera parte de este Salmo consta de un himno coral (vs. 1-7) y de un canto comunitario de acción de gracias (vs. 8-12), cuyo tema central son las maravillas que realizó el Señor en el Mar Rojo y en el río Jordán (v. 6). La segunda parte (vs. 13-20) difiere sensiblemente de la anterior: ya no habla la comunidad, sino un individuo, que se presenta delante del Señor en el Templo, para ofrecer un sacrificio de acción de gracias y dar testimonio de los favores recibidos.

Salmo 67 (66)

En esta hermosa oración -compuesta para celebrar la recolección de las cosechas (Éx. 23. 16)- la comunidad agradece al Señor los frutos de la tierra (v. 7). Además, le suplica que renueve constantemente sus bendiciones, a fin de que todos los pueblos reconozcan en el Dios de Israel al único Dios (vs. 2-3). Esta perspectiva universalista se destaca particularmente en el estribillo, que se repite en los vs. 4 y 6.

Salmo 68 (67)

Este canto de victoria rememora la gesta que realizó el Señor, cuando condujo triunfalmente a su Pueblo desde el Sinaí hasta el monte Sión (vs. 8-9, 18-19). En torno de esta idea central, se agrupan varios temas afines, expresados en un lenguaje acentuadamente poético y cargado de alusiones mitológicas. Las estrofas se suceden sin conexión aparente; pero esto se debe, en parte, a que el texto del Salmo corresponde a las diversas etapas de una liturgia procesional.

Salmo 69 (68)

Esta angustiosa lamentación tiene muchos rasgos comunes con el Salmo 22, en especial, la dramática descripción de la enfermedad y los sufrimientos que dan motivo a la súplica (vs. 2-5). Entre estos últimos, el salmista menciona particularmente el desprecio de que es objeto por su fidelidad a la causa de Dios y su amor hacia el Templo (vs. 8-13). Así hace presente al Señor que su enfermedad pone en juego el honor divino, porque si él muere, todos los fieles quedarán expuestos a la burla de sus enemigos (v. 7).

Los vs. 36-37 indican que el Salmo fue compuesto poco tiempo después del exilio babilónico.

Salmo 70 (69)

En este Salmo se repite, con muy pocas variantes, la súplica del Salmo 40. 14-18.


Salmo 71 (70)

Un anciano gravemente enfermo acude al Señor para que no lo abandone en los penosos días de su vejez (vs. 9, 18). En lugar de describir minuciosamente los dolores que lo afligen, el salmista reitera sus expresiones de fidelidad y confianza en Dios (vs. 3, 5-8, 19), y su promesa de proclamar los beneficios recibidos, para ejemplo de los más jóvenes (v. 18).

Salmo 72 (71)

Esta súplica en favor del rey (v. 1) fue compuesta probablemente para el día de su entronización. En ella se describe, con imágenes muy expresivas, la función vital del rey en el seno de la comunidad: la nación no podía gozar de bienestar y prosperidad, si el rey no aseguraba el orden social mediante un gobierno justo. Su "justicia" debía beneficiar, sobre todo, a los miembros más indigentes de la comunidad (vs. 2, 4, 7, 12-14).

Posteriormente el Salmo recibió una interpretación mesiánica, y se "releyó" como una descripción profética del Rey Mesías.

Salmo 73 (72)

El tema central de este Salmo es el doloroso enigma que plantea a los justos la comparación entre sus propios sufrimientos (vs. 13-14) y la felicidad de que gozan los impíos (vs. 4-12). El mismo tema -característico de los escritos sapienciales- es tratado también en los Salmos 37; 49. Pero aquí el autor del Salmo no se expresa con la serena objetividad de los sabios. sino que da un testimonio de su experiencia personal: exasperado por lo que consideraba una injusticia de parte de Dios (vs. 21-22), estuvo a punto de extraviarse (v. 2), hasta que una visita al Santuario (v. 17) le hizo experimentar con extraordinaria intensidad la cercanía de Dios, y así comprendió lo que significa estar alejado de él (v. 27). El final del Salmo es de un contenido casi místico: el salmista manifiesta que su único anhelo es vivir en intimidad con Dios.

Salmo 74 (73)

Ante el Templo devastado y profanado por los enemigos de Israel, la comunidad suplica al Señor que se acuerde de su Alianza (v.20) y se apresure a reparar las afrentas de su Pueblo (v. 21). Para hacer más apremiante la súplica, se evocan las proezas que realizó el Señor, cuando rescató a Israel de la esclavitud y lo convirtió en su herencia (v. 2). En medio de la súplica, se intercala un himno al Dios creador (vs. 12-17), que tiene por finalidad contraponer el poder manifestado en el momento de la creación y su desconcertante silencio presente.

Salmo 75 (74)

El Juicio de Dios (v. 8), que asegurará definitivamente el triunfo de la justicia (v. 11), es el tema central de este Salmo. Luego de una exclamación de carácter litúrgico (v. 2), se escucha un oráculo del Señor, quien se manifestará como Juez supremo cuando él mismo lo decida (vs. 3-4). A este anuncio sigue una última advertencia dirigida a los impíos, para que cambien de actitud (vs. 5-9). El Salmo concluye con un tono hímnico, porque la victoria de la justicia divina será un motivo de alegría para los justos.

Salmo 76 (75)

Este poema -como los demás "Cantos de Sión" (Sal 46; 48; 87)- expresa el amor y la admiración de los israelitas por su Ciudad santa. Al elegir a Jerusalén como Morada (v. 3), el Señor la convirtió en escenario de sus victorias (vs. 4-7). Estos resonantes triunfos confirman el renombre del Señor como guerrero invencible (vs. 2, 8) y son, a la vez, la manifestación de su justicia en favor de los humildes (vs. 9-11).

Salmo 77 (76)

En un momento de extrema aflicción para Israel, el salmista se interroga angustiosamente sobre la desconcertante actitud del Señor, que parece haber rechazado para siempre a su Pueblo (vs. 8-11). A pesar de sus esfuerzos (vs. 3- 7), no alcanza a comprender los misteriosos caminos de Dios, y sus preguntas quedan sin respuesta. Pero el recuerdo de las antiguas maravillas del Señor -evocadas hímnicamente en la parte final del Salmo (vs. 12-21)- permite mirar hacia el futuro con una cierta esperanza.

Por las circunstancias a que se hace alusión, es probable que el Salmo haya sido compuesto durante el exilio babilónico.

Salmo 78 (77)

Esta larga meditación de estilo sapiencial evoca la historia de Israel, desde el Éxodo hasta la institución de la monarquía davídica. El relato histórico sirve de soporte a una enseñanza para el presente: en el recuerdo de su propio pasado, Israel debe encontrar un motivo de gratitud y fidelidad al Dios de la Alianza (vs. 6-7). Esta preocupación didáctica se manifiesta, sobre todo, en la presentación de la historia como una permanente contraposición entre la misericordia del Señor y las rebeldías de su Pueblo.

Salmo 79 (78)

El motivo de esta súplica nacional es la deplorable situación en que se encuentra Israel: los paganos han devastado y profanado la herencia del Señor (v. 1); muchos fieles han caído bajo la espada, sus cadáveres han sido abandonados a las aves de rapiña y los pueblos vecinos celebran esa derrota (vs. 2-4). El salmista reconoce que la tragedia nacional es el justo castigo de reiteradas infidelidades (v. 8); pero hace presente al Señor que esa derrota compromete la gloria de su Nombre (v. 9), ya que Israel es su Pueblo y su "rebaño" (v. 13). Si no escucha el llanto de los cautivos, los paganos pensarán que es inútil servir al Señor (v. 10).

Salmo 80 (79)

Este Salmo es una súplica que toda la nación dirige al "Pastor de Israel" (v. 2), en un momento de grave calamidad. El lirismo que caracteriza a todo el poema aparece con particular relieve en los vs. 9-12, donde Israel es presentado como una "vid" que el Señor sacó de Egipto y plantó cuidadosamente en la Tierra prometida. El recuerdo de aquella solicitud hace más angustiosa la situación presente (vs. 5-7, 13-14) y confiere mayor intensidad a la súplica de toda la comunidad, expresada particularmente en el estribillo de los vs. 4, 8 y 20.

Salmo 81 (80)

La primera parte de este Salmo (vs. 2-6) es un preludio hímnico, que invita a celebrar jubilosamente una de las grandes fiestas anuales. La segunda (vs. 7-17) contiene un oráculo que el Señor dirige a Israel, en un tono de reproche y de promesa. En èl, le recuerda sus beneficios y sus exigencias (vs. 9-11), lo amonesta por su obstinación (vs. 12-13) y le promete toda clase de bendiciones si escucha su Palabra (vs. 14-17).

Salmo 82 (81)

Este poema ilustra uno de los aspectos de la prolongada lucha que Israel mantuvo contra la idolatría y contra las concepciones del paganismo circundante. En algunas ocasiones, los Profetas -para dar una mayor fuerza persuasiva a sus palabras- interpelaban a los dioses paganos y les reprochaban su incapacidad para hacer alguna cosa, sea buena o mala (Is. 41. 21-29). Mediante un procedimiento literario similar, este Salmo presenta al Señor alzándose como Juez en medio de los dioses, para condenarlos a la impotencia total, después de haberlos acusado de fomentar la injusticia entre los hombres.

Posteriormente, este Salmo se interpretó como un apóstrofe contra los jueces y gobernantes injustos.

Salmo 83 (82)

Israel pide al Señor que repita sus hazañas del pasado (vs. 10-13) y manifieste su dominio sobre toda la tierra (v. 19), derrotando a los enemigos de su Pueblo (vs. 14-18). La coalición mencionada en los vs. 3-6 no se refiere a un hecho histórico determinado, sino que representa simbólicamente la constante oposición de los paganos contra Israel. Esta afirmación se funda en el carácter artificial de la lista que enumera a las naciones coaligadas (vs. 7-9): en ella aparecen reunidos diez de los enemigos tradicionales de Israel, pertenecientes a épocas diversas.

Salmo 84 (83)

Al llegar a Jerusalén, un peregrino entona esta alabanza al Templo de Sión, Morada del Señor y lugar donde se manifiesta su presencia. Con profundo lirismo, evoca su ansia de Dios que lo trajo hasta el Santuario (v. 3), las etapas recorridas por los peregrinos (vs. 7-8) y la felicidad de encontrarse en la Casa del Señor (vs. 5, 11).

Salmo 85 (84)

En esta oración se refleja la situación espiritual de los que ya han pasado la prueba del exilio en Babilonia. La repatriación de los cautivos "ha cambiado la suerte" de Israel (v. 2) y es una prueba del amor del Señor hacia su Pueblo. Pero los vaticinios proféticos (Is. 60. 2) no se han cumplido plenamente, y la reconstrucción nacional se realiza en medio de las más duras penalidades. Por eso la comunidad suplica al Señor que manifieste su misericordia y le conceda la salvación (v. 8), es decir, que lleve a su pleno cumplimiento la obra comenzada. La última parte del Salmo (vs. 9-14) es un oráculo profético, que contiene la respuesta divina a la súplica del Pueblo y anuncia la definitiva restauración de Israel, en una era de justicia y prosperidad.

Salmo 86 (85)

Este Salmo es la oración de un "pobre" (v. 1), que se abandona a la misericordia y al poder de Dios en medio de un grave peligro (vs. 7-14). Para fundamentar su petición, el salmista no describe dramáticamente la intensidad de sus sufrimientos -como suele suceder en las súplicas del Salterio (Sal 22; 41; 69; 88)- sino que apela con esperanzada insistencia a la bondad infinita de Dios (vs. 5, 13, 15-17).

Salmo 87 (86)

Es probable que este "Canto de Sión" (Sal. 46; 48; 76) haya sido interpretado de distintas maneras en épocas diversas. En su forma original, parece estar dirigido a los peregrinos que llegaban a Sión (vs. 1-2) de todas las regiones de la diáspora judía, para anunciarles que también ellos debían sentirse como nacidos en Jerusalén. Más tarde, por influencia de algunos oráculos proféticos (Is. 2. 2-4; Zac. 8. 20-23), el Salmo fue "releído" con una perspectiva mesiánica y universalista: Jerusalén estaba llamada a ser el centro espiritual de todas las naciones, y hasta los más encarnizados enemigos del Pueblo elegido -Egipto, Babilonia, Tiro, Filistea y Etiopía (v. 4)- tendrían que reconocer al Dios de Israel y considerarse ciudadanos de la Ciudad santa (v. 6).

Salmo 88 (87)

Esta lamentación -sin duda, la más triste de todo el Salterio- refleja admirablemente las ideas del Antiguo Testamento sobre la enfermedad, la muerte y el más allá. Entre la enfermedad y la muerte hay sólo una diferencia de grado, porque en ambos casos están obrando los mismos poderes hostiles a la vida (vs. 16-18). Al verse privado de todos los motivos de felicidad y, en especial, de la comunión con los demás (vs. 9, 19), el enfermo se siente sumergido en el "reino de la muerte" (v. 12), cuyas características describen los vs. 6-8. En esta penosa situación, y sin manifestar ningún sentimiento de esperanza, el salmista pide al Señor que le devuelva la vida porque los muertos no pueden alabar a Dios (vs. 11 -13).

La fe en la resurrección y en la vida futura ilumina con una nueva perspectiva el misterio del dolor, tan elocuentemente expresado en este Salmo, que pertenece a los llamados "Oraciones de los enfermos" (Sal. 6; 38; 41; 102. 2-12).

Salmo 89 (88)

La evocación de las promesas hechas por el Señor a David - que constituye la parte central de este magnífico poema- sirve de base a la súplica por el rey, en un momento de grave humillación para la dinastía davídica. Con esta visión global del Salmo, es fácil percibir la conexión entre sus diversas partes. El breve preludio (v. 2) -seguido de una alusión a la alianza davídica (vs. 3-5) y de un himno al Creador (vs. 6-19)- introduce un oráculo divino (vs. 20-38), que anuncia los privilegios de David y su dinastía-. La situación que describen los versículos siguientes (39-46) es el reverso de esas antiguas promesas, y por eso el rey suplica al Señor que vuelva a manifestarle su amor y su fidelidad (vs. 47-52).

Salmo 90 (89)

La súplica contenida en este Salmo está motivada por largos años de penosos sufrimientos. En ella, la comunidad de Israel ruega al Señor que le conceda una alegría comparable a las tribulaciones vividas hasta el presente (vs. 13-15).El Salmo no apunta específicamente a una situación particular -hambre, sequía o guerra- sino que parece referirse, de manera general, a las penalidades cotidianas, tanto de los individuos como de la nación. Por eso, la súplica va precedida de una profunda meditación sobre la precariedad y la miseria de la vida humana, contrapuesta a la eternidad y soberanía de Dios (vs. 2-10). La conclusión del salmista es que la verdadera sabiduría consiste en reconocer la brevedad de la vida (v. 12). El verso inicial confiere a todo el Salmo un tono de esperanzada confianza.

Salmo 91 (90)

Una sola idea se repite a lo largo de todo este Salmo: los que se refugian en el Señor pueden afrontar confiadamente cualquier dificultad, porque cuentan con la constante y eficaz protección divina. Muchas expresiones tienen evidentemente un carácter hiperbólico, por ejemplo la del v. 13, y sólo pretenden destacar la excepcional providencia con que el Señor cuida de sus fieles. En la parte final del Salmo (vs. 14-16), un oráculo divino confirma la enseñanza del salmista.

Salmo 92 (91)

En este canto de acción de gracias, el salmista descubre en su caso personal (vs. 5, 11-12) una manifestación de los designios providenciales de Dios (v. 6). La suerte reservada a los impíos (vs. 8-10) y a los justos (vs. 13-16) revela la profundidad y la justicia de esos designios, que el "insensato" es incapaz de comprender (v. 7). Sin plantear expresamente el problema -como sucede en los Salmos 37; 49; 73- este Salmo da una respuesta a los interrogantes que suscita el aparente triunfo del mal.

Salmo 93 (92)

El tema central de este himno se vuelve a encontrar en un grupo de salmos cultuales, denominados habitualmente "Himnos a la realeza del Señor" (Sal. 47; 96 - 99). Todos estos poemas proclaman al Señor como Rey universal, destacando los diversos motivos en que se funda su realeza. En este caso, la soberanía del Señor aparece fundada en el acto de la creación y afianzamiento del mundo, que los vs. 3-4 describen -con evidentes reminiscencias mitológicas- como una victoria divina sobre las fuerzas del caos. El versículo final alude a la Revelación concedida a Israel, porque la obra creadora de Dios es inseparable de sus manifestaciones salvíficas en la historia.

Salmo 94 (93)

El salmista comienza con una angustiosa invocación al Señor, para que se manifieste como Juez de la tierra y castigue a los opresores de su Pueblo (vs 1-7). La segunda parte del Salmo tiene un tono sapiencial, y es un severo reproche a los que ponen en duda el triunfo final de la justicia (vs. 8-15). Por último, el salmista se reconforta a sí mismo, fundado en su propia experiencia de la intervención salvadora de Dios (vs. 16-19) y en la seguridad de que el Señor no puede estar de parte de la injusticia (vs. 20-23).

Salmo 95 (94)

Las dos partes que componen este Salmo corresponden a otros tantos momentos de una solemne acción litúrgica. La primera (vs. 1-7) es un canto procesional dirigido a la com
 
Capítulo 1: Salmo 1

Los dos caminos

1 ¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
2 sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!

3 Él es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.

4 No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.

5 Por eso, no triunfarán los malvados en el juicio,
ni los pecadores en la asamblea de los justos;
6 porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal.
 
Capítulo 2: Salmo 2

EL REY DAVÍDICO, FIGURA DEL MESÍAS

La rebelión de los reyes vasallos

1 ¿Por qué se amotinan las naciones
y los pueblos hacen vanos proyectos?

2 Los reyes de la tierra se sublevan,
y los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Ungido:
3 "Rompamos sus ataduras,
librémonos de su yugo".

El Señor, defensor de su Ungido

4 El que reina en el cielo se sonríe;
el Señor se burla de ellos.

5 Luego los increpa airadamente
y los aterra con su furor:
6 "Yo mismo establecí a mi Rey
en Sión, mi santa Montaña".

Los privilegios del Rey

7 Voy a proclamar el decreto del Señor:
Él me ha dicho: "Tú eres mi hijo,
yo te he engendrado hoy.

8 Pídeme, y te daré las naciones como herencia,
y como propiedad, los confines de la tierra.

9 Los quebrarás con un cetro de hierro,
los destrozarás como a un vaso de arcilla".

Advertencia contra los rebeldes

10 Por eso, reyes, sean prudentes;
aprendan, gobernantes de la tierra.
11 Sirvan al Señor con temor;
12 temblando, ríndanle homenaje,
no sea que se irrite y vayan a la ruina,
porque su enojo se enciende en un instante.
¡Felices los que se refugian en él!
 
Capítulo 3: Salmo 3

LA CONFIANZA EN DIOS, GARANTÍA DE SEGURIDAD

1 Salmo de David. Cuando huía de su hijo Absalón.

2 Señor, ¡qué numerosos son mis adversarios,
cuántos los que se levantan contra mí!

3 ¡Cuántos son los que dicen de mí:
"Dios ya no quiere salvarlo"! Pausa
4 Pero tú eres mi escudo protector y mi gloria,
tú mantienes erguida mi cabeza.

5 Invoco al Señor en alta voz
y él me responde desde su santa Montaña.

6 Yo me acuesto y me duermo,
y me despierto tranquilo
porque el Señor me sostiene.

7 No temo a la multitud innumerable,
apostada contra mí por todas partes.

8 ¡Levántate, Señor!
¡Sálvame, Dios mío!
Tú golpeas en la mejilla a mis enemigos
y rompes los dientes de los malvados.

9 ¡En ti, Señor, está la salvación,
y tu bendición sobre tu pueblo! Pausa
 
Capítulo 4: Salmo 4

Súplica y exhortación ALA CONFIANZA EN DIOS

1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda.

Salmo de David.

2 Respóndeme cuando te invoco, Dios, mi defensor,
tú, que en la angustia me diste un desahogo:
ten piedad de mí y escucha mi oración.

3 Y ustedes, señores,
¿hasta cuando ultrajarán al que es mi Gloria,
amarán lo que es falso
y buscarán lo engañoso? Pausa

4 Sepan que el Señor hizo maravillas por su amigo:
él me escucha siempre que lo invoco.

5 Tiemblen, y no pequen más; Pausa
reflexionen en sus lechos y guarden silencio,
6 ofrezcan los sacrificios que son debidos
y tengan confianza en el Señor.

7 Hay muchos que preguntan:
"¿Quién nos mostrará la felicidad,
si la luz de tu rostro, Señor,
se ha alejado de nosotros?".

8 Pero tú has puesto en mi corazón más alegría
que cuando abundan el trigo y el vino.

9 Me acuesto en paz y en seguida me duermo,
porque sólo tú, Señor, aseguras mi descanso.
 
Capítulo 5: Salmo 5

INVOCACIÓN A LA BONDAD Y A LA JUSTICIA DE DIOS

1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo de David.

2 Señor, escucha mis palabras,
atiende a mis gemidos;
3 oye mi clamor, mi Rey y mi Dios,
porque te estoy suplicando.

4 Señor, de madrugada ya escuchas mi voz:
por la mañana te expongo mi causa
y espero tu respuesta.

5 Tú no eres un Dios que ama la maldad;
ningún impío será tu huésped,
6 ni los orgullosos podrán resistir
delante de tu mirada.
Tú detestas a los que hacen el mal.

7 y destruyes a los mentirosos.
¡Al hombre sanguinario y traicionero
lo abomina el Señor!

8 Pero yo, por tu inmensa bondad,
llego hasta tu Casa,
y me postro ante tu santo Templo
con profundo temor.

9 Guíame, Señor, por tu justicia,
porque tengo muchos enemigos:
ábreme un camino llano.

10 En su boca no hay sinceridad,
su corazón es perverso;
su garganta es un sepulcro abierto,
aunque adulan con la lengua.

11 Castígalos, Señor, como culpables,
que fracasen sus intrigas;
expúlsalo por sus muchos crímenes,
porque se han rebelado contra ti.

12 Así se alegrarán los que en ti se refugian
y siempre cantarán jubilosos;
tú proteges a los que aman tu Nombre,
y ellos se llenarán de gozo.

13 Porque tú, Señor, bendices al justo,
como un escudo lo cubre tu favor.
 
Capítulo 6: Salmo 6

SÚPLICA DE UN ENFERMO GRAVE

1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda.
En octava. Salmo de David.

2 Señor, no me reprendas por tu enojo
ni me castigues por tu indignación.

3 Ten piedad de mí, porque me faltan las fuerzas;
sáname, porque mis huesos se estremecen.

4 Mi alma está atormentada,
y tú, Señor, ¿hasta cuándo...?

5 Vuélvete, Señor, rescata mi vida,
sálvame por tu misericordia,
6 porque en la Muerte nadie se acuerda de ti,
¿y quién podrá alabarte en el Abismo?

7 Estoy agotado de tanto gemir:
cada noche empapo mi lecho con llanto,
inundo de lágrimas mi cama.

8 Mis ojos están extenuados por el pesar
y envejecidos a causa de la opresión.

9 Apártense de mí todos los malvados,
porque el Señor ha oído mis sollozos.

10 El Señor ha escuchado mi súplica,
el Señor ha aceptado mi plegaria.

11 ¡Que caiga sobre mis enemigos
la confusión y el terror,
y en un instante retrocedan avergonzados!
 
Capítulo 7: Salmo 7

PLEGARIA DE UN INOCENTE PERSEGUIDO

1 Lamentación de David. La que cantó al Señor a propósito de Cus, el benjaminita.

Invocación inicial

2 Señor, Dios mío, en ti me refugio:
sálvame de todos los que me persiguen;
3 líbrame, para que nadie pueda atraparme
como un león, que destroza sin remedio.

Declaración de la propia inocencia

4 Señor, Dios mío, si cometí alguna bajeza,
o hay crímenes en mis manos;
5 si he pagado con traición a mi amigo
o he despojado sin razón a mi adversario:
6 que el enemigo me persiga y me alcance,
que aplaste mi vida contra el suelo
y deje tendidas mis entrañas en el polvo. Pausa

Apelación al Juicio de Dios

7 Levántate, Señor, lleno de indignación;
álzate contra el furor de mis adversarios.

Despierta para el juicio que has convocado:
8 que una asamblea de pueblos te rodee,
y presídelos tú, desde lo alto.

9 El Señor es el Juez de las naciones:
júzgame, Señor, conforme a mi justicia
y de acuerdo con mi integridad.

10 ¡Que se acabe la maldad de los impíos!
Tú que sondeas las mentes y los corazones,
tú que eres un Dios justo, apoya al inocente.

11 Mi escudo es el Dios Altísimo,
que salva a los rectos de corazón.

12 Dios es un Juez justo
y puede irritarse en cualquier momento.

13 Si no se convierten, afilará la espada,
tenderá su arco y apuntará;
14 preparará sus armas mortíferas,
dispondrá sus flechas incendiarias.

El pecador, autor y víctima de su maldad

15 El malvado concibe la maldad,
está grávido de malicia y da a luz la mentira.

16 Cavó una fosa y la ahondó,
pero él mismo cayó en la fosa que hizo:
17 su maldad se vuelve sobre su cabeza,
su violencia recae sobre su cráneo.

18 Daré gracias al Señor por su justicia
y cantaré al nombre del Señor Altísimo.
 
Capítulo 8: Salmo 8

LA GRANDEZA DE DIOS Y LA DIGNIDAD DEL HOMBRE

1 Del maestro de coro. Con la cítara de Gat. Salmo de David.

2 ¡Señor, nuestro Dios,
qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!
Quiero adorar tu majestad sobre el cielo:
3 con la alabanza de los niños
y de los más pequeños,
erigiste una fortaleza contra tus adversarios
para reprimir al enemigo y al rebelde.

4 Al ver el cielo, obra de tus manos,
la luna y la estrellas que has creado:
5 ¿qué es el hombre para que pienses en él,
el ser humano para que lo cuides?

6 Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y esplendor;
7 le diste dominio sobre la obra de tus manos,
todo lo pusiste bajo sus pies:
8 todos los rebaños y ganados,
y hasta los animales salvajes;
9 las aves del cielo, los peces del mar
y cuanto surca los senderos de las aguas.

10 ¡Señor, nuestro Dios,
qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!
 
Capítulo 9: Salmo 9

EL SEÑOR, JUEZ DE LAS NACIONES

La versión griega de los Setenta -seguida por la Vulgata- considera como una unidad los Salmos 9 y 10 del texto hebreo: de allí proviene la diferencia de numeración a la que se alude en la nota del Sal. 10. El ordenamiento "alfabético" de los versos indica que la división introducida en el texto hebreo es artificial y que, en realidad, se trata de un solo poema de estructura bastante compleja.
La primera parte es un canto de acción de gracias, en el que se intercalan algunos motivos hímnicos (9. 6-13, 16-17). La segunda es una súplica al Señor, que aparentemente permanece impasible (10. 1) frente a los atropellos cometidos por los malvados. El Salmo concluye con una referencia a la realeza del Señor (10. 16) y con una expresión de confianza en el Dios que protege a los humildes y salva a los oprimidos (10. 17-18).

1 Del maestro de coro. Para oboes y arpa. Salmo de David.

Acción de gracias por la justicia de Dios

Alef 2 Te doy gracias, Señor, de todo corazón
y proclamaré todas tus maravillas.

3 Quiero alegrarme y regocijarme en ti,
y cantar himnos a tu Nombre, Altísimo.

Bet 4 Cuando retrocedían mis enemigos,
tropezaron y perecieron delante de ti,
5 porque tú defendiste mi derecho y mi causa,
sentándote en el trono como justo Juez.

Guímel 6 Escarmentaste a las naciones,
destruiste a los impíos
y borraste sus nombres para siempre;
7 desapareció el enemigo: es una ruina irreparable;
arrasaste las ciudades, y se perdió hasta su recuerdo.

He 8 Pero el Señor reina eternamente
y establece su trono para el juicio:
9 él gobierna al mundo con justicia
y juzga con rectitud a las naciones.

Vau 10 El Señor es un baluarte para el oprimido,
un baluarte en los momentos de peligro.

11 ¡Confíen en ti los que veneran tu Nombre,
porque tú no abandonas a los que te buscan!

Zain 12 Canten al Señor, que reina en Sión,
proclamen entre los pueblos sus proezas.

13 Porque él pide cuenta de la sangre,
se acuerda de los pobres y no olvida su clamor.

Jet 14 El Señor se apiadó de mí, contempló mi aflicción;
me tomó y me alzó de las puertas de la Muerte,
15 para que pudiera proclamar sus alabanzas
y alegrarme por su victoria en las puertas de Sión.

La derrota de los impíos

Tet 16 Los pueblos se han hundido en la fosa que abrieron,
su pie quedó atrapado en la red que ocultaron.

17 El Señor se dio a conocer, hizo justicia,
y el impío se enredó en sus propias obras.

Sordina
Pausa
Iod 18 Vuelvan al Abismo los malvados,
todos los pueblos que se olvidan de Dios.

Caf 19 Porque el pobre no será olvidado para siempre
ni se malogra eternamente la esperanza del humilde.

20 ¡Levántate, Señor!
Que los hombres no se envanezcan,
y las naciones sean juzgadas en tu presencia.

21 Infúndeles pánico, Señor,
para que aprendan que no son más que hombres. Pausa
 
Capítulo 10: Salmo 10

La arrogancia y la prepotencia de los malvados

Lámed 1 ¿Por qué te quedas lejos, Señor,
y te ocultas en los momentos de peligro?

2 El pobre se consume por la soberbia del malvado
y queda envuelto en las intrigas tramadas contra él.

Nun 3 Porque el malvado se jacta de su ambición,
el codicioso blasfema y menosprecia al Señor;
4 el impío exclama en el colmo de su arrogancia:
"No hay ningún Dios que me pida cuenta".
Esto es lo único que piensa.

5 Sus caminos prosperan constantemente;
tus juicios, allá arriba, lo tienen sin cuidado;
elimina de un soplo a todos sus rivales
6 y se dice a sí mismo: "No vacilaré,
seré siempre feliz, no tendré contrariedades".

Pe 7 Su boca está llena de maldiciones,
de engaños y de violencias;
detrás de sus palabras hay malicia y opresión;
8 se pone al acecho en los poblados
y mata al inocente en lugares ocultos.
Ain Sus ojos espían a los débiles;
9 acecha ocultamente como el león en su guarida;
se agazapa para atrapar al pobre,
y lo atrapa arrastrándolo en sus redes.

10 Espía, se inclina, se dobla,
y cae sobre el débil con todas sus fuerzas.

11 Luego piensa: "Dios lo olvida;
aparta su rostro y nunca ve nada".


Súplica al Señor, defensor de los humildes

Cof 12 ¡Levántate, Señor Dios, alza tu mano,
no te olvides de los pobres!

13 ¿Por qué el malvado desprecia a Dios,
pensando que tú no pides cuenta?

Res 14 Pero tú lo estás viendo:
tú consideras los trabajos y el dolor,
para tomarlos en tus propias manos.
El débil se encomienda a ti;
tú eres el protector del huérfano.

Sin 15 ¡Quiebra el brazo del malvado y del impío,
castiga su malicia y no subsistirá!

16 El Señor reina para siempre
y los paganos desaparecerán de la tierra.

Tau 17 Tú, Señor, escuchas los deseos de los pobres,
los reconfortas y les prestas atención.

18 Tú haces justicia al huérfano y al oprimido:
¡que el hombre hecho de tierra no infunda más temor!
 
Capítulo 11: Salmo 11 (10)

LA JUSTICIA DE DIOS, MOTIVO DE CONFIANZA

1 Del maestro de coro. De David.
Yo tengo mi refugio en el Señor,
¿cómo pueden decirme entonces:
"Escapa a la montaña como un pájaro,
2 porque los malvados tienden su arco
y ajustan sus flechas a la cuerda,
para disparar desde la penumbra
contra los rectos de corazón?

3 Cuando ceden los cimientos,
¿qué puede hacer el justo?".

4 Pero el Señor está en su santo Templo,
el Señor tiene su trono en el cielo.
Sus ojos observan el mundo,
sus pupilas examinan a los hombres:
5 el Señor examina al justo y al culpable,
y odia al que ama la violencia.

6 Que él haga llover brasas y azufre
sobre los impíos,
y les toque en suerte un viento abrasador.

7 Porque el Señor es justo y ama la justicia,
y los que son rectos verán su rostro.
 
Capítulo 12: Salmo 12 (11)

EL CLAMOR DE LOS JUSTOS FRENTE A LA MENTIRA Y LA SOBERBIA

1 Del maestro de coro. En octava. Salmo de David.

Súplica apremiante

2 ¡Sálvanos, Señor, porque ya no hay gente buena,
ha desaparecido la lealtad entre los hombres!

3 No hacen más que mentirse unos a otros,
hablan con labios engañosos y doblez de corazón.

4 Que el Señor elimine los labios engañosos
y las lenguas jactanciosas de los que dicen:
5 "En la lengua está nuestra fuerza;
nuestros labios nos defienden, ¿quién nos dominará?".

Respuesta del Señor

6 "Por los sollozos del humilde
y los gemidos del pobre,
ahora me levantaré –dice el Señor–
y daré mi ayuda al que suspira por ella".

7 Las promesas del Señor son sinceras
como plata purificada en el crisol,
depurada siete veces.

8 Tú nos protegerás, Señor,
nos preservarás para siempre de esa gente;
9 por todas partes merodean los malvados
y se encumbran los hombres más indignos.
 
Capítulo 13: Salmo 13 (12)

SÚPLICA EN UNA SITUACIÓN ANGUSTIOSA

1 Del maestro de coro. Salmo de David.

2 ¿Hasta cuándo me tendrás olvidado, Señor?
¿Eternamente?
¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?

3 ¿Hasta cuándo mi alma estará acongojada
y habrá pesar en mi corazón, día tras día?
¿Hasta cuándo mi enemigo prevalecerá sobre mí?

4 ¡Mírame, respóndeme, Señor, Dios mío!
Ilumina mis ojos,
para que no caiga en el sueño de la muerte,
5 para que mi enemigo no pueda decir:
"Lo he vencido",
ni mi adversario se alegre de mi fracaso.

6 Yo confío en tu misericordia:
que mi corazón se alegre porque me salvaste.
¡Cantaré al Señor porque me ha favorecido!
 
Capítulo 14: Salmo 14 (13)

LA INSENSATEZ DE LOS QUE OLVIDAN A DIOS

1 Del maestro de coro. De David.
El necio se dice a sí mismo:
"No hay Dios".
Todos están pervertidos,
hacen cosas abominables,
nadie practica el bien.

2 El Señor observa desde el cielo
a los seres humanos,
para ver si hay alguien que sea sensato,
alguien que busque a Dios.

3 Todos están extraviados,
igualmente corrompidos;
nadie practica el bien,
ni siquiera uno solo.

4 ¿Nunca aprenderán los malvados,
los que devoran a mi pueblo
como si fuera pan,
y no invocan al Señor?

5 Miren cómo tiemblan de espanto,
porque Dios está a favor de los justos.

6 Ustedes se burlan de las aspiraciones del pobre,
pero el Señor es su refugio.

7 ¡Ojalá venga desde Sión
la salvación de Israel!
Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo,
se alegrará Jacob,
se regocijará Israel.
 
Capítulo 15: Salmo 15 (14)

CONDICIONES PARA ACERCARSE AL SEÑOR

1 Salmo de David.
Señor, ¿quién se hospedará en tu Carpa?,
¿quién habitará en tu santa Montaña?

2 El que procede rectamente
y practica la justicia;
el que dice la verdad de corazón
3 y no calumnia con su lengua.
El que no hace mal a su prójimo
ni agravia a su vecino,
4 el que no estima a quien Dios reprueba
y honra a los que temen al Señor.
El que no se retracta de lo que juró,
aunque salga perjudicado;
5 el que no presta su dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que procede así, nunca vacilará.
 
Capítulo 16: Salmo 16 (15)

EL SEÑOR, HERENCIA Y FELICIDAD DE SUS AMIGOS

1 Mictán de David.
Protégeme, Dios mío,
porque me refugio en ti.

2 Yo digo al Señor:
"Señor, tú eres mi bien,
no hay nada superior a ti".

3 Ellos, en cambio, dicen a los dioses de la tierra:
"Mis príncipes, ustedes son toda mi alegría".

4 Multiplican sus ídolos y corren tras ellos,
pero yo no les ofreceré libaciones de sangre,
ni mis labios pronunciarán sus nombres.

5 El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡tú decides mi suerte!

6 Me ha tocado un lugar de delicias,
estoy contento con mi herencia.

7 Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!

8 Tengo siempre presente al Señor:
él está a mi lado, nunca vacilaré.

9 Por eso mi corazón se alegra,
se regocijan mis entrañas
y todo mi ser descansa seguro:
10 porque no me entregarás a la Muerte
ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro.

11 Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna a tu derecha.
 
Capítulo 17: Salmo 17 (16)

SÚPLICA DEL JUSTO EN LA PERSECUCIÓN

1 Oración de David.
Escucha, Señor, mi justa demanda,
atiende a mi clamor;
presta oído a mi plegaria,
porque en mis labios no hay falsedad.

2 Tú me harás justicia,
porque tus ojos ven lo que es recto:
3 si examinas mi corazón
y me visitas por las noches,
si me pruebas al fuego,
no encontrarás malicia en mí.
Mi boca no se excedió
4 ante los malos tratos de los hombres;
yo obedecí fielmente a tu palabra,
5 y mis pies se mantuvieron firmes
en los caminos señalados:
¡mis pasos nunca se apartaron de tus huellas!
6 Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes:
inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.

7 Muestra las maravillas de tu gracia,
tú que salvas de los agresores
a los que buscan refugio a tu derecha.

8 Protégeme como a la pupila de tus ojos;
escóndeme a la sombra de tus alas
9 de los malvados que me acosan,
del enemigo mortal que me rodea.

10 Se han encerrado en su obstinación,
hablan con arrogancia en los labios;
11 sus pasos ya me tienen cercado,
se preparan para derribarme por tierra,
12 como un león ávido de presa,
como un cachorro agazapado en su guarida.

13 Levántate, Señor, enfréntalo, doblégalo;
líbrame de los malvados con tu espada,
14 y con tu mano, Señor, sálvame de los hombres:
de los mortales que lo tienen todo en esta vida.
Llénales el vientre con tus riquezas;
que sus hijos también queden hartos
y dejen el resto para los más pequeños.

15 Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro,
y al despertar, me saciaré de tu presencia.
 
Capítulo 18: Salmo 18 (17)

ACCIÓN DE GRACIAS DEL REY DESPUÉS DE LA VICTORIA

1 Del maestro de coro. De David, el servidor del Señor, que dirigió al Señor las palabras de este canto, cuando él lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.

2 Dijo:

Profesión de confianza en Dios
Yo te amo, Señor, mi fuerza,
3 Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador,
mi Dios, el peñasco en que me refugio,
mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte.

4 Invoqué al Señor, que es digno de alabanza
y quedé a salvo de mis enemigos.

La descripción del peligro

5 Las olas de la Muerte me envolvieron,
me aterraron los torrentes devastadores,
6 me cercaron los lazos del Abismo,
las redes de la Muerte llegaron hasta mí.

7 Pero en mi angustia invoqué al Señor,
grité a mi Dios pidiendo auxilio,
y él escuchó mi voz desde su Templo,
mi grito llegó hasta sus oídos.

La intervención salvadora de Dios

8 Entonces tembló y se tambaleó la tierra;
vacilaron los fundamentos de las montañas,
y se conmovieron a causa de su furor;
9 de su nariz se alzó una humareda,
de su boca, un fuego abrasador,
y arrojaba carbones encendidos.

10 El Señor inclinó el cielo, y descendió
con un espeso nubarrón bajo sus pies;
11 montó en el Querubín y emprendió vuelo,
planeando sobre las alas del viento.

12 Se envolvió en un manto de tinieblas;
un oscuro aguacero y espesas nubes
lo cubrían como un toldo;
13 las nubes se deshicieron en granizo y centellas
al fulgor de su presencia.

14 El Señor tronaba desde el cielo,
el Altísimo hacía oír su voz;
15 arrojó sus flechas y los dispersó,
multiplicó sus rayos y sembró la confusión.

16 Al proferir tus amenazas, Señor,
al soplar el vendaval de tu ira,
aparecieron los cauces del mar
y quedaron a la vista los cimientos.

17 Él tendió su mano desde lo alto y me tomó,
me sacó de las aguas caudalosas;
18 me libró de mi enemigo poderoso,
de adversarios más fuertes que yo.

19 Ellos me enfrentaron en un día nefasto,
pero el Señor fue mi apoyo:
20 me sacó a un lugar espacioso,
me libró, porque me ama.

21 El Señor me recompensó por mi justicia,
me retribuyó por la inocencia de mis manos:
22 porque seguí fielmente los caminos del Señor,
y no me aparté de mi Dios, haciendo el mal;
23 porque tengo presente todas sus decisiones
y nunca me alejé de sus preceptos.

24 Tuve ante él una conducta irreprochable
y me esforcé por no ofenderlo.

25 El Señor me premió, porque yo era justo
y mis manos eran inocentes a sus ojos.

El Señor, salvador de los justos

26 Tú eres bondadoso con los buenos
y eres íntegro con el hombre intachable;
27 eres sincero con los que son sinceros
y te muestras astuto con los falsos.

28 Porque tú salvas al pueblo oprimido
y humillas los ojos altaneros;
29 tú eres mi lámpara, Señor:
Dios mío, tu iluminas mis tinieblas.
30 Contigo puedo asaltar una muralla;
con mi Dios, puedo escalar cualquier muralla.

31 El camino de Dios es perfecto,
la promesa del Señor es digna de confianza.
El Señor es un escudo para los que se refugian en él,
32 porque ¿quién es Dios fuera del Señor?,
¿y quién es la Roca fuera de nuestro Dios?

La victoria, obra de Dios

33 Él es el Dios que me ciñe de valor
y hace intachable mi camino;
34 el que me da la rapidez de un ciervo
y me afianza en las alturas;
35 el que adiestra mis manos para la guerra
y mis brazos para tender el arco de bronce.

36 Me entregaste tu escudo victorioso
y tu mano derecha me sostuvo;
me engrandeciste con tu triunfo,
37 me hiciste dar largos pasos,
y no se doblaron mis tobillos.

38 Perseguí y alcancé a mis enemigos,
no me volví hasta que fueron aniquilados;
39 los derroté y no pudieron rehacerse,
quedaron abatidos bajo mis pies.

40 Tú me ceñiste de valor para la lucha,
doblegaste ante mí a mis agresores;
41 pusiste en fuga a mis enemigos,
y yo exterminé a mis adversarios.

42 Imploraron, pero nadie los salvó;
gritaban al Señor, pero no les respondía.
43 Los deshice como polvo barrido por el viento,
los pisé como el barro de las calles.

44 Tú me libraste de un ejército incontable
y me pusiste al frente de naciones:
pueblos extraños son mis vasallos.

45 Gente extranjera me rinde pleitesía;
apenas me oyen nombrar, me prestan obediencia.

46 Los extranjeros palidecen ante mí
y, temblando, abandonan sus refugios.

Alabanza final

47 ¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca!
¡Glorificado sea el Dios de mi salvación,
48 el Dios que venga mis agravios
y pone a los pueblos a mis pies!

49 Tú me liberas de mis enemigos,
me haces triunfar de mis agresores
y me libras del hombre violento.

50 Por eso te alabaré entre las naciones
y cantaré, Señor, en honor de tu Nombre.

51 Él concede grandes victorias a su rey
y trata con fidelidad a su Ungido,
a David y a su descendencia para siempre.
 
Capítulo 19: Salmo 19 (18)

LA GLORIA DE DIOS EN SUS OBRAS

1 Del maestro de coro. Salmo de David.

Alabanza de la Creación

2 El cielo proclama la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
3 un día transmite al otro este mensaje
y las noches se van dando la noticia.
4 Sin hablar, sin pronunciar palabras,
sin que se escuche su voz,
5 resuena su eco por toda la tierra
y su lenguaje, hasta los confines del mundo.
Allí puso una carpa para el sol,
6 y este, igual que un esposo que sale de su alcoba,
se alegra como un atleta al recorrer su camino.
7 Él sale de un extremo del cielo,
su órbita llega hasta el otro extremo,
y no hay nada que escape a su calor.

Elogio de la Ley de Dios

8 La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
da sabiduría al simple.

9 Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón;
los mandamientos del Señor son claros,
iluminan los ojos.

10 La palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos.

11 Son más atrayentes que el oro,
que el oro más fino;
más dulces que la miel,
más que el jugo del panal.

12 También a mí me instruyen:
observarlos es muy provechoso.

13 Pero ¿quién advierte sus propios errores?
Purifícame de las faltas ocultas.

14 Presérvame, además, del orgullo,
para que no me domine:
entonces seré irreprochable
y me veré libre de ese gran pecado.

15 ¡Ojalá sean de tu agrado
las palabras de mi boca,
y lleguen hasta ti mis pensamientos,
Señor, mi Roca y mi redentor!
 
Capítulo 20: Salmo 20 (19)

ORACIÓN POR EL REY

1 Del maestro de coro. Salmo de David.

Súplica para alcanzar la victoria

2 El Señor te haga triunfar
en el momento del peligro,
que el nombre del Dios de Jacob sea tu baluarte.

3 Que él te auxilie desde su Santuario
y te proteja desde Sión;
4 que se acuerde de todas tus ofrendas
y encuentre aceptables tus holocaustos.

Pausa

5 Que satisfaga todos tus deseos
y cumpla todos tus proyectos,
6 para que aclamemos tu victoria
y alcemos los estandartes
en nombre de nuestro Dios.
¡Que el Señor te conceda todo lo que pides!

Seguridad de alcanzar la victoria

7 Ahora sé que el Señor
ha dado la victoria a su Ungido,
lo ha hecho triunfar desde su santo cielo
con las proezas de su mano salvadora.

8 Unos se fían de sus carros y otros de sus caballos,
pero nuestra fuerza está en el nombre
de nuestro Dios.

9 Ellos tropezaron y cayeron,
mientras nosotros nos mantuvimos erguidos
y confiados.

10 ¡Señor, concede la victoria al rey,
escúchanos cuando te invocamos!
 
Capítulo 21: Salmo 21 (20)

ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA DEL REY

1 Del maestro de coro. Salmo de David.

La alegría del triunfo

2 Señor, el rey se regocija por tu fuerza,
¡y cuánto se alegra por tu victoria!

3 Tú has colmado los deseos de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Pausa

4 Porque te anticipas a bendecirlo con el éxito
y pones en su cabeza una corona de oro puro.

5 Te pidió larga vida y se la diste:
días que se prolongan para siempre.

6 Su gloria se acrecentó por tu triunfo,
tú lo revistes de esplendor y majestad;
7 le concedes incesantes bendiciones,
lo colmas de alegría en tu presencia.

8 Sí, el rey confía en el Señor
y con la gracia del Altísimo no vacilará.

Confianza en la victoria definitiva

9 Tu mano alcanzará a todos tus enemigos,
tu derecha vencerá a los que te odian.

10 Los convertirás en un horno encendido,
cuando se manifieste tu presencia.
El Señor los consumirá con su enojo,
el fuego los destruirá por completo:
11 eliminarás su estirpe de la tierra,
y a sus descendientes de entre los hombres.

12 Ellos trataron de hacerte mal,
urdieron intrigas, pero sin resultado:
13 porque tú harás que vuelvan la espalda,
apuntándoles a la cara con tus arcos.

14 ¡Levántate, Señor, con tu fuerza,
para que cantemos y celebremos tus proezas!
 
Capítulo 22: Salmo 22 (21)

ORACIÓN DEL JUSTO PERSEGUIDO

1 Del maestro de coro. Según la melodía de "La cierva de la aurora". Salmo de David.

Angustioso llamado al Señor

2 Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
¿Por qué estás lejos
de mi clamor y mis gemidos?

3 Te invoco de día, y no respondes,
de noche, y no encuentro descanso;
4 y sin embargo, tú eres el Santo,
que reinas entre las alabanzas de Israel.

5 En ti confiaron nuestros padres:
confiaron, y tú los libraste;
6 clamaron a ti y fueron salvados,
confiaron en ti y no quedaron defraudados.

Vívida descripción de los sufrimientos

7 Pero yo soy un gusano, no un hombre;
la gente me escarnece
y el pueblo me desprecia;
8 los que me ven, se burlan de mí,
hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo:
9 "Confió en el Señor, que él lo libre;
que lo salve, si lo quiere tanto".

10 Tú, Señor, me sacaste del seno materno,
me confiaste al regazo de mi madre;
11 a ti fui entregado desde mi nacimiento,
desde el seno de mi madre, tú eres mi Dios.

12 No te quedes lejos, porque acecha el peligro
y no hay nadie para socorrerme.

13 Me rodea una manada de novillos,
me acorralan toros de Basán;
14 abren sus fauces contra mí
como leones rapaces y rugientes.

15 Soy como agua que se derrama
y todos mis huesos están dislocados;
mi corazón se ha vuelto como cera
y se derrite en mi interior;
16 mi garganta está seca como una teja
y la lengua se me pega al paladar.

17 Me rodea una jauría de perros,
me asalta una banda de malhechores;
taladran mis manos y mis pies
16c y me hunden en el polvo de la muerte.

18 Yo puedo contar todos mis huesos;
ellos me miran con aire de triunfo,
19 se reparten entre sí mi ropa
y sortean mi túnica.

Súplica para alcanzar la liberación

20 Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme.

21 Libra mi cuello de la espada
y mi vida de las garras del perro.

22 Sálvame de la boca del león,
salva a este pobre de los toros salvajes.

Acción de gracias por la liberación

23 Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos,
te alabaré en medio de la asamblea:
24 "Alábenlo, los que temen al Señor;
glorifíquenlo, descendientes de Jacob;
témanlo, descendientes de Israel.

25 Porque él no ha mirado con desdén
ni ha despreciado la miseria del pobre:
no le ocultó su rostro
y lo escuchó cuando pidió auxilio".

26 Por eso te alabaré en la gran asamblea
y cumpliré mis votos delante de los fieles:
27 los pobres comerán hasta saciarse
y los que buscan al Señor lo alabarán.
¡Que sus corazones vivan para siempre!

Alabanza final

28 Todos los confines de la tierra
se acordarán y volverán al Señor;
todas las familias de los pueblos
se postrarán en su presencia.

29 Porque sólo el Señor es rey
y él gobierna a las naciones.

30 Todos los que duermen en el sepulcro
se postrarán en su presencia;
todos los que bajaron a la tierra
doblarán la rodilla ante él,
y los que no tienen vida
31 glorificarán su poder.
Hablarán del Señor a la generación futura,
32 anunciarán su justicia
a los que nacerán después,
porque esta es la obra del Señor.
 
Capítulo 23: Salmo 23 (22)

EL BUEN PASTOR

1 Salmo de David.
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.

2 Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
3 y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.

4 Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.

5 Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.

6 Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.
 
Capítulo 24: Salmo 24 (23)

LITURGIA DE ENTRADA EN EL TEMPLO

1 Salmo de David.

Canto inicial

Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
el mundo y todos sus habitantes,
2 porque él la fundó sobre los mares,
él la afirmó sobre las corrientes del océano.

Condiciones para un verdadero culto

3 ¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor
y permanecer en su recinto sagrado?

4 El que tiene las manos limpias
y puro el corazón;
el que no rinde culto a los ídolos
ni jura falsamente:
5 él recibirá la bendición del Señor,
la recompensa de Dios, su salvador.

6 Así son los que buscan al Señor,
los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.

Pausa

La entrada de Dios en su Santuario

7 ¡Puertas, levanten sus dinteles,
levántense, puertas eternas,
para que entre el Rey de la gloria!

8 ¿Y quién es ese Rey de la gloria?
Es el Señor, el fuerte, el poderoso,
el Señor poderoso en los combates.

9 ¡Puertas, levanten sus dinteles,
levántense, puertas eternas,
para que entre el Rey de la gloria!

10 ¿Y quién es ese Rey de la gloria?
El Rey de la gloria
es el Señor de los ejércitos.

Pausa
 
Capítulo 25: Salmo 25 (24)

Salmo 25 (24) SÚPLICA PARA CONOCER LOS CAMINOS DE DIOS

En medio de la soledad y la aflicción (v. 16), el salmista apela confiadamente a la misericordia divina (v. 6). Su petición se fundamenta en una serie de reflexiones sobre la bondad del Señor, que enseña su camino a los pecadores y a los humildes (vs. 8-9). El artificio "alfabético" -frecuente en los Salmos de tono sapiencial- hace que las ideas se sucedan con bastante libertad, sin una conexión demasiado evidente.

1 De David.

Invocación y profesión de confianza

Alef A ti, Señor, elevo mi alma,
Bet 2 Dios mío, yo pongo en ti mi confianza;
¡que no tenga que avergonzarme
ni se rían de mí mis enemigos!

Guímel 3 Ninguno de los que esperan en ti
tendrá que avergonzarse:
se avergonzarán los que traicionan en vano.

Apelación a la bondad divina

Dálet 4 Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos.

He 5 Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador,
Vau y yo espero en ti todo el día.

Zain 6 Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor,
porque son eternos.

Jet 7 No recuerdes los pecados ni las rebeldías de mi juventud:
por tu bondad, Señor, acuérdate de mi según tu fidelidad.

Tet 8 El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados;
Iod 9 él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres.

Caf 10 Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad,
para los que observan los preceptos de su alianza.

Lámed 11 ¡Por el honor de tu Nombre, Señor,
perdona mi culpa, aunque es muy grande!

Reflexión sobre el temor de Dios

Mem 12 ¿Hay alguien que teme al Señor?
Él le indicará el camino que debe elegir:
Nun 13 su alma descansará feliz
y su descendencia poseerá la tierra.

Sámec 14 El Señor da su amistad a los que lo temen
y les hace conocer su alianza.

Ain 15 Mis ojos están siempre fijos en el Señor,
porque él sacará mis pies de la trampa.

Insistencia en la súplica

Pe 16 Mírame, Señor, y ten piedad de mí,
porque estoy solo y afligido:
Sade 17 alivia las angustias de mi corazón,
y sácame de mis tribulaciones.

Cof 18 Mira mi aflicción y mis fatigas,
y perdona todos mis pecados.

Res 19 Mira qué numerosos son mis enemigos
y qué violento es el odio que me tienen.

Sin 20 Defiende mi vida y líbrame:
que no me avergüence de haber confiado en ti;
Tau 21 la integridad y la rectitud me protegen,
porque yo espero en ti, Señor.

* * *

22 Salva, Dios mío, a Israel
de todas sus angustias.
 
Capítulo 26: Salmo 26 (25)

APELACIÓN A LA JUSTICIA DE DIOS

1 De David.

Súplica inicial

Júzgame, Señor,
porque he procedido con integridad.
Yo he confiado en el Señor,
sin desviarme jamás.

2 Examíname, Señor, y pruébame,
sondea hasta lo más íntimo de mi ser;
3 porque tu amor está siempre ante mis ojos,
y yo camino en tu verdad.

Afirmación de la propia inocencia

4 No me reúno con la gente falsa
ni me doy con los hipócritas;
5 odio la compañía de los malhechores
y no me uno a los malvados.

6 Por eso lavo mis manos en señal de inocencia
y doy vueltas alrededor de tu altar,
7 proclamando tu alabanza en alta voz
y narrando tus maravillas.

8 Yo amo la Casa donde habitas,
el lugar donde reside tu gloria.

Reiteración de la súplica

9 No me incluyas entre los pecadores
ni entre los hombres sanguinarios:
10 ellos tienen las manos llenas de infamia,
y su derecha está repleta de sobornos.

11 Yo, en cambio, procedo íntegramente:
líbrame y concédeme tu gracia.

12 Mis pies están firmes sobre el camino llano,
y en la asamblea bendeciré al Señor.
 
Capítulo 27: Salmo 27 (26)

LA SEGURIDAD DEL QUE CONFÍA EN EL SEÑOR

1 De David.

Expresión de confianza en Dios

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?

2 Cuando se alzaron contra mí los malvados
para devorar mi carne,
fueron ellos, mis adversarios y enemigos,
los que tropezaron y cayeron.

3 Aunque acampe contra mí un ejército,
mi corazón no temerá;
aunque estalle una guerra contra mí,
no perderé la confianza.

4 Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo.

5 Sí, él me cobijará en su Tienda de campaña
en el momento del peligro;
me ocultará al amparo de su Carpa
y me afirmará sobre una roca.

6 Por eso tengo erguida mi cabeza
frente al enemigo que me hostiga;
ofreceré en su Carpa sacrificios jubilosos,
y cantaré himnos al Señor.

Súplica en la persecución

7 ¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz,
apiádate de mí y respóndeme!

8 Mi corazón sabe que dijiste:
"Busquen mi rostro".
Yo busco tu rostro, Señor,
9 no lo apartes de mí.
No alejes con ira a tu servidor,
tú, que eres mi ayuda;
no me dejes ni me abandones,
mi Dios y mi salvador.

10 Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me recibirá.

11 Indícame, Señor, tu camino
y guíame por un sendero llano,
porque tengo muchos enemigos.

12 No me entregues a la furia de mis adversarios,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
hombres que respiran violencia.

13 Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.

14 Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.
 
Capítulo 28: Salmo 28 (27)

SÚPLICA Y ACCIÓN DE GRACIAS

1 De David.
Yo te invoco, Señor;
tú eres mi Roca, no te quedes callado,
porque si no me respondes,
seré como los que bajan al sepulcro.

2 Oye la voz de mi plegaria,
cuando clamo hacia ti,
cuando elevo mis manos hacia tu Santuario.

3 No me arrastres con los malvados
ni con los que hacen el mal:
con los que hablan de paz a su prójimo,
mientras su corazón está lleno de maldad.

4 Trátalos conforme a sus acciones,
como corresponde a su mala conducta;
trátalos según la obra de sus manos,
págales su merecido.

5 Ellos no valoran lo que hace el Señor
ni la obra de sus manos:
por eso él los derribará
y no volverá a edificarlos.

6 Bendito sea el Señor,
porque oyó la voz de mi plegaria;
7 el Señor es mi fuerza y mi escudo,
mi corazón confía en él.
Mi corazón se alegra porque recibí su ayuda:
por eso le daré gracias con mi canto.

* * *

8 El Señor es la fuerza de su pueblo,
el baluarte de salvación para su Ungido.

9 Salva a tu pueblo y bendice a tu herencia;
apaciéntalos y sé su guía para siempre.
 
Capítulo 29: Salmo 29 (28)

LA GRANDEZA DEL SEÑOR REVELADA EN LA TEMPESTAD

1 Salmo de David.
¡Aclamen al Señor, hijos de Dios,
aclamen la gloria y el poder del Señor!

2 ¡Aclamen la gloria del nombre del Señor,
adórenlo al manifestarse su santidad!

3 ¡La voz del Señor sobre las aguas!
El Dios de la gloria hace oír su trueno:
el Señor está sobre las aguas torrenciales.

4 ¡La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es majestuosa!

5 La voz del Señor parte los cedros,
el Señor parte los cedros del Líbano;
6 hace saltar al Líbano como a un novillo
y al Sirión como a un toro salvaje.

7 La voz del Señor lanza llamas de fuego;
8 la voz del Señor hace temblar el desierto,
el Señor hace temblar el desierto de Cades.

9 La voz del Señor retuerce las encinas,
el Señor arrasa las selvas.
En su Templo, todos dicen: "¡Gloria!".

10 El Señor tiene su trono
sobre las aguas celestiales,
el Señor se sienta en su trono de Rey eterno.

11 El Señor fortalece a su pueblo,
él bendice a su pueblo con la paz.
 
Capítulo 30: Salmo 30 (29)

ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE UNA GRAVE ENFERMEDAD

1 Salmo Canto para la Dedicación del Templo. De David.

2 Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste
y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.

3 Señor, Dios mío, clamé a ti y tú me sanaste.
4 Tú, Señor, me levantaste del Abismo
y me hiciste revivir,
cuando estaba entre los que bajan al sepulcro.

5 Canten al Señor, sus fieles;
den gracias a su santo Nombre,
6 porque su enojo dura un instante,
y su bondad, toda la vida:
si por la noche se derraman lágrimas,
por la mañana renace la alegría.
7 Yo pensaba muy confiado:
"Nada me hará vacilar".

8 Pero eras tú, Señor, con tu gracia,
el que me afirmaba sobre fuertes montañas,
y apenas ocultaste tu rostro,
quedé conturbado.

9 Entonces te invoqué, Señor,
e imploré tu bondad:
10 "¿Qué se ganará con mi muerte
o con que yo baje al sepulcro?
¿Acaso el polvo te alabará
o proclamará tu fidelidad?

11 Escucha, Señor, ten piedad de mí;
ven a ayudarme, Señor".

12 Tú convertiste mi lamento en júbilo,
me quitaste el luto y me vestiste de fiesta,
13 para que mi corazón te cante sin cesar.
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!
 
Capítulo 31: Salmo 31 (30)

ORACIÓN CONFIADA EN UN MOMENTO DE ANGUSTIA

1 Del maestro de coro. Salmo de David.

Súplica inicial

2 Yo me refugio en ti, Señor,
¡que nunca me vea defraudado!
Líbrame, por tu justicia;
3 inclina tu oído hacia mí
y ven pronto a socorrerme.
Sé para mí una roca protectora,
un baluarte donde me encuentre a salvo,
4 porque tú eres mi Roca y mi baluarte:
por tu Nombre, guíame y condúceme.

5 Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi refugio.

6 Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.

7 Yo detesto a los que veneran ídolos vanos
y confío en el Señor.

8 ¡Tu amor será mi gozo y mi alegría!
Cuando tú viste mi aflicción
y supiste que mi vida peligraba,
9 no me entregaste al poder del enemigo,
me pusiste en un lugar espacioso.

Descripción de los peligros

10 Ten piedad de mí, Señor,
porque estoy angustiado:
mis ojos, mi garganta y mis entrañas
están extenuados de dolor.

11 Mi vida se consume de tristeza,
mis años, entre gemidos;
mis fuerzas decaen por la aflicción
y mis huesos están extenuados.

12 Soy la burla de todos mis enemigos
y la irrisión de mis propios vecinos;
para mis amigos soy motivo de espanto,
los que me ven por la calle huyen de mí.

13 Como un muerto, he caído en el olvido,
me he convertido en una cosa inútil.

14 Oigo los rumores de la gente
y amenazas por todas partes,
mientras se confabulan contra mí
y traman quitarme la vida.

Expresión de confianza

15 Pero yo confío en ti, Señor,
y te digo: "Tú eres mi Dios,
16 mi destino está en tus manos".
Líbrame del poder de mis enemigos
y de aquellos que me persiguen.

17 Que brille tu rostro sobre tu servidor,
sálvame por tu misericordia;
18 Señor, que no me avergüence
de haberte invocado.
Que se avergüencen los malvados
y bajen mudos al Abismo;
19 que enmudezcan los labios mentirosos,
los que profieren insolencias contra el justo
con soberbia y menosprecio.

Acción de gracias por la liberación

20 ¡Qué grande es tu bondad, Señor!
Tú la reservas para tus fieles;
y la brindas a los que se refugian en ti,
en la presencia de todos.

21 Tú los ocultas al amparo de tu rostro
de las intrigas de los hombres;
y los escondes en tu Tienda de campaña,
lejos de las lenguas pendencieras.

22 ¡Bendito sea el Señor!
Él me mostró las maravillas de su amor
en el momento del peligro.

23 En mi turbación llegué a decir:
"He sido arrojado de tu presencia".
Pero tú escuchaste la voz de mi súplica,
cuando yo te invocaba.

24 Amen al Señor, todos sus fieles,
porque él protege a los que son leales
y castiga con severidad a los soberbios.
25 Sean fuertes y valerosos,
todos los que esperan en el Señor.
 
Capítulo 32: Salmo 32 (31)

LA FELICIDAD DEL QUE HA SIDO PERDONADO POR DIOS

1 De David. Poema.

Acción de gracias por el perdón obtenido
¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado
y liberado de su falta!

2 ¡Feliz el hombre a quien el Señor
no le tiene en cuenta las culpas,
y en cuyo espíritu no hay doblez!

3 Mientras me quedé callado,
mis huesos se consumían
entre continuos lamentos,
4 porque de día y de noche
tu mano pesaba sobre mí;
mi savia se secaba por los ardores del verano. Pausa

5 Pero yo reconocí mi pecado,
no te escondí mi culpa,
pensando: "Confesaré mis faltas al Señor".
¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado! Pausa

6 Por eso, que todos tus fieles te supliquen
en el momento de la angustia;
y cuando irrumpan las aguas caudalosas
no llegarán hasta ellos.

7 Tú eres mi refugio,
tú me libras de los peligros
y me colmas con la alegría de la salvación. Pausa

Llamado a la reflexión

8 Yo te instruiré,
te enseñaré el camino que debes seguir;
con los ojos puestos en ti, seré tu consejero.

9 No sean irracionales como el caballo y la mula,
cuyo brío hay que contener con el bozal y el freno
para poder acercarse.

10 ¡Cuántos son los tormentos del malvado!
Pero el Señor cubrirá con su amor
al que confía en él.

11 ¡Alégrense en el Señor, regocíjense los justos!
¡Canten jubilosos los rectos de corazón!
 
Capítulo 33: Salmo 33 (32)

HIMNO DE ALABANZA AL PODER DE DIOS

Invitación inicial

1 Aclamen, justos, al Señor:
es propio de los buenos alabarlo.

2 Alaben al Señor con la cítara,
toquen en su honor el arpa de diez cuerdas;
3 entonen para él un canto nuevo,
toquen con arte, profiriendo aclamaciones.

La Palabra creadora de Dios

4 Porque la palabra del Señor es recta
y él obra siempre con lealtad;
5 él ama la justicia y el derecho,
y la tierra está llena de su amor.

6 La palabra del Señor hizo el cielo,
y el aliento de su boca, los ejércitos celestiales;
7 él encierra en un cántaro las aguas del mar
y pone en un depósito las olas del océano.

8 Que toda la tierra tema al Señor,
y tiemblen ante él los habitantes del mundo;
9 porque él lo dijo, y el mundo existió,
él dio una orden, y todo subsiste.

Los planes de la Providencia divina

10 El Señor frustra el designio de las naciones
y deshace los planes de los pueblos,
11 pero el designio del Señor
permanece para siempre,
y sus planes, a lo largo de las generaciones.

12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se eligió como herencia!

13 El Señor observa desde el cielo
y contempla a todos los hombres;
14 él mira desde su trono
a todos los habitantes de la tierra;
15 modela el corazón de cada uno
y conoce a fondo todas sus acciones.

16 El rey no vence por su mucha fuerza
ni se libra el guerrero por su gran vigor;
17 de nada sirven los caballos para la victoria:
a pesar de su fuerza no pueden salvar.
18 Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia,
19 para librar sus vidas de la muerte
y sustentarlos en el tiempo de indigencia.

Expresión de confianza

20 Nuestra alma espera en el Señor:
él es nuestra ayuda y nuestro escudo.

21 Nuestro corazón se regocija en él:
nosotros confiamos en su santo Nombre.

22 Señor, que tu amor descienda sobre nosotros,
conforme a la esperanza que tenemos en ti.
 
Capítulo 34: Salmo 34 (33)

Salmo 34 (33) CANTO DE ACCIÓN DE GRACIAS

Este poema "alfabético" es un canto de acción de gracias, en el que se refleja, además, una preocupación acentuadamente didáctica: el salmista recurre al estilo de los sabios (Prov. 2. 1; 3. 1), para enseñar a los fieles que la vida y la felicidad se encuentran en el temor del Señor y en la práctica del bien (vs. 12-23).

1 De David. Cuando se fingió demente delante de Abimélec, y tuvo que irse, echado por él.

Reconocimiento de la bondad de Dios

Alef 2 Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.

Bet 3 Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.

Guímel 4 Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.

Dálet 5 Busqué al Señor: él me respondió
y me libró de todos mis temores.

He 6 Miren hacia él y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.

Zain 7 Este pobre hombre invocó al Señor:
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

Jet 8 El Ángel del Señor acampa
en torno de sus fieles, y los libra.

Tet 9 ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en él se refugian!

Iod 10 Teman al Señor, todos sus santos,
porque nada faltará a los que lo temen.

Caf 11 Los ricos se empobrecen y sufren hambre,
pero los que buscan al Señor no carecen de nada.

Exhortación a la práctica del bien

Lámed 12 Vengan, hijos, escuchen:
voy a enseñarles el temor del Señor.

Mem 13 ¿Quién es el hombre que ama la vida
y desea gozar de días felices?

Nun 14 Guarda tu lengua del mal,
y tus labios de palabras mentirosas.

Sámec 15 Apártate del mal y practica el bien,
busca la paz y sigue tras ella.

Ain 16 Los ojos del Señor miran al justo
y sus oídos escuchan su clamor;
Pe 17 pero el Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.

Sade 18 Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.

Cof 19 El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.

Res 20 El justo padece muchos males,
pero el Señor lo libra de ellos.

Sin 21 Él cuida todos sus huesos,
no se quebrará ni uno solo.

Tau 22 La maldad hará morir al malvado,
y los que odian al justo serán castigados;
Vau 23 Pero el Señor rescata a sus servidores,
y los que se refugian en él no serán castigados.
 
Capítulo 35: Salmo 35 (34)

ORACIÓN DE UN INOCENTE ACUSADO Y PERSEGUIDO

1 De David.

Pedido de auxilio contra los perseguidores

Combate, Señor, a los que me atacan,
pelea contra los que me hacen la guerra.

2 Toma el escudo y el broquel,
levántate y ven en mi ayuda;
3 empuña la lanza y la jabalina
para enfrentar a mis perseguidores;
dime: "Yo soy tu salvación".

4 Que sufran una derrota humillante
los que intentan quitarme la vida;
que vuelvan la espalda confundidos
los que traman mi perdición.

5 Que sean como la paja ante el viento,
mientras el Ángel del Señor los arrastra;
6 que su camino sea oscuro y resbaladizo,
mientras el Ángel del Señor los persigue.

7 Porque me tendieron sus redes sin motivo
y me cavaron una fosa mortal:
8 ¡que los sorprenda un desastre imprevisto;
que sean atrapados por sus propias redes,
y caigan en la fosa que ellos mismos cavaron!

9 Pero yo me alegraré en el Señor,
me regocijaré por su victoria;
10 todo mi ser proclamará:
"Señor, no hay nadie igual a ti;
tú libras al débil de las manos del más fuerte,
y al pobre, de aquel que lo despoja".

La ingratitud de los perseguidores

11 Se presentan contra mí testigos falsos;
me piden cuenta de cosas que ignoro;
12 me devuelven mal por bien,
dejando mi alma desolada.

13 Yo, en cambio, cuando ellos estaban enfermos,
me cubría con ropas de penitente,
afligía mi alma con ayunos
y oraba con la cabeza inclinada.

14 Ellos eran para mí como un amigo o un hermano,
y yo andaba triste y abatido,
como quien llora la muerte de su madre.

15 Pero cuando tropecé ellos se alegraron,
se juntaron todos contra mí
y me golpearon sorpresivamente;
me desgarraban sin cesar,
16 se burlaban de mí con crueldad
y rechinaban contra mí sus dientes.

Apelación a la justicia de Dios

17 Señor, ¿cuánto tiempo vas a tolerarlo?
Líbrame de los animales rugientes,
salva mi vida de los leones;
18 y te daré gracias en la gran asamblea,
te alabaré en medio de una multitud.

19 ¡Que no canten victoria
mis enemigos traicioneros,
ni se guiñen el ojo los que me odian sin motivo!

20 Ellos no hablan de paz,
sino que atacan a los oprimidos de la tierra;
traman planes engañosos
21 y se ríen de mí a carcajadas, diciendo:
"Lo hemos visto con nuestros propios ojos".

22 Tú también lo has visto, Señor, no te calles;
no te quedes lejos de mí, Señor:
23 ¡despiértate, levántate, Dios mío,
Señor mío, defiende mi causa!

24 Júzgame según tu justicia, Señor:
Dios mío, que no canten victoria sobre mí;
25 que no piensen: "Se cumplió nuestro deseo",
ni digan: "Lo hemos devorado".

26 Que sufran una derrota humillante
los que se alegran de mi desgracia;
que se cubran de confusión y de vergüenza
los que se envalentonan contra mí.

27 Canten, en cambio, y alégrense,
los que desean mi triunfo;
los que desean mi felicidad, repitan siempre:
"¡Qué grande es el Señor!".

28 Entonces mi lengua pregonará tu justicia,
y cada día proclamaré tu alabanza.
 
Capítulo 36: Salmo 36 (35)

LA MALDAD DEL PECADOR Y LA BONDAD DE DIOS

1 Del maestro de coro. De David, el servidor del Señor.

Reflexión sobre la conducta del impío

2 El pecado habla al impío
en el fondo de su corazón;
para él no hay temor de Dios,
3 porque se mira con tan buenos ojos
que no puede descubrir ni aborrecer su culpa.

4 Las palabras de su boca son maldad y traición;
dejó de ser sensato y de practicar el bien;
5 en su lecho, sólo piensa hacer el mal,
se obstina en el camino del crimen
y no reprueba al malvado.

Alabanza y súplica a la misericordia de Dios

6 Tu misericordia, Señor, llega hasta el cielo,
tu fidelidad hasta las nubes.

7 Tu justicia es como las altas montañas,
tus juicios, como un océano inmenso.
Tú socorres a los hombres y a las bestias:
8 ¡qué inapreciable es tu misericordia, Señor!
Por eso los hombres se refugian
a la sombra de tus alas.

9 Se sacian con la abundancia de tu casa,
les das de beber del torrente de tus delicias.

10 En ti está la fuente de la vida,
y por tu luz vemos la luz.

11 Extiende tu gracia sobre los que te reconocen,
y tu justicia sobre los rectos de corazón.

12 ¡Que el pie del orgulloso no me alcance
ni me derribe la mano del malvado!

13 Miren cómo cayeron los malhechores:
fueron derribados, y ya no podrán levantarse.
 
Capítulo 37: Salmo 37 (36)

Salmo 37 (36) LA SUERTE DEL JUSTO Y DEL MALVADO

Este poema "didáctico" es una respuesta a la "indignación" de los justos (vs. 1, 7-8), que no pueden comprender por qué prosperan los impíos, mientras ellos son despreciados y viven en la aflicción. La única solución de este enigma es la confianza en los secretos designios de la sabiduría divina, que concede a los impíos una prosperidad efímera, pero que al fin pone las cosas en su lugar: la justicia de los buenos brillará como la luz (v. 6), y los impíos recibirán su castigo (v. 9). El estilo del Salmo es sentencioso, y su estructura "alfabética" hace que las ideas se sucedan bastante libremente, no sin algunas repeticiones.

El tema de este Salmo es tratado en forma bastante similar en los Salmos 49; 73.

1 De David.
Alef No te exasperes a causa de los malos,
ni envidies a los que cometen injusticias,
2 porque pronto se secarán como el pasto
y se marchitarán como la hierba verde.

Bet 3 Confía en el Señor y practica el bien;
habita en la tierra y vive tranquilo:
4 que el Señor sea tu único deleite,
y él colmará los deseos de tu corazón.

Guímel 5 Encomienda tu suerte al Señor,
confía en él, y él hará su obra;
6 hará brillar tu justicia como el sol
y tu derecho, como la luz del mediodía.

Dálet 7 Descansa en el Señor y espera en él;
no te exasperes por el hombre que triunfa,
ni por el que se vale de la astucia
14c para derribar al pobre y al humilde.

He 8 Domina tu enojo, reprime tu ira;
no te exasperes, no sea que obres mal:
9 porque los impíos serán aniquilados,
y los que esperan al Señor, poseerán la tierra.

Vau 10 Un poco más, y el impío ya no existirá;
si buscas su casa, ya no estará;
11 pero los humildes poseerán la tierra
y gozarán de una gran felicidad.

Zain 12 El malvado urde intrigas contra el justo,
y al verlo, rechinan sus dientes;
13 pero el Señor se burla de él,
sabiendo que se le acerca la hora.

Jet 14 Los impíos desenvainan la espada
y tienden sus arcos para matar al justo;
15 pero su espada les atravesará el corazón
y sus arcos quedarán destrozados.

Tet 16 Vale más la pobreza del justo
que las grandes riquezas del malvado:
17 porque los brazos del impío se quebrarán,
pero el Señor sostiene a los justos.

Iod 18 El Señor se preocupa de los buenos
y su herencia permanecerá para siempre;
19 no desfallecerán en los momentos de penuria,
y en tiempos de hambre quedarán saciados.

Caf 20 Pero los malvados irán a la ruina,
y los enemigos del Señor pasarán
como la hermosura de los prados,
se disiparán más pronto que el humo.

Lámed 21 El impío pide prestado y no devuelve,
el justo, en cambio, da con generosidad;
22 los que el Señor bendice, poseerán la tierra,
y los que él maldice, serán exterminados.

Mem 23 El Señor asegura los pasos del hombre
en cuyo camino se complace:
24 aunque caiga no quedará postrado,
porque el Señor lo lleva de la mano.

Nun 25 Yo fui joven, ahora soy viejo,
y nunca vi a un justo abandonado,
ni a sus hijos mendigando el pan;
26 él presta siempre con generosidad
y su descendencia será bendecida.

Sámec 27 Aléjate del mal, practica el bien,
y siempre tendrás una morada,
28 porque el Señor ama la justicia
y nunca abandona a sus fieles.
Ain Los impíos serán aniquilados
y su descendencia quedará extirpada,
29 pero los justos poseerán la tierra
y habitarán en ella para siempre.

Pe 30 La boca del justo expresa sabiduría
y su lengua dice lo que es recto:
31 la ley de Dios está en su corazón
y sus pasos no vacilan.

Sade 32 El malvado está al acecho del justo
con la intención de matarlo,
33 pero el Señor no lo abandona en sus manos
ni deja que lo condenen en el juicio.

Cof 34 Espera en el Señor y sigue su camino:
40b él te librará de los impíos;
34b te honrará con la posesión de la tierra
y tú mismo verás la ruina de los malos.

Res 35 Yo vi a un impío lleno de arrogancia,
que florecía como un cedro frondoso;
36 pasé otra vez, y ya no estaba,
lo busqué, y no se lo pudo encontrar.

Sin 37 Observa al inocente, fíjate en el bueno:
el que busca la paz tendrá una descendencia;
38 pero los pecadores serán aniquilados
y su descendencia quedará extirpada.

Tau 39 La salvación de los justos viene del Señor,
él es su refugio en el momento del peligro;
40 el Señor los ayuda y los libera,
los salva porque confiaron en él.
 
Capítulo 38: Salmo 38 (37)

SÚPLICA DE UN ENFERMO QUE SE RECONOCE CULPABLE

1 Salmo de David. En memoria.

Intensidad de los sufrimientos

2 Señor, no me reprendas por tu enojo
ni me castigues por tu indignación.

3 Porque me han traspasado tus flechas
y tu brazo se descargó sobre mí:
4 no hay parte sana en mi carne,
a causa de tu furor.
No hay nada intacto en mis huesos,
a causa de mis pecados;
5 me siento ahogado por mis culpas:
son como un peso que supera mis fuerzas.

6 Mis heridas hieden y supuran,
a causa de mi insensatez;
7 estoy agobiado, decaído hasta el extremo,
y ando triste todo el día.

8 Siento un ardor en mis entrañas,
y no hay parte sana en mi carne;
9 estoy agotado, deshecho totalmente,
y rujo con más fuerza que un león.

10 Tú, Señor, conoces todos mis deseos,
y no se te ocultan mis gemidos:
11 mi corazón palpita, se me acaban las fuerzas,
y me falta hasta la luz de mis ojos.

12 Mis amigos y vecinos se apartan de mis llagas,
mis parientes se mantienen a distancia;
13 los que atentan contra mí me tienden lazos,
y los que buscan mi ruina me amenazan de muerte;
todo el día proyectan engaños.

Paciencia y confianza en medio del dolor

14 Pero yo, como un sordo, no escucho;
como un mudo, no abro la boca:
15 me parezco a uno que no oye
y no tiene nada que replicar.

16 Yo espero en ti, Señor:
tú me responderás, Señor, Dios mío.

17 Sólo te pido que no se rían de mí,
ni se aprovechen cuando tropiecen mis pies.

18 Porque estoy a punto de caer
y el dolor no se aparta de mí:
19 sí, yo confieso mi culpa
y estoy lleno de pesar por mi pecado.

20 Mi enemigos mortales son fuertes;
y son muchos los que me odian sin motivo,
21 los que me retribuyen con maldades
y me atacan porque busco el bien.

22 Pero tú, Señor, no me abandones,
Dios mío, no te quedes lejos de mí;
23 ¡apresúrate a venir en mi ayuda,
mi Señor, mi salvador!
 
Capítulo 39: Salmo 39 (38)

MEDITACIÓN Y SÚPLICAEN EL MOMENTO DEL DOLOR

1 Del maestro de coro. De Iedutún. Salmo de David.

La rebelión frente al mal

2 Yo pensé: "Voy a vigilar mi proceder
para no excederme con la lengua;
le pondré una mordaza a mi boca,
mientras tenga delante al malvado".

3 Entonces me encerré en el silencio,
callé, pero no me fue bien:
el dolor se me hacía insoportable;
4 el corazón me ardía en el pecho,
y a fuerza de pensar, el fuego se inflamaba,
¡hasta que al fin tuve que hablar!

Reflexión sobre la caducidad de la vida

5 Señor, dame a conocer mi fin
y cuál es la medida de mis días,
para que comprenda lo frágil que soy:
6 no me diste más que un palmo de vida,
y mi existencia es como nada ante ti.
Ahí está el hombre: es tan sólo un soplo, Pausa

7 pasa lo mismo que una sombra;
se inquieta por cosas fugaces
y atesora sin saber para quién.

8 Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
Mi esperanza está puesta sólo en ti:
9 líbrame de todas mis maldades,
y no me expongas a la burla de los necios.

Súplica confiada

10 Yo me callo, no me atrevo a abrir la boca,
porque eres tú quien hizo todo esto.

11 Aparta de mí tus golpes:
¡me consumo bajo el peso de tu mano!
12 Tú corriges a los hombres,
castigando sus culpas;
carcomes como la polilla sus tesoros:
un soplo, nada más, es todo hombre. Pausa

13 Escucha, Señor, mi oración;
presta oído a mi clamor;
no seas insensible a mi llanto,
porque soy un huésped en tu casa,
un peregrino, lo mismo que mis padres.

14 No me mires con enojo,
para que pueda alegrarme,
antes que me vaya y ya no exista más.
 
Capítulo 40: Salmo 40 (39)

CANTO DE ACCIÓN DE GRACIAS

1 Del maestro de coro. De David. Salmo.

Proclamación de los beneficios recibidos

2 Esperé confiadamente en el Señor:
él se inclinó hacia mí
y escuchó mi clamor.

3 Me sacó de la fosa infernal,
del barro cenagoso;
afianzó mis pies sobre la roca
y afirmó mis pasos.

4 Puso en mi boca un canto nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al ver esto, temerán
y confiarán en el Señor.

5 ¡Feliz el que pone en el Señor
toda su confianza,
y no se vuelve hacia los rebeldes
que se extravían tras la mentira!

6 ¡Cuántas maravillas has realizado,
Señor, Dios mío!
Por tus designios en favor nuestro,
nadie se te puede comparar.
Quisiera anunciarlos y proclamarlos,
pero son innumerables.

La verdadera acción de gracias

7 Tú no quisiste víctima ni oblación;
pero me diste un oído atento;
no pediste holocaustos ni sacrificios,
8 entonces dije: "Aquí estoy.

9 En el libro de la Ley está escrito
lo que tengo que hacer:
yo amo, Dios mío, tu voluntad,
y tu ley está en mi corazón".

10 Proclamé gozosamente tu justicia
en la gran asamblea;
no, no mantuve cerrados mis labios,
tú lo sabes, Señor.

11 No escondí tu justicia dentro de mí,
proclamé tu fidelidad y tu salvación,
y no oculté a la gran asamblea
tu amor y tu fidelidad.

Súplica en un momento de peligro

12 Y tú, Señor, no te niegues
a tener compasión de mí;
que tu amor y tu fidelidad
me protejan sin cesar.

13 Porque estoy rodeado de tantos males,
que es imposible contarlos.
Las culpas me tienen atrapado
y ya no alcanzo a ver:
son más que los cabellos de mi cabeza,
y me faltan las fuerzas.

14 Líbrame, Señor, por favor;
Señor, ven pronto a socorrerme.

15 Que se avergüencen y sean humillados
los que quieren acabar con mi vida.
Que retrocedan confundidos
los que desean mi ruina;
16 queden pasmados de vergüenza
los que se ríen de mí.

17 Que se alegren y se regocijen en ti
todos los que te buscan,
y digan siempre los que desean tu victoria:
"¡Qué grande es el Señor!".

18 Yo soy pobre y miserable,
pero el Señor piensa en mí;
tú eres mi ayuda y mi libertador,
¡no tardes, Dios mío!
 
Capítulo 41: Salmo 41 (40)

ACCIÓN DE GRACIAS DE UN ENFERMO RESTABLECIDO

1 Del maestro de coro. Salmo de David.

2 Feliz el que se ocupa del débil y del pobre:
el Señor lo librará en el momento del peligro.

3 El Señor lo protegerá y le dará larga vida,
lo hará dichoso en la tierra
y no lo entregará a la avidez de sus enemigos.

4 El Señor lo sostendrá en su lecho de dolor
y le devolverá la salud.

5 Yo dije: "Ten piedad de mí, Señor,
sáname, porque pequé contra ti".

6 Mis enemigos sólo me auguran desgracias:
"¿Cuándo se morirá y desaparecerá su nombre?".

7 Si alguien me visita, habla con falsedad,
recoge malas noticias y las divulga al salir.

8 Mis adversarios se juntan
para murmurar contra mí,
y me culpan de los males que padezco, diciendo:
9 "Una enfermedad incurable ha caído sobre él;
ese que está postrado no volverá a levantarse".

10 Hasta mi amigo más íntimo, en quien yo confiaba,
el que comió mi pan, se puso contra mí.
11 Pero tú, Señor, ten piedad de mí;
levántame y les daré su merecido.

12 En esto reconozco que tú me amas,
en que mi enemigo no canta victoria sobre mí.


13 Tú me sostuviste a causa de mi integridad,
y me mantienes para siempre en tu presencia.

* * *
14 ¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel,
desde siempre y para siempre!

¡Amén! ¡Amén!
 
Capítulo 42: Salmo 42 (41)

Nostalgia de la casa del señor

1 Del maestro de coro. Poema de los hijos de Coré.

La amargura del destierro

2 Como la cierva sedienta
busca las corrientes de agua,
así mi alma suspira
por ti, mi Dios.

3 Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios viviente:
¿Cuándo iré a contemplar
el rostro de Dios?

4 Las lágrimas son mi único pan
de día y de noche,
mientras me preguntan sin cesar:
"¿Dónde está tu Dios?".

5 Al recordar el pasado,
me dejo llevar por la nostalgia:
¡cómo iba en medio de la multitud
y la guiaba hacia la Casa de Dios,
entre cantos de alegría y alabanza,
en el júbilo de la fiesta!

6 ¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios.

7 Mi alma está deprimida:
por eso me acuerdo de ti,
desde la tierra del Jordán y el Hermón,
desde el monte Misar.

8 Un abismo llama a otro abismo,
con el estruendo de tus cataratas;
tus torrentes y tus olas
pasaron sobre mí.

9 De día, el Señor me dará su gracia;
y de noche, cantaré mi alabanza
al Dios de mi vida.

10 Diré a mi Dios:
"Mi Roca, ¿por qué me has olvidado?
¿Por qué tendré que estar triste,
oprimido por mi enemigo?".

11 Mis huesos se quebrantan
por la burla de mis adversarios;
mientras me preguntan sin cesar:
"¿Dónde está tu Dios?".

12 ¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?

Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios.
 
Capítulo 43: Salmo 43 (42)

Súplica del desterrado

1 Júzgame, Señor,
y defiende mi causa
contra la gente sin piedad;
líbrame del hombre falso y perverso.

2 Si tú eres mi Dios y mi fortaleza,
¿por qué me rechazas?
¿Por qué tendré que estar triste,
oprimido por mi enemigo?

3 Envíame tu luz y tu verdad:
que ellas me encaminen
y me guíen a tu santa Montaña,
hasta el lugar donde habitas.

4 Y llegaré al altar de Dios,
el Dios que es la alegría de mi vida;
y te daré gracias con la cítara,
Señor, Dios mío.

5 ¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios.
 
Capítulo 44: Salmo 44 (43)

LAMENTACIÓN DEL PUEBLO DESPUÉS DE UN DESASTRE NACIONAL

1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Poema.

Evocación de la obra de Dios

2 Señor, nuestros padres nos contaron,
y por eso llegó a nuestros oídos,
la obra que hiciste antiguamente,
3 con tu propia mano, cuando ellos vivían.
Tú expulsaste a las naciones
para plantarlos a ellos;
y para hacerlos crecer,
destruiste a los pueblos.

4 No ocuparon la tierra con su espada
ni su brazo les obtuvo la victoria:
fue tu mano derecha y tu brazo,
fue la luz de tu rostro, porque los amabas.

5 Eras tú, mi Rey y mi Dios,
el que decidía las victorias de Jacob:
6 con tu auxilio embestimos al enemigo
y en tu Nombre aplastamos al agresor.

7 Porque yo no confiaba en mi arco
ni mi espada me dio la victoria:
8 tú nos salvaste de nuestros enemigos
y confundiste a nuestros adversarios.

9 El Señor ha sido siempre nuestro orgullo:
damos gracias a tu Nombre eternamente. Pausa

Queja por la actitud desconcertante de Dios

10 Pero ahora nos rechazaste y humillaste:
dejaste de salir con nuestro ejército,
11 nos hiciste retroceder ante el enemigo
y nuestros adversarios nos saquearon.

12 Nos entregaste como ovejas al matadero
y nos dispersaste entre las naciones;
13 vendiste a tu pueblo por nada,
no sacaste gran provecho de su venta.

14 Nos expusiste a la burla de nuestros vecinos,
a la risa y al escarnio de los que nos rodean;
15 hiciste proverbial nuestra desgracia
y los pueblos nos hacen gestos de sarcasmo.

16 Mi oprobio está siempre ante mí
y mi rostro se cubre de vergüenza,
17 por los gritos de desprecio y los insultos,
por el enemigo sediento de venganza.

Confesión de inocencia

18 ¡Y todo esto nos ha sobrevenido
sin que nos hayamos olvidado de ti,
sin que hayamos traicionado tu alianza!

19 Nuestro corazón no se volvió atrás
ni nuestros pasos se desviaron de tu senda,
20 como para que nos aplastaras
en un lugar desierto
y nos cubrieras de tinieblas.

21 Si hubiéramos olvidado el nombre
de nuestro Dios
y recurrido a un dios extraño,
22 el Señor lo habría advertido,
porque él conoce los secretos más profundos.

Súplica por la restauración del Pueblo

23 Por tu causa nos dan muerte sin cesar
y nos tratan como a ovejas que van al matadero.

24 ¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes?
¡Levántate, no nos rechaces para siempre!

25 ¿Por qué ocultas tu rostro
y te olvidas de nuestra desgracia y opresión?

26 Estamos hundidos en el polvo,
nuestro cuerpo está pegado a la tierra.

27 ¡Levántate, ven a socorrernos;
líbranos por tu misericordia!
 
Capítulo 45: Salmo 45 (44)

POEMA NUPCIAL EN HONOR DEL REY

1 Del maestro de coro. Según la melodía de "Los lirios". De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

Elogio del rey

2 Me brota del corazón un hermoso poema,
yo dedico mis versos al rey:
mi lengua es como la pluma
de un hábil escribiente.

3 Tú eres hermoso,
el más hermoso de los hombres;
la gracia se derramó sobre tus labios,
porque el Señor te ha bendecido para siempre.

4 Cíñete, guerrero, la espada a la cintura;
5 con gloria y majestad, avanza triunfalmente;
cabalga en defensa de la verdad y de los pobres.
Tu mano hace justicia y tu derecha, proezas;
6 tus flechas son punzantes,
se te rinden los pueblos
y caen desfallecidos los rivales del rey.
7 Tu trono, como el de Dios,
permanece para siempre;
el cetro de tu realeza es un cetro justiciero:
8 tú amas la justicia y odias la iniquidad.
Por eso el Señor, tu Dios, prefiriéndote a tus iguales,
te consagró con el óleo de la alegría:
9 tus vestiduras exhalan
perfume de mirra, áloe y acacia.
Las arpas te alegran desde los palacios de marfil;
10 una hija de reyes está de pie a tu derecha:
es la reina, adornada con tus joyas
y con oro de Ofir.

La esposa del rey

11 ¡Escucha, hija mía, mira y presta atención!
Olvida tu pueblo y tu casa paterna,
12 y el rey se prendará de tu hermosura.
Él es tu señor: inclínate ante él;
13 la ciudad de Tiro vendrá con regalos
y los grandes del pueblo buscarán tu favor.

14 Embellecida con corales engarzados en oro
15 y vestida de brocado, es llevada hasta el rey.
Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían;
16 con gozo y alegría entran al palacio real.

17 Tus hijos ocuparán el lugar de tus padres,
y los pondrás como príncipes por toda la tierra.

18 Yo haré célebre tu nombre
por todas las generaciones:
por eso, los pueblos te alabarán eternamente.
 
Capítulo 46: Salmo 46 (45)

LA PRESENCIA SALVADORA DE DIOS EN MEDIO DE SU PUEBLO

1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Canto.

2 El Señor es nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre pronta en los peligros.
3 Por eso no tememos,
aunque la tierra se conmueva
y las montañas se desplomen
hasta el fondo del mar;
4 aunque bramen y se agiten sus olas,
y con su ímpetu sacudan las montañas.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.

Pausa

5 Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios,
la más santa Morada del Altísimo.
6 El Señor está en medio de ella: nunca vacilará;
él la socorrerá al despuntar la aurora.
7 Tiemblan las naciones, se tambalean los reinos:
él hace oír su voz y se deshace la tierra.
8 El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob. Pausa
9 Vengan a contemplar las obras del Señor,
él hace cosas admirables en la tierra:
10 elimina la guerra hasta los extremos del mundo;
rompe el arco, quiebra la lanza
y prende fuego a los escudos.

11 Ríndanse y reconozcan que yo soy Dios:
yo estoy por encima de las naciones,
por encima de toda la tierra.

12 El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.

Pausa
 
Capítulo 47: Salmo 47 (46)

HIMNO AL SEÑOR, REY DEL UNIVERSO

1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

2 Aplaudan, todos los pueblos,
aclamen al Señor con gritos de alegría;
3 porque el Señor, el Altísimo, es temible,
es el soberano de toda la tierra.

4 Él puso a los pueblos bajo nuestro yugo,
y a las naciones bajo nuestros pies;
5 él eligió para nosotros una herencia,
que es el orgullo de Jacob, su predilecto.

Pausa

6 El Señor asciende entre aclamaciones,
asciende al sonido de trompetas.

7 Canten, canten a nuestro Dios, canten,
canten a nuestro Rey:
8 el Señor es el Rey de toda la tierra,
cántenle un hermoso himno.

9 El Señor reina sobre las naciones
el Señor se sienta en su trono sagrado.

10 Los nobles de los pueblos se reúnen
con el pueblo del Dios de Abraham:
del Señor son los poderosos de la tierra,
y él se ha elevado inmensamente.
 
Capítulo 48: Salmo 48 (47)

CANTO DE ALABANZA A LA CIUDAD DE DIOS

1 Canto. Salmo de los hijos de Coré.

El Señor, baluarte de Sión

2 El Señor es grande y digno de alabanza,
en la Ciudad de nuestro Dios.

3 Su santa Montaña, la altura más hermosa,
es la alegría de toda la tierra.
La Montaña de Sión, la Morada de Dios,
es la Ciudad del gran Rey:
4 el Señor se manifestó como un baluarte
en medio de sus palacios.

La victoria del Señor en Sión

5 Porque los reyes se aliaron
y avanzaron unidos contra ella;
6 pero apenas la vieron quedaron pasmados
y huyeron despavoridos.

7 Allí se apoderó de ellos el terror
y dolores como los del parto,
8 como cuando el viento del desierto
destroza las naves de Tarsis.

Reconocimiento de la victoria del Señor

9 Hemos visto lo que habíamos oído
en la Ciudad de nuestro Dios,
en la Ciudad del Señor de los ejércitos,
que él afianzó para siempre.

10 Nosotros evocamos tu misericordia
en medio de tu Templo, Señor.

11 Tu alabanza, lo mismo que tu renombre,
llega hasta los confines de la tierra.
Tu derecha está llena de justicia:
12 se alegra la Montaña de Sión;
las ciudades de Judá se regocijan
a causa de tus juicios.

Exhortación a los peregrinos de Sión

13 Den una vuelta alrededor de Sión
y cuenten sus torreones;
14 observen sus baluartes y miren sus palacios,
para que puedan decir a la próxima generación:
15 "Así es el Señor, nuestro Dios".
Él nos guiará eternamente.
 
Capítulo 49: Salmo 49 (48)

LA INUTILIDAD DE LAS RIQUEZAS ANTE LA MUERTE

1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

2 Oigan esto, todos los pueblos;
escuchen, todos los habitantes del mundo:
3 tanto los humildes como los poderosos,
el rico lo mismo que el pobre.

4 Mi boca hablará sabiamente,
mis reflexiones serán muy sensatas.

5 Voy a inspirarme para componer un proverbio,
revelaré mi enigma al son de la cítara.
6 ¿Por qué voy a temer
en los momentos de peligro,
cuando me rodea la maldad de mis opresores,
7 de esos que confían en sus riquezas
y se jactan de su gran fortuna?

8 No, nadie puede rescatarse a sí mismo
ni pagar a Dios el precio de su liberación,
10 para poder seguir viviendo eternamente
sin llegar a ver el sepulcro:
9 el precio de su rescate es demasiado caro,
y todos desaparecerán para siempre.

11 Cualquiera ve que mueren los sabios;
necios e ignorantes perecen por igual,
y dejan a otros sus riquezas:
12 la tumba es su residencia perpetua,
su morada por los siglos de los siglos,
por más que hayan poseído muchas tierras.

13 Ningún hombre permanece en la opulencia,
sino que muere lo mismo que los animales:
14 este es el destino de los que tienen riquezas,
y el final de la gente insaciable. Pausa
15 Serán puestos como ovejas en el Abismo,
la Muerte será su pastor;
bajarán derecho a la tumba,
su figura se desvanecerá
y el Abismo será su mansión.

16 Pero Dios rescatará mi vida,
me sacará de las garras del Abismo.

Pausa

17 No te preocupes cuando un hombre
se enriquece
o aumenta el esplendor de su casa:
18 cuando muera, no podrá llevarse nada,
su esplendor no bajará con él.

19 Aunque en vida se congratulaba, diciendo:
"Te alabarán porque lo pasas bien",
20 igual irá a reunirse con sus antepasados,
con esos que nunca verán la luz.

21 El hombre rico no reflexiona,
y muere lo mismo que los animales.
 
Capítulo 50: Salmo 50 (49)

REPROCHE DEL SEÑOR POR LA INFIDELIDAD A LA ALIANZA

1 Salmo de Asaf.

El Señor, Juez de su Pueblo

El Dios de los dioses, el Señor,
habla para convocar a la tierra
desde la salida del sol hasta el ocaso.

2 El Señor resplandece desde Sión,
que es el dechado de toda hermosura:
3 ya viene nuestro Dios, y no callará;
un fuego devorador lo precede,
la tempestad ruge a su alrededor.

4 Él llama desde lo alto al cielo y a la tierra,
para entablar un juicio contra su pueblo:
5 "Reúnanme a mis amigos,
a los que sellaron mi alianza con un sacrificio".

6 ¡Que el cielo proclame su justicia,
porque el Señor es el único Juez!

Pausa

Ineficacia del culto puramente exterior

7 "Escucha, pueblo mío, yo te hablo;
Israel, voy a alegar contra ti:
yo soy el Señor, tu Dios.

8 No te acuso por tus sacrificios:
¡tus holocaustos están siempre en mi presencia!

9 Pero yo no necesito los novillos de tu casa
ni los cabritos de tus corrales.

10 Porque son mías todas las fieras de la selva,
y también el ganado de las montañas más altas.

11 Yo conozco los pájaros de los montes
y tengo ante mí todos los animales del campo.

12 Si tuviera hambre, no te lo diría,
porque es mío el mundo y todo lo que hay en él.

13 ¿Acaso voy a comer la carne de los toros
o a beber la sangre de los cabritos?

14 Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza
y cumple tus votos al Altísimo;
15 invócame en los momentos de peligro:
yo te libraré, y tú me glorificarás".

El motivo de la acusación divina

16 Dios dice al malvado:
"¿Cómo te atreves a pregonar mis mandamientos
y a mencionar mi alianza con tu boca,
17 tú, que aborreces toda enseñanza
y te despreocupas de mis palabras?

18 Si ves a un ladrón, tratas de emularlo;
haces causa común con los adúlteros;
19 hablas mal sin ningún reparo
y tramas engaños con tu lengua;
20 te sientas a conversar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu propia madre.

21 Haces esto, ¿y yo me voy a callar?
¿Piensas acaso que soy como tú?
Te acusaré y te argüiré cara a cara.

22 Entiendan bien esto, los que olvidan a Dios,
no sea que yo los destruya sin remedio.

23 El que ofrece sacrificios de alabanza,
me honra de verdad;
y al que va por el buen camino,
le haré gustar la salvación de Dios".
 
Capítulo 51: Salmo 51 (50)

SÚPLICA DEL PECADOR ARREPENTIDO

1 Del maestro de coro. Salmo de David.

2 Cuando el profeta Natán lo visitó, después que aquel se había unido a Betsabé.

Humilde reconocimiento del pecado

3 ¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!

4 ¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!

5 Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.

6 Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos.
Por eso, será justa tu sentencia
y tu juicio será irreprochable;
7 yo soy culpable desde que nací;
pecador me concibió mi madre.

Anhelo de renovación interior

8 Tú amas la sinceridad del corazón
y me enseñas la sabiduría en mi interior.

9 Purifícame con el hisopo y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
10 Anúnciame el gozo y la alegría:
que se alegren los huesos quebrantados.

11 Aparta tu vista de mis pecados
y borra todas mis culpas.

12 Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.

13 No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.

14 Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
15 yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti.

16 ¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío,
y mi lengua anunciará tu justicia!

17 Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza.

18 Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
19 mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.

* * *

20 Trata bien a Sión, Señor, por tu bondad;
reconstruye los muros de Jerusalén.

21 Entonces aceptarás los sacrificios rituales
–las oblaciones y los holocaustos–
y se ofrecerán novillos en tu altar.
 
Capítulo 52: Salmo 52 (51)

INVECTIVA CONTRA LOS PREPOTENTES

1 Del maestro de coro. Poema de David.

2 Cuando el edomita Doeg vino a avisar a Saúl, diciéndole: "David ha entrado en casa de Ajimélec".

3 ¿Por qué te jactas de tu malicia,
hombre prepotente y sin piedad?

4 Estás todo el día tramando maldades,
tu lengua es como navaja afilada,
y no haces más que engañar.

5 Prefieres el mal al bien,
la mentira a la verdad; Pausa
6 amas las palabras hirientes,
¡lengua mentirosa!

7 Por eso Dios te derribará,
te destruirá para siempre,
te arrojará de tu carpa,
te arrancará de la tierra de los vivientes.

Pausa

8 Al ver esto, los justos sentirán temor
y se reirán de él, diciendo:
9 "Este es el hombre
que no puso su refugio en Dios,
sino que confió en sus muchas riquezas
y se envalentonó por su maldad".

10 Yo, en cambio, como un olivo frondoso
en la Casa de Dios,
he puesto para siempre mi confianza
en la misericordia del Señor.

11 Te daré gracias eternamente
por lo que has hecho,
y proclamaré la bondad de tu Nombre
delante de tus fieles.
 
Capítulo 53: Salmo 53 (52)

LA INSENSATEZ DE LOS QUE OLVIDAN A DIOS

1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema de David.

2 El necio se dice a sí mismo:
"No hay Dios".
Todos están pervertidos,
hacen cosas abominables,
nadie practica el bien.

3 El Señor observa desde el cielo
a los seres humanos,
para ver si hay alguien que sea sensato,
alguien que busque a Dios.

4 Todos están extraviados,
igualmente corrompidos;
nadie practica el bien,
ni siquiera uno solo.

5 ¿Nunca aprenderán los malvados,
los que devoran a mi pueblo
como si fuera pan,
y no invocan al Señor?

6 Ellos temblaron de espanto
donde no había nada que temer;
Dios ha dispersado los huesos de tus agresores:
tú los has confundido, porque Dios los rechazó.

7 ¡Ojalá venga desde Sión
la salvación de Israel!
Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo,
se alegrará Jacob,
se regocijará Israel.
 
Capítulo 54: Salmo 54 (53)

PLEGARIA EN EL MOMENTO DE LA PERSECUCIÓN

1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Poema de David.

2 Cuando los habitantes de Zif vinieron a decir a Saúl: "¿No se ha escondido David entre nosotros?".

3 Dios mío, sálvame por tu Nombre,
defiéndeme con tu poder.

4 Dios mío, escucha mi súplica,
presta atención a las palabras de mi boca.

5 Porque gente soberbia se ha alzado contra mí,
hombres violentos atentan contra mi vida,
sin tener presente a Dios.

Pausa

6 Pero Dios es mi ayuda,
el Señor es mi verdadero sostén:
7 que el mal recaiga sobre mis adversarios,
¡destrúyelos, Señor, por tu fidelidad!

8 Te ofreceré un sacrificio voluntario,
daré gracias a tu Nombre, porque es bueno,
9 porque me has librado de todos
mis adversarios
y he visto la derrota de mis enemigos.
 
Capítulo 55: Salmo 55 (54)

LAMENTACIÓN DEL JUSTO PERSEGUIDO Y TRAICIONADO

1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda.
Poema de David.

Temor ante el peligro

2 Dios mío, escucha mi oración,
no seas insensible a mi súplica;
3 atiéndeme y respóndeme.
La congoja me llena de inquietud;
4 estoy turbado por los gritos del enemigo,
por la opresión de los malvados:
porque acumulan infamias contra mí
y me hostigan con furor.

5 Mi corazón se estremece dentro de mi pecho,
me asaltan los horrores de la muerte,
6 me invaden el temor y el temblor,
y el pánico se apodera de mí.

7 ¡Quién me diera alas de paloma
para volar y descansar!

8 Entonces huiría muy lejos,
habitaría en el desierto.

Pausa

9 Me apuraría a encontrar un refugio
contra el viento arrasador y la borrasca.

Angustia por el estado de la ciudad

10 Confunde sus lenguas, Señor, divídelas,
porque no veo más que violencia
y discordia en la ciudad,
11 rondando día y noche por sus muros.
Dentro de ella hay maldad y opresión,
12 en su interior hay ruindad;
la crueldad y el engaño
no se apartan de sus plazas.

Queja por la traición del amigo

13 Si fuera mi enemigo el que me agravia,
podría soportarlo;
si mi adversario se alzara contra mí,
me ocultaría de él.

14 ¡Pero eres tú, un hombre de mi condición,
mi amigo y confidente,
15 con quien vivía en dulce intimidad:
juntos íbamos entre la multitud
a la Casa del Señor!

Imprecación contra los enemigos

16 Que la muerte los sorprenda,
que bajen vivos al Abismo,
porque dentro de sus moradas
sólo existe la maldad.

17 Yo, en cambio, invoco al Señor,
y él me salvará.

18 De tarde, de mañana, al mediodía,
gimo y me lamento,
pero él escuchará mi clamor.

19 Él puso a salvo mi vida;
se acercó cuando eran muy numerosos
los que estaban contra mí.

20 Dios, que reina desde siempre,
los oyó y los humilló. Pausa
Porque ellos no se corrigen
ni temen a Dios;
21 alzan las manos contra sus aliados
y violan los pactos.

22 Su boca es más blanda que la manteca,
pero su corazón desea la guerra;
sus palabras son más suaves que el aceite,
pero hieren como espadas.

23 Confía tu suerte al Señor,
y él te sostendrá:
nunca permitirá que el justo perezca.

24 Y tú, Dios mío, los precipitarás
en la fosa más profunda.
Los hombres sanguinarios y traidores
no llegarán ni a la mitad de sus días.
Yo, en cambio, confío en ti, Señor.
 
Capítulo 56: Salmo 56 (55)

ORACIÓN CONFIADA EN MEDIO DE LA PERSECUCIÓN

1 Del maestro de coro. Según la melodía de "La paloma de los dioses lejanos". De David. Mictán. Cuando los filisteos se apoderaron de él en Gat.

2 Ten piedad de mí, Señor, porque me asedian,
todo el día me combaten y me oprimen:
3 mis enemigos me asedian sin cesar,
son muchos los que combaten contra mí.

4 Cuando me asalta el temor,
yo pongo mi confianza en ti, Dios Altísimo;
5 confío en Dios y alabo su Palabra,
confío en él y ya no temo:
¿qué puede hacerme un simple mortal?

6 Me afligen constantemente con sus palabras,
sólo piensan en hacerme daño;
7 conspiran, se esconden y siguen mis rastros,
esperando la ocasión de quitarme la vida.

8 ¿Podrán librarse a pesar de su maldad?
¡Derriba a esa gente, Dios mío, con tu enojo!

9 Tú has anotado los pasos de mi destierro,
¡recoge mis lágrimas en tu odre!:
¿acaso no está todo registrado en tu Libro?

10 Mis enemigos retrocederán cuando te invoque.
Yo sé muy bien que Dios está de mi parte;
11 confío en Dios y alabo su palabra;
12 confío en él y ya no temo:
¿qué pueden hacerme los hombres?

13 Debo cumplir, Dios mío, los votos que te hice:
te ofreceré sacrificios de alabanza,
14 porque tú libraste mi vida de la muerte
y mis pies de la caída,
para que camine delante de Dios
en la luz de la vida.
 
Capítulo 57: Salmo 57 (56)

ORACIÓN DE UN HOMBRE PERSEGUIDO

1 Del maestro de coro. "No destruyas". De David. Mictán. Cuando, huyendo de Saúl, se escondió en la cueva.

Súplica confiada

2 Ten piedad de mí, Dios mío, ten piedad,
porque mi alma se refugia en ti;
yo me refugio a la sombra de tus alas
hasta que pase la desgracia.

3 Invocaré a Dios, el Altísimo,
al Dios que lo hace todo por mí:
4 él me enviará la salvación desde el cielo
y humillará a los que me atacan.
¡Que Dios envíe su amor y su fidelidad!

Pausa

5 Yo estoy tendido en medio de leones
que devoran con avidez a los hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua, una espada afilada.

6 ¡Levántate, Dios, por encima del cielo,
y que tu gloria cubra toda la tierra!

Acción de gracias

7 Ellos tendieron una red a mi paso,
para que yo sucumbiera;
cavaron una fosa ante mí,
pero cayeron en ella.

Pausa

8 Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar al son de instrumentos:
9 ¡despierta, alma mía!
¡Despierten, arpa y cítara,
para que yo despierte a la aurora!

10 Te alabaré en medio de los pueblos, Señor,
te cantaré entre las naciones,
11 porque tu misericordia se eleva hasta el cielo
y tu fidelidad hasta las nubes.

12 ¡Levántate, Dios, por encima del cielo,
y que tu gloria cubra toda la tierra!
 
Capítulo 58: Salmo 58 (57)

IMPRECACIÓN CONTRA LOS GOBERNANTES INJUSTOS

1 Del maestro de coro. "No destruyas". De David. Mictán.

2 ¿Acaso ustedes, los poderosos,
pronuncian realmente sentencias justas
y gobiernan a los hombres con rectitud?

3 ¡No! Ustedes cometen injusticias
a plena conciencia
y favorecen la opresión en la tierra.

4 Los impíos están extraviados
desde el seno materno;
desde su nacimiento se descarriaron los impostores.

5 Tienen un veneno semejante al de las víboras;
son como una serpiente sorda, que cierra los oídos,
6 para no oír la voz del encantador,
la voz del mago que ejerce su arte con destreza.

7 Rómpeles, Dios mío, los dientes en la boca;
arráncales, Señor, esos colmillos de leones.

8 Que se diluyan como agua que se evapora;
que se marchiten como hierba pisoteada.

9 Sean como una babosa que se deshace al pasar,
como un aborto de mujer que no llegó a ver el sol.

10 Que los arrastre el vendaval –verdes o quemados–
antes que produzcan espinas como una zarza.

11 El justo se alegrará al contemplar la Venganza
y lavará sus pies en la sangre de los impíos.

12 Entonces dirán los hombres:
"Sí, el justo recibe su recompensa;
sí, hay un Dios que hace justicia en la tierra".
 
Capítulo 59: Salmo 59 (58)

PLEGARIA DE UN INOCENTE PERSEGUIDO

1 Del maestro de coro. "No destruyas". De David. Mictán. Cuando Saúl dio orden de vigilar su casa para matarlo.

Invocación y descripción del peligro

2 Líbrame de mis enemigos, Dios mío,
defiéndeme de los que se levantan contra mí;
3 líbrame de los que hacen el mal
y sálvame de los hombres sanguinarios.

4 Mira cómo me están acechando:
los poderosos se conjuran contra mí;
sin rebeldía ni pecado de mi parte, Señor,
5 sin culpa mía, se disponen para el ataque.
Despierta, ven a mi encuentro y observa,
6 Señor de los ejércitos, Dios de Israel:
levántate para castigar a las naciones,
no tengas compasión de los traidores.

Pausa

7 Vuelven al atardecer, aullando como perros,
y recorren la ciudad.

8 Mira cómo sueltan sus lenguas,
hay puñales en sus labios,
y dicen: "¿Quién nos va a oír?".

Expresión de confianza en Dios

9 Pero tú, Señor, te ríes de ellos
y te burlas de todos los paganos.

10 Yo miro hacia ti, fuerza mía,
porque Dios es mi baluarte;
11 él vendrá a mi encuentro con su gracia
y me hará ver la derrota de mis enemigos.

Imprecación contra los enemigos

12 Quítales la vida, Dios mío,
y que mi pueblo no lo olvide:
dispérsalos y derríbalos con tu poder,
tú, Señor, que eres nuestro escudo.

13 Cada palabra que pronuncian
es un pecado en su boca;
¡queden atrapados en su orgullo,
por las blasfemias y mentiras que profieren!

14 Extermínalos con tu furor,
extermínalos y que no existan más:
así se sabrá que Dios gobierna en Israel
y hasta los confines de la tierra.

Pausa

15 Vuelven al atardecer, aullando como perros,
y recorren la ciudad:
16 vagan en busca de comida;
mientras no se sacian, siguen ladrando.

Promesa de acción de gracias

17 Pero yo cantaré tu poder,
y celebraré tu amor de madrugada,
porque tú has sido mi fortaleza
y mi refugio en el peligro.

18 ¡Yo te cantaré, fuerza mía,
porque tú eres mi baluarte,
Dios de misericordia!
 
Capítulo 60: Salmo 60 (59)

LAMENTACIÓN DESPUÉS DE LA DERROTA

1 Del maestro de coro. Según la melodía de "El lirio del testimonio". Mictán de David. Para enseñar.

2 Cuando luchó contra Arám Naharaim y contra Arám de Sobá, y Joab volvió para derrotar a Edóm, en el valle de la Sal, dando muerte a doce mil hombres.

Queja por la ruina de la nación

3 ¡Tú nos has rechazado, Señor, nos has deshecho!
Estabas irritado: ¡vuélvete a nosotros!

4 Hiciste temblar la tierra, la agrietaste:
repara sus grietas, porque se desmorona.

5 Impusiste a tu pueblo una dura prueba,
nos hiciste beber un vino embriagador.

6 Diste a tus fieles la señal de retirada,
para que huyeran de los arqueros.

Pausa

7 ¡Sálvanos con tu poder, respóndenos,
para que se pongan a salvo tus predilectos!

Promesa de victoria

8 El Señor habló desde su Santuario:
"Yo repartiré triunfalmente a Siquém
y distribuiré el valle de Sucot.

9 Mío es Galaad, Manasés me pertenece;
Efraím es mi yelmo, mi cetro es Judá,
10 Moab es la vasija donde yo me lavo;
plantaré mis sandalias en Edóm
y cantaré victoria sobre Filistea".

11 ¿Quién me llevará hasta la ciudad fortificada,
quién me conducirá hasta Edóm,
12 si tú, Señor, nos has rechazado
y ya no sales con nuestro ejército?

13 Danos tu ayuda contra el adversario,
porque es inútil el auxilio de los hombres.

14 Con Dios alcanzaremos la victoria
y él aplastará a nuestros enemigos.
 
Capítulo 61: Salmo 61 (60)

SÚPLICA EN EL DESTIERRO

1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. De David.

2 ¡Dios mío, escucha mi clamor,
atiende a mi plegaria!

3 Yo te invoco desde los confines de la tierra,
mientras mi corazón desfallece.
Condúceme a una roca inaccesible,
4 porque tú eres para mí un refugio
y una fortaleza frente al enemigo.

5 ¡Que yo sea siempre un huésped en tu Carpa
y pueda refugiarme al amparo de tus alas!

6 Porque tú, Dios mío, tienes en cuenta mis votos
y me das la herencia de los que temen tu Nombre.

7 Añade días a los días del rey:
que duren sus años por muchas generaciones;
8 que reine para siempre en la presencia del Señor,
que la Gracia y la Fidelidad lo protejan.

9 Así cantaré a tu Nombre eternamente
y días tras día cumpliré mis votos.
 
Capítulo 62: Salmo 62 (61)

DIOS, LA ÚNICA ESPERANZA DE SALVACIÓN

1 Del maestro de coro. Al estilo de Iedutún. Salmo de David.

Seguridad del que confía en el Señor

2 Sólo en Dios descansa mi alma,
de él me viene la salvación.

3 Sólo él es mi Roca salvadora,
él es mi baluarte: nunca vacilaré.

4 ¿Hasta cuándo se ensañarán con un hombre
para derribarlo entre todos,
como si fuera un muro inclinado
o un cerco que está por derrumbarse?

5 Sólo piensan en menoscabar mi dignidad
y se complacen en la mentira;
bendicen con la boca
y maldicen con el corazón.

Pausa

6 Sólo en Dios descansa mi alma,
de él me viene la esperanza.

7 Sólo él es mi Roca salvadora,
él es mi baluarte: nunca vacilaré.

8 Mi salvación y mi gloria
están en Dios:
él es mi Roca firme,
en Dios está mi refugio.

Exhortación a la confianza en Dios

9 Confíen en Dios constantemente,
ustedes, que son su pueblo;
desahoguen en él su corazón,
porque Dios es nuestro refugio.

Pausa

10 Los hombres no son más que un soplo,
los poderosos son sólo una ficción:
puestos todos juntos en una balanza,
pesarían menos que el viento.

11 No se fíen de la violencia,
ni se ilusionen con lo robado;
aunque se acrecienten las riquezas,
no pongan el corazón en ellas.

12 Dios ha dicho una cosa,
dos cosas yo escuché:
que el poder pertenece a Dios,
13 y a ti, Señor, la misericordia.

Porque tú retribuyes a cada uno
según sus acciones.
 
Capítulo 63: Salmo 63 (62)

EL ANSIA DE DIOS

1 Salmo de David. Cuando estaba en el desierto de Judá.

2 Señor, tú eres mi Dios,
yo te busco ardientemente;
mi alma tiene sed de ti,
por ti suspira mi carne
como tierra sedienta, reseca y sin agua.

3 Sí, yo te contemplé en el Santuario
para ver tu poder y tu gloria.

4 Porque tu amor vale más que la vida,
mis labios te alabarán.

5 Así te bendeciré mientras viva
y alzaré mis manos en tu Nombre.

6 Mi alma quedará saciada
como con un manjar delicioso,
y mi boca te alabará
con júbilo en los labios.

7 Mientras me acuerdo de ti en mi lecho
y en las horas de la noche medito en ti,
8 veo que has sido mi ayuda
y soy feliz a la sombra de tus alas.
9 Mi alma está unida a ti,
tu mano me sostiene.

10 Que caigan en lo más profundo de la tierra
los que buscan mi perdición;
11 que sean pasados al filo de la espada
y arrojados como presa a los chacales.

12 Pero el rey se alegrará en el Señor;
y los que juran por él se gloriarán,
cuando se haga callar a los traidores.
 
Capítulo 64: Salmo 64 (63)

EL CASTIGO DE LOS MALHECHORES

1 Del maestro de coro. Salmo de David.

2 Dios mío, escucha la voz de mi lamento,
protégeme del enemigo temible.

3 Apártame de la conjuración de los malvados,
de la agitación de los que hacen el mal.

4 Ellos afilan su lengua como una espada
y apuntan como flechas sus palabras venenosas,
5 para disparar a escondidas contra el inocente,
tirando de sorpresa y sin ningún temor.

6 Se obstinan en sus malos propósitos
y esconden sus trampas con astucia,
pensando: "¿Quién podrá verlo?".

7 Proyectan maldades y disimulan sus proyectos:
su interior es un abismo impenetrable.

8 Pero Dios los acribilla a flechazos
y quedan heridos de improviso;
9 su misma lengua los lleva a la ruina,
y aquellos que los ven mueven la cabeza.

10 Por eso, todos los hombres sentirán temor:
proclamarán esta obra de Dios
y reconocerán lo que él hizo.

11 El justo se alegrará en el Señor
y encontrará un refugio en él;
y se gloriarán todos los rectos de corazón.
 
Capítulo 65: Salmo 65 (64)

ACCIÓN DE GRACIAS POR LOS BENEFICIOS DE DIOS

1 Del maestro de coro. De David. Canto.

Reconocimiento de la bondad de Dios

2 A ti, Señor, te corresponde
un canto de alabanza en Sión,
y todos tienen que cumplir sus votos,
3 porque tú escuchas las plegarias.
A ti acuden todos los hombres
4 bajo el peso de sus culpas:
nuestras faltas nos abruman,
pero tú las perdonas.

5 Feliz el que tú eliges y atraes
para que viva en tus atrios:
¡que nos saciemos con los bienes de tu Casa,
con los dones sagrados de tu Templo!

La obra de Dios en la Creación

6 Por tu justicia, Dios, salvador nuestro,
nos respondes con obras admirables:
tú eres la esperanza de los confines de la tierra
y de las islas más remotas.

7 Tú afianzas las montañas con tu poder,
revestido de fortaleza;
8 acallas el rugido de los mares,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.

9 Los que habitan en las tierras más lejanas
temen tus obras prodigiosas;
tú haces que canten de alegría
el oriente y el occidente.

La fertilidad de la tierra

10 Visitas la tierra, la haces fértil
y la colmas de riquezas;
los canales de Dios desbordan de agua,
y así preparas sus trigales:
11 riegas los surcos de la tierra,
emparejas sus terrones;
la ablandas con aguaceros
y bendices sus brotes.

12 Tú coronas el año con tus bienes,
y a tu paso rebosa la abundancia;
13 rebosan los pastos del desierto
y las colinas se ciñen de alegría.

14 Las praderas se cubren de rebaños
y los valles se revisten de trigo:
todos ellos aclaman y cantan.
 
Capítulo 66: Salmo 66 (65)

CANTO DE ALABANZA Y DE ACCIÓN DE GRACIAS

1 Del maestro de coro. Canto. Salmo.

Invitación a la alabanza

¡Aclame al Señor toda la tierra!

2 ¡Canten la gloria de su Nombre!
Tribútenle una alabanza gloriosa,
3 digan al Señor: "¡Qué admirables son tus obras!".
Por la inmensidad de tu poder,
tus enemigos te rinden pleitesía;
4 toda la tierra se postra ante ti,
y canta en tu honor, en honor de tu Nombre.

Pausa

5 Vengan a ver las obras del Señor,
las cosas admirables que hizo por los hombres:
6 él convirtió el Mar en tierra firme,
a pie atravesaron el Río.
Por eso, alegrémonos en él,
7 que gobierna eternamente con su fuerza;
sus ojos vigilan a las naciones,
y los rebeldes no pueden sublevarse. Pausa
8 Bendigan, pueblos, a nuestro Dios,
hagan oír bien alto su alabanza:
9 él nos concedió la vida
y no dejó que vacilaran nuestros pies.
10 Porque tú nos probaste, Señor,
nos purificaste como se purifica la plata;
11 nos hiciste caer en una red,
cargaste un fardo sobre nuestras espaldas.
12 Dejaste que cabalgaran sobre nuestras cabezas,
pasamos por el fuego y por el agua,
¡hasta que al fin nos diste un respiro!

Liturgia de acción de gracias

13 Yo vengo a tu Casa a ofrecerte holocaustos,
para cumplir los votos que te hice:
14 los votos que pronunciaron mis labios
y que mi boca prometió en el peligro.

15 Te ofreceré en holocausto animales cebados,
junto con el humo de carneros;
te sacrificaré bueyes y cabras.

Pausa

16 Los que temen al Señor, vengan a escuchar,
yo les contaré lo que hizo por mí:
17 apenas mi boca clamó hacia él,
mi lengua comenzó a alabarlo.

18 Si hubiera tenido malas intenciones,
el Señor no me habría escuchado;
19 pero Dios me escuchó
y atendió al clamor de mi plegaria.

20 Bendito sea Dios,
que no rechazó mi oración
ni apartó de mí su misericordia.
 
Capítulo 67: Salmo 67 (66)

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COSECHA

1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. Canto.

2 El Señor tenga piedad y nos bendiga,
haga brillar su rostro sobre nosotros, Pausa
3 para que en la tierra se reconozca su dominio,
y su victoria entre las naciones.

4 ¡Que los pueblos te den gracias, Señor,
que todos los pueblos te den gracias!

5 Que canten de alegría las naciones,
porque gobiernas a los pueblos con justicia
y guías a las naciones de la tierra.

Pausa

6 ¡Que los pueblos te den gracias, Señor,
que todos los pueblos te den gracias!

7 La tierra ha dado su fruto:
el Señor, nuestro Dios, nos bendice.

8 Que Dios nos bendiga,
y lo teman todos los confines de la tierra.
 
Capítulo 68: Salmo 68 (67)

CANTO DE VICTORIA AL DIOS DE ISRAEL

1 Del maestro de coro. De David. Salmo. Canto.

Comienzo de la liturgia procesional

2 ¡Se alza el Señor!
Sus enemigos se dispersan
y sus adversarios huyen delante de él.

3 Tú los disipas como se disipa el humo;
como se derrite la cera ante el fuego,
así desaparecen los impíos delante del Señor.

4 Pero los justos se regocijan,
gritan de gozo delante del Señor
y se llenan de alegría.

5 ¡Canten al Señor,
entonen un himno a su Nombre!
¡Ábranle paso al que cabalga sobre las nubes!
Su Nombre es "el Señor":
¡griten de alegría en su presencia!

6 El Señor en su santa Morada
es padre de los huérfanos y defensor de las viudas:
7 él instala en un hogar a los solitarios
y hace salir con felicidad a los cautivos,
mientras los rebeldes habitan en un lugar desolado.

La marcha del Señor por el desierto

8 Señor, cuando saliste al frente de tu pueblo,
cuando avanzabas por el desierto,
9 tembló la tierra y el cielo dejó caer su lluvia,
Pausa
delante del Señor –el del Sinaí–
delante del Señor, el Dios de Israel.

10 Tú derramaste una lluvia generosa, Señor:
tu herencia estaba exhausta y tú la reconfortaste;
11 allí se estableció tu familia,
y tú, Señor, la afianzarás
por tu bondad para con el pobre.

El anuncio de la victoria

12 El Señor pronuncia una palabra
y una legión de mensajeros anuncia la noticia:
13 "Huyen los reyes, huyen con sus ejércitos,
y te repartes como botín los adornos de un palacio.

14 ¡No se queden recostados entre los rebaños!
Las alas de la Paloma están recubiertas de plata,
y su plumaje, de oro resplandeciente".

15 Cuando el Todopoderoso dispersó a los reyes,
caía la nieve sobre el Monte Umbrío.

La Montaña de Sión, Morada del Señor

16 ¡Montañas divinas, montañas de Basán,
montañas escarpadas, montañas de Basán!

17 ¿Por qué miran con envidia, montañas escarpadas,
a la Montaña que Dios prefirió como Morada?
¡Allí el Señor habitará para siempre!

18 Los carros de guerra de Dios
son dos miríadas de escuadrones relucientes:
¡el Señor está en medio de ellos,
el Sinaí está en el Santuario!

19 Subiste a la altura llevando cautivos,
recogiste dones entre los hombres
–incluso entre los rebeldes–
cuando te estableciste allí, Señor Dios.

El Señor, defensor de su Pueblo

20 ¡Bendito sea el Señor, el Dios de nuestra salvación!
Él carga con nosotros día tras día; Pausa
21 él es el Dios que nos salva
y nos hace escapar de la muerte.

22 Sí, Dios aplastará la cabeza de sus enemigos,
el cráneo de los que se obstinan en sus delitos.

23 Dice el Señor: "Los traeré de Basan,
los traeré desde los abismos del mar,
24 para que hundas tus pies en la sangre del enemigo
y la lengua de tus perros también tenga su parte".

Marcha litúrgica hacia el Santuario

25 Ya apareció tu cortejo, Señor,
el cortejo de mi Rey y mi Dios hacia el Santuario:
26 los cantores van al frente, los músicos, detrás;
las jóvenes, en medio, van tocando el tamboril.

27 ¡Bendigan al Señor en medio de la asamblea!
¡Bendigan al Señor desde la fuente de Israel!

28 Allí Benjamín, el más pequeño, abre la marcha
con los príncipes de Judá, vestidos de brocado,
con los príncipes de Zabulón
y los príncipes de Neftalí.

El sometimiento de los pueblos

29 Tu Dios ha desplegado tu poder:
¡sé fuerte, Dios, tú que has actuado por nosotros!

30 A causa de tu Templo, que está en Jerusalén,
los reyes te presentarán tributo.

31 Reprime a la Fiera de los juncos,
al tropel de los toros y terneros:
que esos pueblos se rindan a tus pies,
trayendo lingotes de oro.
El Señor dispersó a los pueblos guerreros;
32 telas preciosas llegan de Egipto
y Etiopía, con sus propias manos,
presenta sus dones a Dios.

Alabanza final

33 ¡Canten al Señor, reinos de la tierra,
entonen un himno al Señor, Pausa
34 al que cabalga por el cielo,
por el cielo antiquísimo!
Él hace oír su voz poderosa,
35 ¡reconozcan el poder del Señor!
Su majestad brilla sobre Israel
y su poder, sobre las nubes.

36 Tú eres temible, Señor, desde tus santuarios.
El Dios de Israel concede a su pueblo
el poder y la fuerza.
¡Bendito sea Dios!
 
Capítulo 69: Salmo 69 (68)

SÚPLICA ANGUSTIOSA EN MEDIO DE LA DESGRACIA

1 Del maestro de coro. Según la melodía de "Los lirios". De David.

Descripción de los males

2 ¡Sálvame, Dios mío,
porque el agua me llega a la garganta!

3 Estoy hundido en el fango del Abismo
y no puedo hacer pie;
he caído en las aguas profundas,
y me arrastra la corriente.

4 Estoy exhausto de tanto gritar,
y mi garganta se ha enronquecido;
se me ha nublado la vista
de tanto esperar a mi Dios.

5 Más numerosos que los cabellos de mi cabeza
son los que me odian sin motivo;
más fuertes que mis huesos,
los que me atacan sin razón.
¡Y hasta tengo que devolver
lo que yo no he robado!

6 Dios mío, tú conoces mi necedad,
no se te ocultan mis ofensas.

7 Que no queden defraudados por mi culpa
los que esperan en ti, Señor del universo;
que no queden humillados por mi causa
los que te buscan, Dios de Israel.

8 Por ti he soportado afrentas
y la vergüenza cubrió mi rostro;
9 me convertí en un extraño para mis hermanos,
fui un extranjero para los hijos de mi madre:
10 porque el celo de tu Casa me devora,
y caen sobre mí los ultrajes de los que te agravian.

11 Cuando aflijo mi alma con ayunos,
aprovechan para insultarme;
12 cuando me visto de penitente,
soy para ellos un motivo de risa;
13 los que están a la puerta murmuran contra mí,
y los bebedores me hacen burla con sus cantos.

Pedido de auxilio

14 Pero mi oración sube hasta ti, Señor,
en el momento favorable:
respóndeme, Dios mío, por tu gran amor,
sálvame, por tu fidelidad.

15 Sácame del lodo para que no me hunda,
líbrame de los que me odian
y de las aguas profundas;
16 que no me arrastre la corriente,
que no me trague el Abismo,
que el Pozo no se cierre sobre mí.

17 Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu amor,
por tu gran compasión vuélvete a mí;
18 no le ocultes el rostro a tu servidor,
respóndeme pronto, porque estoy en peligro.
19 Acércate a mi y rescátame,
líbrame de mis enemigos:
20 tú conoces mi afrenta, mi vergüenza y mi deshonra,
todos mis enemigos están ante ti.

21 La vergüenza me destroza el corazón,
y no tengo remedio.
Espero compasión y no la encuentro,
en vano busco un consuelo:
22 pusieron veneno en mi comida,
y cuando tuve sed me dieron vinagre.

Imprecación contra los enemigos

23 Que su mesa se convierta en una trampa,
y sus manjares, en un lazo;
24 que se nuble su vista y no vean,
y sus espaldas se queden sin fuerzas.

25 Descarga sobre ellos tu indignación
que los alcance el ardor de tu enojo;
26 que sus poblados se queden desiertos
y nadie habite en sus carpas.

27 Porque persiguen al que tú has castigado
y aumentan los dolores del que tú has herido.
28 Impútales una culpa tras otra,
no los declares inocentes;
29 bórralos del Libro de la Vida,
que no sean inscritos con los justos.

Acción de gracias

30 Yo soy un pobre desdichado, Dios mío,
que tu ayuda me proteja:
31 así alabaré con cantos el nombre de Dios,
y proclamaré su grandeza dando gracias;
32 esto agradará al Señor más que un toro,
más que un novillo con cuernos y pezuñas.

33 Que lo vean los humildes y se alegren,
que vivan los que buscan al Señor:
34 porque el Señor escucha a los pobres
y no desprecia a sus cautivos.

35 Que lo alaben el cielo, la tierra y el mar,
y todos los seres que se mueven en ellos;
36 porque el Señor salvará a Sión
y volverá a edificar las ciudades de Judá:
37 el linaje de sus servidores la tendrá como herencia,
y los que aman su nombre morarán en ella.
 
Capítulo 70: Salmo 70 (69)
APREMIANTE PETICIÓN DE LA AYUDA DIVINA

1 Del maestro de coro. De David. En memoria.
2 ¡Líbrame, Dios mío!
¡Señor, ven pronto a socorrerme!

3 Que se avergüencen y sean humillados
los que quieren acabar con mi vida.
Que retrocedan confundidos
los que desean mi ruina;
4 que vuelvan la espalda avergonzados
los que se ríen de mí.

5 Que se alegren y se regocijen en ti
todos los que te buscan;
y digan siempre los que desean tu victoria:
"¡Qué grande es nuestro Dios!".

6 Yo soy pobre y miserable:
ven pronto, Dios mío;
tú eres mi ayuda y mi libertador,
¡no tardes, Señor!
 
 
Capítulo 71: Salmo 71 (70)

ORACIÓN DE UN ANCIANO

Súplica confiada

1 Yo me refugio en ti, Señor,
¡que nunca tenga que avergonzarme!

2 Por tu justicia, líbrame y rescátame,
inclina tu oído hacia mí, y sálvame.

3 Sé para mí una roca protectora,
tú que decidiste venir siempre en mi ayuda,
porque tú eres mi Roca y mi fortaleza.

4 ¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío,
de las garras del malvado y del violento!

5 Porque tú, Señor, eres mi esperanza
y mi seguridad desde mi juventud.

6 En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre;
desde el seno materno fuiste mi protector,
y mi alabanza está siempre ante ti.

Motivos de tristeza en la vejez

7 Soy un motivo de estupor para muchos,
pero tú eres mi refugio poderoso.

8 Mi boca proclama tu alabanza
y anuncia tu gloria todo el día.

9 No me rechaces en el tiempo de mi vejez,
no me abandones, porque se agotan mis fuerzas;
10 mis enemigos hablan contra mí,
y los que me acechan se confabulan, diciendo:
11 "Dios lo tiene abandonado: persíganlo,
captúrenlo, porque no hay quien lo libre".

12 ¡Señor, no te quedes lejos de mí;
Dios mío, ven pronto a socorrerme!

13 ¡Queden confundidos y humillados
los que atentan contra mi vida!
¡Queden cubiertos de oprobio y de vergüenza
los que buscan mi perdición!

Reiteración de la confianza en Dios

14 Yo, por mi parte, seguiré esperando
y te alabaré cada vez más.

15 Mi boca anunciará incesantemente
tus actos de justicia y salvación,
aunque ni siquiera soy capaz de enumerarlos.

16 Vendré a celebrar las proezas del Señor,
evocaré tu justicia, que es sólo tuya.
17 Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud,
y hasta hoy he narrado tus maravillas.

18 Ahora que estoy viejo y lleno de canas,
no me abandones, Dios mío,
hasta que anuncie las proezas de tu brazo
a la generación que vendrá.

19 Tu justicia llega hasta el cielo, Señor:
tú has hecho grandes cosas,
y no hay nadie igual a ti, Dios mío.

20 Me hiciste pasar por muchas angustias,
pero de nuevo me darás la vida;
me harás subir de lo profundo de la tierra,
21 acrecentarás mi dignidad
y volverás a consolarme.

El gozo anticipado

22 Entonces te daré gracias con el arpa,
por tu fidelidad, Dios mío;
te cantaré con la cítara,
a ti, el Santo de Israel.

23 Mis labios te cantarán jubilosos,
y también mi alma, que tú redimiste.

24 Yo hablaré de tu justicia todo el día,
porque quedarán confundidos y avergonzados
los que buscaban mi perdición.
 
Capítulo 72: Salmo 72 (71)

PLEGARIA POR EL REY

1 De Salomón.
Concede, Señor, tu justicia al rey
y tu rectitud al descendiente de reyes,
2 para que gobierne a tu pueblo con justicia
y a tus pobres con rectitud.

3 Que las montañas traigan al pueblo la paz,
y las colinas, la justicia;
4 que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos de los pobres
y aplaste al opresor.

5 Que dure tanto como el sol y la luna,
a lo largo de las generaciones;
6 que sea como lluvia que cae sobre el césped
y como chaparrones que riegan la tierra.

7 Que en sus días florezca la justicia
y abunde la paz, mientras dure la luna;
8 que domine de un mar hasta el otro,
y desde el Río hasta los confines de la tierra.

9 Que se inclinen ante él las tribus del desierto,
y sus enemigos muerdan el polvo;
10 que los reyes de Tarsis y de las costas lejanas
le paguen tributo.
Que los reyes de Arabia y de Sebá
le traigan regalos;
11 que todos los reyes le rindan homenaje
y lo sirvan todas las naciones.

12 Porque él librará al pobre que suplica
y al humilde que está desamparado.

13 Tendrá compasión del débil y del pobre,
y salvará la vida de los indigentes.

14 Los rescatará de la opresión y la violencia,
y la sangre de ellos será preciosa ante sus ojos.

15 Por eso, que viva largamente
y le regalen oro de Arabia;
que oren por él sin cesar
y lo bendigan todo el día.

16 Que en el país abunden los trigales
y ondeen sobre las cumbres de las montañas;
que sus frutos broten como el Líbano
y florezcan como la hierba de los campos.

17 Que perdure su nombre para siempre
y su linaje permanezca como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos
y todas las naciones lo proclamen feliz.

* * *

18 Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas.

19 Sea bendito eternamente su Nombre glorioso
y que su gloria llene toda la tierra.
¡Amén! ¡Amén!

20 Fin de las oraciones de David, hijo de Jesé.
 
Capítulo 73: Salmo 73 (72)

INTERROGANTE SOBRE LA PROSPERIDAD DE LOS MALVADOS

1 Salmo de Asaf.

Vacilación frente al triunfo del mal

¡Qué bueno es Dios para Israel,
para los limpios de corazón!

2 Pero casi se desvían mis pasos,
faltó poco para que diera un traspié,
3 porque tuve envidia de los presuntuosos,
al ver la prosperidad de los malvados.

4 Para ellos no hay sufrimientos,
su cuerpo está sano y robusto;
5 no comparten las penas de los hombres
ni son golpeados como los demás.

6 Por eso, el orgullo es su collar
y la violencia, el manto que los cubre;
7 la malicia se les sale por los poros,
su corazón rebosa de malos propósitos.

8 Se burlan y hablan con maldad;
desde lo alto, amenazan con prepotencia;
9 su boca se insolenta contra el cielo
y su lengua se pasea por la tierra.

10 Por eso, el pueblo de Dios se vuelve hacia ellos,
y beben el agua a raudales.
11 Ellos dicen: "¿Acaso Dios lo va a saber?
¿Se va a enterar el Altísimo?".

12 Así son esos malvados
y, siempre tranquilos, acrecientan sus riquezas.

La suerte final de los impíos

13 Entonces, ¿en vano mantuve puro mi corazón
y lavé mis manos en señal de inocencia?

14 Porque yo era golpeado todo el día
y cada mañana soportaba mi castigo.

15 Si hubiera dicho: "Voy a hablar como ellos",
habría traicionado al linaje de tus hijos.

16 Yo reflexionaba, tratando de entenderlo,
pero me resultaba demasiado difícil.

17 ¡Hasta que entré en el Santuario de Dios
y comprendí el fin que les espera!

18 Sí, tú los pones en un terreno resbaladizo
y los precipitas en la ruina.

19 ¡Qué pronto quedan devastados
y acaban consumidos por el horror!

20 Son como un sueño al despertar, Señor:
al levantarte, disipas hasta su imagen.

21 Cuando se agriaba mi corazón
y me torturaba en mi interior,
22 yo era un necio y no comprendía,
era como un animal ante ti.

La verdadera felicidad

23 Pero yo estoy siempre contigo,
tú me has tomado de la mano derecha;
24 me guiarás con tu consejo
y después, me recibirás con gloria.

25 ¿A quién sino a ti tengo yo en el cielo?
Si estoy contigo, no deseo nada en la tierra.

26 Aunque mi corazón y mi carne se consuman,
Dios es mi herencia para siempre
y la Roca de mi corazón.

27 Los que se apartan de ti terminan mal,
tú destruyes a los que te son infieles.

28 Mi dicha es estar cerca de Dios:
yo he puesto mi refugio en ti, Señor,
para proclamar todas tus acciones.
 
Capítulo 74: Salmo 74 (73)

LAMENTACIÓN PÚBLICA POR LA DESTRUCCIÓN DEL TEMPLO

1 Poema de Asaf.

La profanación del Santuario

¿Por qué, Señor, nos rechazaste para siempre
y arde tu indignación
contra las ovejas de tu rebaño?

2 Acuérdate del pueblo que adquiriste
en otro tiempo,
de la tribu que rescataste
para convertirla en tu herencia;
acuérdate de Sión, donde pusiste tu Morada.

3 Vuelve tus pasos hacia esta ruina completa:
todo lo destruyó el enemigo en el Santuario.

4 Rugieron tus adversarios
en el lugar de tu asamblea,
pusieron como señales sus propios estandartes.

5 Alzaron sus hachas
como en la espesura de la selva;
6 destrozaron de un golpe todos los adornos,
los deshicieron con martillos y machetes;
7 prendieron fuego a tu Santuario,
profanaron, hasta arrasarla,
la Morada de tu Nombre.

8 Habían pensado: "Acabemos con ellos,
quememos todos los templos de Dios en el país".

9 Ya no vemos señales ni quedan profetas:
no hay nadie entre nosotros que sepa hasta cuándo.

10 ¿Hasta cuándo, Señor, te insultará el enemigo?
¿Nunca cesará el adversario
de despreciar tu Nombre?

11 ¿Por qué retiras tu mano, Señor,
y la mantienes oculta en el pecho?

Himno al Dios creador

12 Pero tú, Señor, eres mi Rey desde el principio,
tú lograste victorias en medio de la tierra:
13 deshiciste el Mar con tu poder
y quebraste las cabezas del dragón marino;
14 aplastaste las cabezas de Leviatán
y lo diste como alimento a las fieras del desierto.

15 Hiciste brotar manantiales y torrentes,
secaste los ríos caudalosos;
16 tuyo es el día, tuya también la noche,
tú afirmaste la luna y el sol;
17 fijaste las fronteras de la tierra,
formaste el verano y el invierno.

Súplica por la liberación

18 Recuerda, Señor, que el enemigo te ha ultrajado,
un pueblo insensato ha despreciado tu Nombre:
19 no entregues a los buitres la vida de tu Paloma
ni te olvides para siempre de los pobres.

20 Ten presente tu alianza,
porque todos los rincones del país
están repletos de violencia.

21 Que el débil no retroceda lleno de confusión,
que el pobre y el oprimido alaben tu Nombre.

22 Levántate, Señor, defiende tu causa,
recuerda que el insensato te ultraja sin cesar.

23 No olvides los gritos de tus adversarios,
porque crece el tumulto de los que se alzan contra ti.
 
Capítulo 75: Salmo 75 (74)

EL SEÑOR, ÚNICO JUEZ

1 Del maestro de coro. "No destruyas". Salmo de Asaf. Canto.

Antífona inicial

2 Te damos gracias, Señor, te damos gracias:
los que invocan tu Nombre narran tus maravillas.

Oráculo del Señor

3 "En el momento que yo decida,
juzgaré con rectitud.
4 Se conmueve la tierra con todos sus habitantes,
pero yo he afianzado sus columnas. Pausa
5 Digo a los arrogantes: ‘¡Basta de arrogancia!’,
y a los impíos: ‘¡No levanten la frente!,
6 no levanten la frente contra el cielo
ni hablen con actitud insolente’".

El castigo de los malvados

7 Porque ni del oriente ni del occidente,
ni del desierto ni de las montañas...

8 ¡El Señor es el único Juez,
que a unos humilla, y a otros exalta!

9 Hay una copa en la mano del Señor,
con un vino espumante, lleno de aromas:
la ofrece, y la sorben hasta el final,
la beben todos los malvados de la tierra.

10 Pero yo me alegraré para siempre,
cantaré al Dios de Jacob:
11 él quebrará el poder de los malvados
y acrecentará el poder de los justos.
 
Capítulo 76: Salmo 76 (75)

LA MANIFESTACIÓN DEL PODER INVENCIBLE DE DIOS

1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo de Asaf. Canto.

2 Dios es bien conocido en Judá,
su Nombre es grande en Israel.

3 En Jerusalén está su Tienda de campaña,
en Sión se levanta su Morada.

4 Allí quebró las flechas fulgurantes del arco,
el escudo, la espada y las armas de guerra.

Pausa

5 ¡Tú eres resplandeciente, majestuoso!

6 Montañas de botín fueron arrebatadas
a los valientes,
que ya duermen el sueño de la muerte:
a los guerreros no les respondieron los brazos.

7 Por tu amenaza, Dios de Jacob,
quedaron inmóviles los carros de guerra
y los caballos.

8 Sólo tú eres temible:
¿quién podrá resistir delante de ti
al ímpetu de tu ira?

9 Desde el cielo proclamas la sentencia:
la tierra tiembla y enmudece,
10 cuando te alzas para el juicio, Señor,
para salvar a los humildes de la tierra.

Pausa

11 Sí, el furor de los hombres tendrá que alabarte,
los que sobrevivan al castigo te festejarán.
12 Hagan votos al Señor, su Dios, y cúmplanlos;
los que están a su alrededor,
traigan regalos al Temible,
13 al que deja sin aliento a los príncipes
y es temible para los reyes de la tierra.
 
Capítulo 77: Salmo 77 (76)

SÚPLICA FUNDADA EN EL PASADO DE ISRAEL

1 Del maestro de coro. Al estilo de Iedutún. De Asaf. Salmo.

La aflicción presente

2 Invocaré al Señor con toda mi voz,
gritaré al Señor, y él me escuchará.

3 Busco al Señor en el momento de mi angustia;
de noche, tiendo mi mano sin descanso,
y mi alma rechaza todo consuelo.

4 Yo me acuerdo del Señor, y me lamento;
medito, y mi espíritu desfallece: Pausa
5 tú no me dejas conciliar el sueño,
estoy turbado, y no puedo hablar.

6 Pienso en los tiempos antiguos,
me acuerdo de los días pasados;
7 reflexiono de noche en mi interior,
medito, y mi espíritu se pregunta:
8 ¿Puede el Señor rechazar para siempre?
¿Ya no volverá a mostrarse favorable?

9 ¿Se habrá agotado para siempre su amor,
y habrá caducado eternamente su promesa?

10 ¿Se habrá olvidado Dios de su clemencia
o, en su enojo, habrá contenido su compasión?

Pausa

11 Entonces dije –¡y este es mi dolor!–:
"¡Cómo ha cambiado la derecha del Altísimo!".

Las maravillas del pasado

12 Yo recuerdo las proezas del Señor,
sí, recuerdo sus prodigios de otro tiempo;
13 evoco todas sus acciones,
medito en todas sus hazañas.

14 Tus caminos son santos, Señor.
¿Hay otro dios grande como nuestro Dios?

15 Tú eres el Dios que hace maravillas,
y revelaste tu poder entre las naciones.

16 Con tu brazo redimiste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y de José.

Pausa

17 Cuando te vieron las aguas, Señor,
cuando te vieron las aguas, temblaron,
¡se agitaron hasta los abismos del mar!

18 Las nubes derramaron aguaceros,
retumbaron los densos nubarrones
y zigzaguearon tus rayos.

19 El trueno resonó en la bóveda del cielo,
tus relámpagos iluminaron el mundo,
tembló y se tambaleó la tierra.

20 Te abriste un camino entre las aguas,
un sendero entre las aguas caudalosas,
y no quedó ningún rastro de tus huellas.

21 Tú guiaste a tu pueblo como a un rebaño,
por medio de Moisés y de Aarón.
 
Capítulo 78: Salmo 78 (77)

MEDITACIÓN SOBRE LA HISTORIA DE ISRAEL
1 Poema de Asaf.

Finalidad del poema

Pueblo mío, escucha mi enseñanza,
presta atención a las palabras de mi boca:
2 yo voy a recitar un poema,
a revelar enigmas del pasado.
3 Lo que hemos oído y aprendido,
lo que nos contaron nuestros padres,
4 no queremos ocultarlo a nuestros hijos,
lo narraremos a la próxima generación:
son las glorias del Señor y su poder,
las maravillas que él realizó.

5 El Señor dio una norma a Jacob,
estableció una ley en Israel,
y ordenó a nuestros padres
enseñar estas cosas a sus hijos.

6 Así las aprenderán las generaciones futuras
y los hijos que nacerán después;
y podrán contarlas a sus propios hijos,
7 para que pongan su confianza en Dios,
para que no se olviden de sus proezas
y observen sus mandamientos.

8 Así no serán como sus padres,
una raza obstinada y rebelde,
una raza de corazón inconstante
y de espíritu infiel a Dios:
9 como los arqueros de la tribu de Efraím,
que retrocedieron en el momento del combate.

10 Ellos no mantuvieron su alianza con Dios,
se negaron a seguir su ley;
11 olvidaron las proezas del Señor
y las maravillas que les hizo ver.

Las maravillas del Éxodo

12 El Señor hizo prodigios a la vista de sus padres,
en la tierra de Egipto, en los campos de Tanis;
13 abrió el Mar para darles paso
y contuvo las aguas como un dique;
14 de día los guiaba con la nube
y de noche, con el resplandor del fuego.

15 Partió las rocas en el desierto
y les dio de beber a raudales:
16 sacó manantiales del peñasco,
hizo correr las aguas como ríos.

La rebeldía de Israel

17 Pero volvieron a pecar contra él
y a rebelarse contra el Altísimo en el desierto:
18 tentaron a Dios en sus corazones,
pidiendo comida a su antojo.

19 Hablaron contra Dios, diciendo:
"¿Acaso tiene Dios poder suficiente
para preparar una mesa en el desierto?

20 Es verdad que cuando golpeó la roca,
brotó el agua y desbordaron los torrentes;
pero ¿podrá también darnos pan
y abastecer de carne a su pueblo?".

21 El Señor, al oírlos, se indignó,
y un fuego se encendió contra Jacob;
su enojo se alzó contra Israel,
22 porque no creyeron en Dios
ni confiaron en su auxilio.

La condescendencia divina

23 Entonces mandó a las nubes en lo alto
y abrió las compuertas del cielo:
24 hizo llover sobre ellos el maná,
les dio como alimento un trigo celestial;
25 todos comieron un pan de ángeles,
les dio comida hasta saciarlos.

26 Hizo soplar desde el cielo el viento del este,
atrajo con su poder el viento del sur;
27 hizo llover sobre ellos carne como polvo
y pájaros como arena del mar:
28 los dejó caer en medio del campamento,
alrededor de sus carpas.

29 Ellos comieron y se hartaron,
el Señor les dio lo que habían pedido;
30 pero apenas saciaron su avidez,
cuando aún estaban con la boca llena,
31 la ira del Señor se desató contra ellos:
hizo estragos entre los más fuertes
y abatió a lo mejor de Israel.

La infidelidad del Pueblo y la misericordia de Dios

32 A pesar de todo, volvieron a pecar
y no creyeron en sus maravillas;
33 por eso él acabó sus días como un soplo,
y sus años en un solo instante.

34 Cuando los hacía morir, lo buscaban
y se volvían a él ansiosamente:
35 recordaban que Dios era su Roca,
y el Altísimo, su libertador.

36 Pero lo elogiaban de labios para afuera
y mentían con sus lenguas;
37 su corazón no era sincero con él
y no eran fieles a su alianza.

38 El Señor, que es compasivo,
los perdonaba en lugar de exterminarlos;
una y otra vez reprimió su enojo
y no dio rienda suelta a su furor:
39 sabía que eran simples mortales,
un soplo que pasa y ya no vuelve.

40 ¡Cuántas veces lo irritaron en el desierto
y lo afligieron en medio de la soledad!
41 Volvían a tentar a Dios
y a exasperar al Santo de Israel,
42 sin acordarse de lo que hizo su mano,
cuando los rescató de la opresión.

Las intervenciones de Dios en favor de su Pueblo

43 Porque él hizo portentos en Egipto
y prodigios en los campos de Tanis;
44 convirtió en sangre sus canales,
y también sus ríos, para que no bebieran;
45 les mandó tábanos voraces
y ranas que hacían estragos.

46 Entregó sus cosechas al pulgón
y el fruto de sus trabajos a las langostas;
47 destruyó sus viñedos con el granizo
y sus higueras con la helada;
48 desató la peste contra el ganado
y la fiebre contra los rebaños.

49 Lanzó contra ellos el ardor de su enojo,
su ira, su furor y su indignación
–un tropel de mensajeros de desgracias–
50 dando así libre curso a su furor;
no los quiso librar de la muerte,
hizo que la peste acabara con sus vidas.
51 Hirió a los primogénitos de Egipto,
a los hijos mayores de la tierra de Cam;
52 sacó a su pueblo como a un rebaño,
y los guió como a ovejas por el desierto:
53 los condujo seguros y sin temor,
mientras el Mar cubría a sus adversarios.
54 Los llevó hasta su Tierra santa,
hasta la Montaña que adquirió con su mano;
55 delante de ellos expulsó a las naciones,
les asignó por sorteo una herencia
e instaló en sus carpas a las tribus de Israel.

El castigo de la infidelidad

56 Pero ellos tentaron e irritaron a Dios,
no observaron los preceptos del Altísimo;
57 desertaron y fueron traidores como sus padres,
se desviaron como un arco fallido.

58 Lo afligieron con sus lugares de culto,
le provocaron celos con sus ídolos:
59 Dios lo advirtió y se llenó de indignación,
y rechazó duramente a Israel.

60 Abandonó la Morada de Silo,
la Carpa donde habitaba entre los hombres;
61 entregó su Fortaleza al cautiverio,
su Arca gloriosa en manos del enemigo.

62 Entregó su pueblo a la espada,
se enfureció contra su herencia;
63 el fuego devoró a sus jóvenes,
y no hubo canto nupcial para sus vírgenes;
64 sus sacerdotes cayeron bajo la espada,
y sus viudas no pudieron celebrar el duelo.

La elección de Judá y de David

65 Pero el Señor se levantó como de un sueño,
como un guerrero adormecido por el vino:
66 él hirió al enemigo con la espada,
le infligió una derrota completa.

67 Rechazó a los campamentos de José
y no eligió a la tribu de Efraím:
68 eligió a la tribu de Judá,
a la montaña de Sión, su predilecta.

69 Construyó su Santuario como el cielo en lo alto,
como la tierra, que cimentó para siempre;
70 y eligió a David, su servidor,
sacándolo de entre los rebaños de ovejas.

71 Cuando iba detrás de las ovejas, lo llamó
para que fuera pastor de Jacob, su pueblo,
y de Israel, su herencia;
72 él los apacentó con integridad de corazón
y los guió con la destreza de su mano.
 
Capítulo 79: Salmo 79 (78)

LAMENTACIÓN DEL PUEBLO POR LA SUERTE DE JERUSALÉN

1 Salmo de Asaf.

La destrucción de la Ciudad santa

Señor, los paganos invadieron tu herencia,
profanaron tu santo Templo,
hicieron de Jerusalén un montón de ruinas;
2 dieron los cadáveres de tus servidores
como pasto a las aves del cielo,
y la carne de tus amigos, a las fieras de la tierra.

3 Derramaron su sangre como agua
alrededor de Jerusalén
y nadie les daba sepultura.

4 Fuimos el escarnio de nuestros vecinos,
la irrisión y la burla de los que nos rodean.
5 ¿Hasta cuándo, Señor?
¿Estarás enojado para siempre?
¿Arderán tus celos como un fuego?

Súplica por la liberación

6 Derrama tu furor
sobre las naciones que no te reconocen,
y sobre los reinos que no invocan tu Nombre,
7 porque han devorado a Jacob,
y han devastado su dominio.

8 No recuerdes para nuestro mal
las culpas de otros tiempos;
compadécete pronto de nosotros,
porque estamos totalmente abatidos.

9 Ayúdanos, Dios salvador nuestro,
por el honor de tu Nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados,
a causa de tu Nombre.

10 ¿Por qué han de decir los paganos:
"¿Dónde está su Dios?".
Que se ponga de manifiesto entre las naciones,
ante nuestros propios ojos,
cómo has vengado la sangre de tus servidores,
que ha sido derramada.

11 Llegue hasta tu presencia
el lamento de los cautivos,
preserva con tu brazo poderoso
a los que están condenados a muerte.

12 Devuelve siete veces a nuestros vecinos
la afrenta que te hicieron, Señor.

13 Y nosotros, que somos tu pueblo
y las ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias para siempre,
y cantaremos tus alabanzas
por todas las generaciones.
 
Capítulo 80: Salmo 80 (79)
SÚPLICA POR LA RESTAURACIÓN DE ISRAEL

1 Del maestro de coro. Según la melodía de "Los lirios".

Testimonio. De Asaf. Salmo.

Lamentación por la ruina nacional

2 Escucha, Pastor de Israel,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que tienes el trono sobre los querubines,
3 resplandece ante Efraím, Benjamín y Manasés;
reafirma tu poder y ven a salvarnos.

4 ¡Restáuranos, Señor de los ejércitos,
que brille tu rostro y seremos salvados!
5 Señor de los ejércitos,
¿hasta cuándo durará tu enojo,
a pesar de las súplicas de tu pueblo?

6 Les diste de comer un pan de lágrimas,
les hiciste beber lágrimas a raudales;
7 nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos,
y nuestros enemigos se burlan de nosotros.

8 ¡Restáuranos, Señor de los ejércitos,
que brille tu rostro y seremos salvados!

Israel, la vid del Señor

9 Tú sacaste de Egipto una vid,
expulsaste a los paganos y la plantaste;
10 le preparaste el terreno, echó raíces
y llenó toda la región.

11 Las montañas se cubrieron con su sombra,
y los cedros más altos con sus ramas;
12 extendió sus sarmientos hasta el mar
y sus retoños hasta el Río.

13 ¿Por qué has derribado sus cercos
para que puedan saquearla
todos los que pasan?

14 Los jabalíes del bosque la devastan
y se la comen los animales del campo.

Plegaria y promesa de fidelidad

15 Vuélvete, Señor de los ejércitos,
observa desde el cielo y mira:
ven a visitar tu vid,
16 la cepa que plantó tu mano,
el retoño que tú hiciste vigoroso.

17 ¡Que perezcan ante el furor de tu mirada
los que le prendieron fuego y la talaron!

18 Que tu mano sostenga al que está a tu derecha,
al hombre que tú fortaleciste,
19 y nunca nos apartaremos de ti:
devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre.
20 ¡Restáuranos, Señor de los ejércitos,
que brille tu rostro y seremos salvados!
 
 
Capítulo 81: Salmo 81 (80)

HIMNO Y AMONESTACIÓN EN UNA FIESTA LITÚRGICA

1 Del maestro de coro. Con la cítara de Gat. De Asaf.

Invitación a la alabanza

2 ¡Canten con júbilo al Señor, nuestra fuerza,
aclamen al Dios de Jacob!

3 Entonen un canto, toquen el tambor,
y la cítara armoniosa, junto con el arpa.

4 Toquen la trompeta al salir la luna nueva,
y el día de luna llena, el día de nuestra fiesta.

5 Porque esta es una ley para Israel,
un precepto del Dios de Jacob:
6 él se la impuso como norma a José,
cuando salió de la tierra de Egipto.

Oráculo de Dios
Oigo una voz desconocida que dice:
11c "Abre tu boca y la llenaré con mi palabra.

7 Yo quité el peso de tus espaldas
y tus manos quedaron libres de la carga.

8 Clamaste en la aflicción, y te salvé;
te respondí oculto entre los truenos,
aunque me provocaste junto a las aguas de Meribá.

Pausa

9 Oye, pueblo mío, yo atestiguo contra ti,
¡ojalá me escucharas, Israel!

10 No tendrás ningún dios extraño,
no adorarás a ningún dios extranjero:
11 yo, el Señor, soy tu Dios,
que te hice subir de la tierra de Egipto.
12 Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no me quiso obedecer:
13 por eso los entregué a su obstinación,
para que se dejaran llevar por sus caprichos.
14 ¡Ojalá mi pueblo me escuchara,
e Israel siguiera mis caminos!

15 Yo sometería a sus adversarios en un instante,
y volvería mi mano contra sus opresores.
16 Los enemigos del Señor tendrían que adularlo,
y ese sería su destino para siempre;
17 yo alimentaría a mi pueblo con lo mejor del trigo
y lo saciaría con miel silvestre".
 
Capítulo 82: Salmo 82 (81)

REPROCHE A LOS JUECES INJUSTOS

1 Salmo de Asaf.
El Señor se levanta en la asamblea divina
y juzga en medio de los dioses;
2 "¿Hasta cuándo juzgarán injustamente
y favorecerán a los malvados?

Pausa

3 ¡Defiendan al desvalido y al huérfano,
hagan justicia al oprimido y al pobre;
4 libren al débil y al indigente,
rescátenlos del poder de los impíos!".

5 Pero ellos caminan en la oscuridad,
faltos de inteligencia y comprensión,
mientras vacilan los fundamentos de la tierra.

6 Yo había pensado: "Ustedes son dioses,
todos son hijos del Altísimo".

7 Pero morirán como cualquier hombre,
caerán como cualquiera de los príncipes.

8 Levántate, Señor, juzga a la tierra,
porque tú eres el dueño de todas las naciones.
 
Capítulo 83: Salmo 83 (82)

SÚPLICA POR LA LIBERACIÓN DE ISRAEL

1 Canto. Salmo de Asaf.

2 ¡Señor, no te quedes callado,
Dios mío, no guardes silencio,
no permanezcas inmóvil!

3 Mira cómo se agitan tus enemigos
y alzan la cabeza tus adversarios:
4 hacen planes contra tu pueblo
y conspiran contra tus protegidos.

5 Dicen: "Vamos a eliminarlos como nación,
que ya ni se mencione el nombre de Israel".
6 Así conspiran de común acuerdo
y sellan una alianza contra ti.

7 Son los campamentos de Edóm,
los ismaelitas, moabitas y agarenos;
8 Guebal, Amón y Amalec;
Filistea, con los habitantes de Tiro;
9 hasta los asirios se aliaron con ellos
y prestaron ayuda a los descendientes de Lot.

Pausa

10 Trátalos como a Madián y como a Sísara,
como a Jabín en el torrente Quisón:
11 ellos fueron exterminados en Endor
y se convirtieron en abono de la tierra.

12 Trata a sus jefes como a Oreb y a Zeeb,
y a sus príncipes como a Zebá y a Salmaná,
13 los que dijeron: "Conquistemos para nosotros
los territorios del Señor".

14 Conviértelos, Dios mío, en hojarasca,
en paja agitada por el viento.

15 Como fuego que abrasa la selva,
como llama que incendia las montañas,
16 persíguelos con tu tormenta,
llénalos de terror con tu borrasca.

17 Cúbreles el rostro de ignominia,
para que busquen tu Nombre, Señor.

18 Queden avergonzados, aterrados para siempre,
y desaparezcan llenos de confusión,
19 para que reconozcan que sólo tú
llevas el nombre de "Señor",
el Altísimo sobre toda la tierra.
 
Capítulo 84: Salmo 84 (83)

FERVIENTE ANHELO DEL PEREGRINO

1 Del maestro de coro. Con la cítara de Gat. De los hijos de Coré. Salmo.

2 ¡Qué amable es tu Morada,
Señor del Universo!

3 Mi alma se consume de deseos
por los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne claman ansiosos
por el Dios viviente.

4 Hasta el gorrión encontró una casa,
y la golondrina tiene un nido
donde poner sus pichones,
junto a tus altares, Señor del universo,
mi Rey y mi Dios.

5 ¡Felices los que habitan en tu Casa
y te alaban sin cesar! Pausa
6 ¡Felices los que encuentran su fuerza en ti,
al emprender la peregrinación!

7 Al pasar por el valle árido,
lo convierten en un oasis;
caen las primeras lluvias,
y lo cubren de bendiciones;
8 ellos avanzan con vigor siempre creciente
hasta contemplar a Dios en Sión.

9 Señor del universo, oye mi plegaria,
escucha, Dios de Jacob; Pausa
10 protege, Dios, a nuestro Escudo
y mira el rostro de tu Ungido.

11 Vale más un día en tus atrios
que mil en otra parte;
yo prefiero el umbral de la Casa de mi Dios
antes que vivir entre malvados.

12 Porque el Señor es sol y escudo;
el Señor da la gracia y la gloria,
y no niega sus bienes
a los que proceden con rectitud.

13 ¡Señor del universo,
feliz el hombre que confía en ti!
 
Capítulo 85: Salmo 85 (84)

ORACIÓN POR EL PUEBLO Y PROMESA DE SALVACIÓN

1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

Expresión de reconocimiento y súplica

2 Fuiste propicio, Señor, con tu tierra,
cambiaste la suerte de Jacob;
3 perdonaste la culpa de tu pueblo,
lo absolviste de todos sus pecados; Pausa
4 reprimiste toda tu indignación
y aplacaste el ardor de tu enojo.

5 ¡Restáuranos, Dios, salvador nuestro;
olvida tu aversión hacia nosotros!

6 ¿Vas a estar enojado para siempre?
¿Mantendrás tu ira eternamente?

7 ¿No volverás a darnos la vida,
para que tu pueblo se alegre en ti?

8 ¡Manifiéstanos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación!

Anuncio profético de la salvación

9 Voy a proclamar lo que dice el Señor:
el Señor promete la paz,
la paz para su pueblo y sus amigos,
y para los que se convierten de corazón.

10 Su salvación está muy cerca de sus fieles,
y la Gloria habitará en nuestra tierra.

11 El Amor y la Verdad se encontrarán,
la Justicia y la Paz se abrazarán;
12 la Verdad brotará de la tierra
y la Justicia mirará desde el cielo.

13 El mismo Señor nos dará sus bienes
y nuestra tierra producirá sus frutos.

14 La Justicia irá delante de él,
y la Paz, sobre la huella de sus pasos.
 
Capítulo 86: Salmo 86 (85)

PLEGARIA HUMILDE Y CONFIADA

1 Oración de David.

Inclina tu oído, Señor, respóndeme,
porque soy pobre y miserable;
2 protégeme, porque soy uno de tus fieles,
salva a tu servidor que en ti confía.

3 Tú eres mi Dios: ten piedad de mí, Señor,
porque te invoco todo el día;
4 reconforta el ánimo de tu servidor,
porque a ti, Señor, elevo mi alma.

5 Tú, Señor, eres bueno e indulgente,
rico en misericordia con aquellos que te invocan:
6 ¡atiende, Señor, a mi plegaria,
escucha la voz de mi súplica!

7 Yo te invoco en el momento de la angustia,
porque tú me respondes.

8 No hay otro dios igual a ti, Señor,
ni hay obras como las tuyas.

9 Todas las naciones que has creado
vendrán a postrarse delante de ti,
y glorificarán tu Nombre, Señor,
10 porque tú eres grande, Dios mío,
y eres el único que hace maravillas.

11 Indícame tu camino, Señor,
para que yo viva según tu verdad;
orienta totalmente mi corazón
al temor de tu Nombre.

12 Te daré gracias, Dios mío, de todo corazón,
y glorificaré tu Nombre eternamente;
13 porque es grande el amor que me tienes,
y tú me libraste del fondo del Abismo.

14 Dios mío, los orgullosos se levantaron contra mí,
y una banda de forajidos atenta contra mi vida
sin preocuparse para nada de ti.

15 Pero tú, Señor, Dios compasivo y bondadoso,
lento para enojarte, rico en amor y fidelidad,
16 vuelve hacia mí tu rostro y ten piedad de mí;
fortalece a tu servidor,
salva al hijo de tu servidora.

17 Dame una prueba de tu bondad,
para que mis adversarios queden confundidos,
al ver que tú, Señor, eres mi ayuda y mi consuelo.
 
Capítulo 87: Salmo 87 (86)

JERUSALÉN, PATRIA ESPIRITUAL DE TODOS LOS PUEBLOS

1 De los hijos de Coré. Salmo. Canto.
¡Esta es la Ciudad que fundó el Señor
sobre las santas Montañas!

2 Él ama las puertas de Sión
más que a todas las moradas de Jacob.

3 Cosas admirables se dicen de ti,
Ciudad de Dios: Pausa
4 "Contaré a Egipto y a Babilonia
entre aquellos que me conocen;
filisteos, tirios y etíopes han nacido en ella".

5 Así se hablará de Sión:
"Este, y también aquel,
han nacido en ella,
y el Altísimo en persona la ha fundado".

6 Al registrar a los pueblos, el Señor escribirá:
"Este ha nacido en ella".

Pausa

7 Y todos cantarán, mientras danzan:
"Todas mis fuentes de vida están en ti".
 
Capítulo 88: Salmo 88 (87)

LAMENTACIÓN EN MEDIO DE UN PELIGRO MORTAL

1 Canto. Salmo de los hijos de Coré. Del maestro de coro. Para la enfermedad. Para la aflicción. Poema de Hemán, el Aborigen.

2 ¡Señor, mi Dios y mi salvador,
día y noche estoy clamando ante ti:
3 que mi plegaria llegue a tu presencia;
inclina tu oído a mi clamor!

4 Porque estoy saturado de infortunios,
y mi vida está al borde del Abismo;
5 me cuento entre los que bajaron a la tumba,
y soy como un hombre sin fuerzas.

6 Yo tengo mi lecho entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro,
como aquellos en los que tú ya ni piensas,
porque fueron arrancados de tu mano.

7 Me has puesto en lo más hondo de la fosa,
en las regiones oscuras y profundas;
8 tu indignación pesa sobre mí,
y me estás ahogando con tu oleaje.

Pausa

9 Apartaste de mí a mis conocidos,
me hiciste despreciable a sus ojos;
estoy prisionero, sin poder salir,
10 y mis ojos se debilitan por la aflicción.
Yo te invoco, Señor, todo el día,
con las manos tendidas hacia ti.

11 ¿Acaso haces prodigios por los muertos,
o se alzan los difuntos para darte gracias?

Pausa

12 ¿Se proclama tu amor en el sepulcro,
o tu fidelidad en el reino de la muerte?

13 ¿Se anuncian tus maravillas en las tinieblas,
o tu justicia en la tierra del olvido?

14 Yo invoco tu ayuda, Señor,
desde temprano te llega mi plegaria:
15 ¿Por qué me rechazas, Señor?
¿Por qué me ocultas tu rostro?

16 Estoy afligido y enfermo desde niño,
extenuado bajo el peso de tus desgracias;
17 tus enojos pasaron sobre mí,
me consumieron tus terribles aflicciones.

18 Me rodean todo el día como una correntada,
me envuelven todos a la vez.

19 Tú me separaste de mis parientes y amigos,
y las tinieblas son mis confidentes.
 
Capítulo 89: Salmo 89 (88)

HIMNO Y SÚPLICA AL DIOS FIEL

1 Poema de Etán, el Aborigen.

La alianza del Señor con David

2 Cantaré eternamente el amor del Señor,
proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.

3 Porque tú has dicho:
"Mi amor se mantendrá eternamente,
mi fidelidad está afianzada en el cielo.

4 Yo sellé una alianza con mi elegido,
hice este juramento a David, mi servidor:
5 ‘Estableceré tu descendencia para siempre,
mantendré tu trono por todas las generaciones’".

Pausa

6 El cielo celebre tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad en la asamblea de los santos,
7 porque ¿quién es comparable al Señor
en las alturas?
¿quién es como el Señor entre los hijos de Dios?

8 Dios es temible en el consejo de los santos,
más grande y terrible
que cuantos están a su alrededor?

9 Señor, Dios del universo, ¿hay alguien como tú?
Tú eres fuerte y estás rodeado de fidelidad.

El poder de Dios creador

10 Tú dominas la soberbia del mar
y calmas la altivez de sus olas;
11 tú aplastaste a Rahab como a un cadáver,
deshiciste a tus enemigos con tu brazo poderoso.

12 Tuyo es el cielo, tuya la tierra:
tú cimentaste el mundo y todo lo que hay en él;
13 tú has creado el norte y el sur,
el Hermón y el Tabor aclaman tu Nombre.

14 Tu brazo está lleno de poder,
tu mano es fuerte, alta es tu derecha;
15 la Justicia y el Derecho son la base de tu trono,
el Amor y la Fidelidad te preceden.

16 ¡Feliz el pueblo que sabe aclamarte!
Ellos caminarán a la luz de tu rostro;
17 se alegrarán sin cesar en tu Nombre,
serán exaltados a causa de tu justicia.

18 Porque tú eres su gloria y su fuerza;
con tu favor, acrecientas nuestro poder.

19 Sí, el Señor es nuestro escudo,
el Santo de Israel es realmente nuestro rey.

La promesa del Señor a David

20 Tú hablaste una vez en una visión
y dijiste a tus amigos:
"Impuse la corona a un valiente,
exalté a un guerrero del pueblo.

21 Encontré a David, mi servidor,
y lo ungí con el óleo sagrado,
22 para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga poderoso.

23 El enemigo no lo aventajará,
ni podrán oprimirlo los malvados:
24 yo aplastaré a sus adversarios ante él
y golpearé a los que lo odian.

25 Mi fidelidad y mi amor lo acompañarán,
su poder crecerá a causa de mi Nombre:
26 extenderé su mano sobre el mar
y su derecha sobre los ríos.

27 Él me dirá: ‘Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora’.
28 Yo lo constituiré mi primogénito,
el más alto de los reyes de la tierra.

29 Le aseguraré mi amor eternamente,
y mi alianza será estable para él;
30 le daré una descendencia eterna
y un trono duradero como el cielo.

31 Si sus hijos abandonan mi enseñanza
y no proceden de acuerdo con mis juicios;
32 si profanan mis preceptos
y no observan mis mandamientos,
33 castigaré sus rebeldías con la vara
y sus culpas, con el látigo.

34 Pero a él no le retiraré mi amor
ni desmentiré mi fidelidad;
35 no quebrantaré mi alianza
ni cambiaré lo que salió de mis labios.

36 Una vez juré por mi santidad
–¡jamás mentiré a David!–:
37 ‘Su descendencia permanecerá para siempre
y su trono, como el sol en mi presencia;
38 como la luna, que permanece para siempre,
será firme su sede en las alturas’".

Pausa

Lamentación por la derrota del rey

39 Pero tú te has irritado contra tu Ungido,
lo has rechazado y despreciado;
40 desdeñaste la alianza con tu servidor,
profanaste por tierra su insignia real.

41 Abriste brechas en todas sus murallas,
redujiste a escombros todas sus fortalezas;
42 los que pasan por el camino lo despojan,
y es la burla de todos sus vecinos.

43 Alzaste la mano de sus adversarios,
llenaste de alegría a sus enemigos;
44 mellaste el filo de su espada
y no lo sostuviste en el combate.

45 Le quitaste su cetro glorioso
y derribaste por tierra su trono;
46 abreviaste los días de su juventud
y lo cubriste de vergüenza.

Pausa

Apelación a la fidelidad de Dios

47 ¿Hasta cuándo, Señor?
¿Te ocultarás para siempre?
¿Arderá tu furor como el fuego?

48 Recuerda, Señor, qué corta es mi vida
y qué efímeros creaste a los hombres.

49 ¿Quién vivirá sin ver la muerte?
¿Quién se librará de las garras del Abismo?

Pausa

50 ¿Dónde está, Señor, tu amor de otro tiempo,
el que juraste a David por tu fidelidad?
51 Recuerda, Señor, las afrentas de tu servidor:
yo tengo que soportar los insultos de los pueblos.

52 ¡Cómo afrentan, Señor, tus enemigos,
cómo afrentan las huellas de tu Ungido!

* * *

53 ¡Bendito sea el Señor eternamente!
¡Amén! ¡Amén!
 
Capítulo 90: Salmo 90 (89)

MEDITACIÓN SOBRE LA BREVEDAD DE LA VIDA

1 Oración de Moisés, hombre de Dios.
Señor, tú has sido nuestro refugio
a lo largo de las generaciones.

2 Antes que fueran engendradas las montañas,
antes que nacieran la tierra y el mundo,
desde siempre y para siempre, tú eres Dios.

3 Tú haces que los hombres vuelvan al polvo,
con sólo decirles: "Vuelvan, seres humanos".

4 Porque mil años son ante tus ojos
como el día de ayer, que ya pasó,
como una vigilia de la noche.

5 Tú los arrebatas, y son como un sueño,
como la hierba que brota de mañana:
6 por la mañana brota y florece,
y por la tarde se seca y se marchita.

7 ¡Estamos consumidos por tu ira
y consternados por tu indignación!

8 Pusiste nuestras culpas delante de tus ojos,
y nuestros secretos a la luz de tu mirada.
9 Nuestros días transcurren
bajo el peso de tu enojo,
y nuestros años se acaban como un suspiro.

10 Nuestra vida dura apenas setenta años,
y ochenta, si tenemos más vigor:
en su mayor parte son fatiga y miseria,
porque pasan pronto, y nosotros nos vamos.

11 ¿Quién puede conocer la violencia de tu enojo
y ver el fondo de tu indignación?

12 Enséñanos a calcular nuestros años,
para que nuestro corazón alcance la sabiduría.

13 ¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...?
Ten compasión de tus servidores.

14 Sácianos en seguida con tu amor,
y cantaremos felices toda nuestra vida.

15 Alégranos por los días en que nos afligiste,
por los años en que soportamos la desgracia.

16 Que tu obra se manifieste a tus servidores,
y que tu esplendor esté sobre tus hijos.

17 Que descienda hasta nosotros
la bondad del Señor;
que el Señor, nuestro Dios,
haga prosperar la obra de nuestras manos.
 
Capítulo 91: Salmo 91 (90)

LA SEGURIDAD DEL QUE CONFÍA EN DIOS

La protección divina en medio de los peligros

1 Tú que vives al amparo del Altísimo
y resides a la sombra del Todopoderoso,
2 di al Señor: "Mi refugio y mi baluarte,
mi Dios, en quien confío".

3 Él te librará de la red del cazador
y de la peste perniciosa;
4 te cubrirá con sus plumas,
y hallarás un refugio bajo sus alas.

5 No temerás los terrores de la noche,
ni la flecha que vuela de día,
6 ni la peste que acecha en las tinieblas,
ni la plaga que devasta a pleno sol.

7 Aunque caigan mil a tu izquierda
y diez mil a tu derecha,
tú no serás alcanzado:
4c su brazo es escudo y coraza.

8 Con sólo dirigir una mirada,
verás el castigo de los malos,
9 porque hiciste del Señor tu refugio
y pusiste como defensa al Altísimo.

10 No te alcanzará ningún mal,
ninguna plaga se acercará a tu carpa,
11 porque él te encomendó a sus ángeles
para que te cuiden en todos tus caminos.

12 Ellos te llevarán en sus manos
para que no tropieces contra ninguna piedra;
13 caminarás sobre leones y víboras,
pisotearás cachorros de león y serpientes.

Oráculo del Señor

14 "Él se entregó a mí,
por eso, yo lo libraré;
lo protegeré, porque conoce mi Nombre;
15 me invocará, y yo le responderé.
Estaré con él en el peligro,
lo defenderé y lo glorificaré;
16 le haré gozar de una larga vida
y le haré ver mi salvación".
 
Capítulo 92: Salmo 92 (91)

ALABANZA AL AMOR Y A LA JUSTICIA DE DIOS

1 Salmo. Canto. Para el día sábado.

2 Es bueno dar gracias al Señor,
y cantar, Dios Altísimo, a tu Nombre;
3 proclamar tu amor de madrugada,
y tu fidelidad en las vigilias de la noche,
4 con el arpa de diez cuerdas y la lira,
con música de cítara.

5 Tú me alegras, Señor, con tus acciones,
cantaré jubiloso por la obra de tus manos.

6 ¡Qué grandes son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!

7 El hombre insensato no conoce
y el necio no entiende estas cosas.

8 Si los impíos crecen como la hierba
y florecen los que hacen el mal,
es para ser destruidos eternamente:
9 tú, en cambio, eres el Excelso para siempre.

10 Mira, Señor, cómo perecen tus enemigos
y se dispersan los que hacen el mal.

11 Pero a mí me das la fuerza de un toro salvaje
y me unges con óleo purísimo.

12 Mis ojos han desafiado a mis calumniadores,
mis oídos han escuchado
la derrota de los malvados.

13 El justo florecerá como la palmera,
crecerá como los cedros del Líbano:
14 trasplantado en la Casa del Señor,
florecerá en los atrios de nuestro Dios.

15 En la vejez seguirá dando frutos,
se mantendrá fresco y frondoso,
16 para proclamar qué justo es el Señor,
mi Roca, en quien no existe la maldad.
 
Capítulo 93: Salmo 93 (92)

EL SEÑOR, REY DE LA CREACIÓN

1 ¡Reina el Señor, revestido de majestad!
El Señor se ha revestido,
se ha ceñido de poder.

El mundo está firmemente establecido:
¡no se moverá jamás!

2 Tu trono está firme desde siempre,
tú existes desde la eternidad.

3 Los ríos hacen resonar sus voces, Señor,
los ríos hacen resonar su fragor.

4 Pero más fuerte que las aguas impetuosas,
más fuerte que el oleaje del mar,
es el Señor en las alturas.

5 Tus testimonios, Señor, son dignos de fe,
la santidad embellece tu Casa
a lo largo de los tiempos.
 
Capítulo 94: Salmo 94 (93)

INVOCACIÓN AL DIOS DE JUSTICIA

Apelación al Juicio de Dios

1 ¡Dios vengador de las injusticias,
Señor, Dios justiciero, manifiéstate!

2 ¡Levántate, Juez de la tierra,
dales su merecido a los soberbios!

3 ¿Hasta cuándo triunfarán, Señor,
hasta cuándo triunfarán los malvados?

4 ¿Hasta cuándo hablarán con arrogancia
y se jactarán los malhechores?

5 Ellos pisotean a tu pueblo, Señor,
y oprimen a tu herencia;
6 matan a la viuda y al extranjero,
asesinan a los huérfanos;
7 y exclaman: "El Señor no lo ve,
no se da cuenta el Dios de Jacob".

Afirmación de la justicia de Dios

8 ¡Entiendan, los más necios del pueblo!
y ustedes, insensatos, ¿cuándo recapacitarán?

9 El que hizo el oído, ¿no va a escuchar?
El que formó los ojos, ¿será incapaz de ver?
10 ¿Dejará de castigar el que educa a las naciones
y da a los hombres el conocimiento?

11 ¡El Señor conoce los planes de los hombres
y sabe muy bien que son vanos!

12 Feliz el que es educado por ti, Señor,
aquel a quien instruyes con tu ley,
13 para darle un descanso
después de la adversidad,
mientras se cava una fosa para el malvado.

14 Porque el Señor no abandona a su pueblo
ni deja desamparada a su herencia:
15 la justicia volverá a los tribunales
y los rectos de corazón la seguirán.

Confianza en el triunfo de la justicia

16 ¿Quién se pondrá a mi favor contra los impíos?
¿Quién estará a mi lado contra los malhechores?

17 Si el Señor no me hubiera ayudado,
ya estaría habitando en la región del silencio.

18 Cuando pienso que voy a resbalar,
tu misericordia, Señor, me sostiene;
19 cuando estoy cargado de preocupaciones,
tus consuelos me llenan de alegría.

20 ¿Podrá aliarse contigo un tribunal inicuo,
que comete injusticias en nombre de la ley?
21 Ellos atentan contra la vida de los justos
y condenan a muerte al inocente.

22 Pero el Señor es mi fortaleza,
mi Dios es la Roca en que me refugio:
23 él les devolverá su misma iniquidad
y los destruirá por su malicia.
¡El Señor, nuestro Dios, los destruirá!
 
Capítulo 95: Salmo 95 (94)

LITURGIA PROCESIONAL DE ENTRADA AL SANTUARIO

Invitación a la alabanza

1 ¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor,
aclamemos a la Roca que nos salva!

2 ¡Lleguemos hasta él dándole gracias,
aclamemos con música al Señor!

3 Porque el Señor es un Dios grande,
el soberano de todos los dioses:
4 en su mano están los abismos de la tierra,
y son suyas las cumbres de las montañas;
5 suyo es el mar, porque él lo hizo,
y la tierra firme, que formaron sus manos.

6 ¡Entren, inclinémonos para adorarlo!
¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó!

7 Porque él es nuestro Dios,
y nosotros, el pueblo que él apacienta,
las ovejas conducidas por su mano.

Exhortación a la fidelidad

Ojalá hoy escuchen la voz del Señor:
8 "No endurezcan su corazón como en Meribá,
como en el día de Masá, en el desierto,
9 cuando sus padres me tentaron y provocaron,
aunque habían visto mis obras.

10 Cuarenta años me disgustó esa generación,
hasta que dije:
‘Es un pueblo de corazón extraviado,
que no conoce mis caminos’.

11 Por eso juré en mi indignación:
‘Jamás entrarán en mi Reposo’".
 
Capítulo 96: Salmo 96 (95)

LA GLORIA DEL SEÑOR, REY DEL UNIVERSO

1 Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
2 canten al Señor, bendigan su Nombre,
día tras día, proclamen su victoria.

3 Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.

4 Porque el Señor es grande
y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.

5 Los dioses de los pueblos
no son más que apariencia,
pero el Señor hizo el cielo;
6 en su presencia hay esplendor y majestad,
en su Santuario, poder y hermosura.

7 Aclamen al Señor, familias de los pueblos,
aclamen la gloria y el poder del Señor;
8 aclamen la gloria del nombre del Señor.
Entren en sus atrios trayendo una ofrenda,
9 adoren al Señor al manifestarse su santidad:
¡que toda la tierra tiemble ante él!

10 Digan entre las naciones: "¡El Señor reina!
El mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud".

11 Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
12 regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque.

13 Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad.
 
Capítulo 97: Salmo 97 (96)

LA MANIFESTACIÓN DE LA REALEZA DIVINA

1 ¡El Señor reina! Alégrese la tierra,
regocíjense las islas incontables.

2 Nubes y Tinieblas lo rodean,
la Justicia y el Derecho son
la base de su trono.

3 Un fuego avanza ante él
y abrasa a los enemigos a su paso;
4 sus relámpagos iluminan el mundo;
al verlo, la tierra se estremece.

5 Las montañas se derriten como cera
delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.

6 Los cielos proclaman su justicia
y todos los pueblos contemplan su gloria.

7 Se avergüenzan los que sirven a los ídolos,
los que se glorían en dioses falsos;
todos los dioses se postran ante él.

8 Sión escucha y se llena de alegría,
se regocijan las ciudades de Judá,
a causa de tus juicios, Señor.

9 Porque tú, Señor, eres el Altísimo:
estás por encima de toda la tierra,
mucho más alto que todos los dioses.

10 Tú amas, Señor, a los que odian el mal,
proteges la vida de tus fieles
y los libras del poder de los malvados.

11 Nace la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.

12 Alégrense, justos, en el Señor
y alaben su santo Nombre.
 
Capítulo 98: Salmo 98 (97)

INVITACIÓN A PROCLAMAR LA REALEZA DEL SEÑOR

1 Salmo.
Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.

2 El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
3 se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.

4 Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.

5 Canten al Señor con el arpa
y al son de instrumentos musicales;
6 con clarines y sonidos de trompeta
aclamen al Señor, que es Rey.

7 Resuene el mar y todo lo que hay en él,
el mundo y todos sus habitantes;
8 aplaudan las corrientes del océano,
griten de gozo las montañas al unísono.
9 Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con rectitud.
 
Capítulo 99: Salmo 99 (98)

HIMNO AL SEÑOR, REY JUSTO Y SANTO

La realeza universal del Señor

1 ¡El Señor reina! Tiemblan los pueblos.
Él tiene su trono sobre los querubines:
la tierra vacila.

2 ¡Grande es el Señor en Sión!

3 Él se alza sobre todas las naciones.
Alaben tu Nombre grande y temible.
¡Santo es el Señor!

El Señor, rey de justicia

4 Tú eres el rey poderoso que ama la justicia,
tú has establecido lo que es recto,
tú ejerces sobre Jacob el derecho y la justicia.

5 Glorifiquen al Señor, nuestro Dios,
adórenlo ante el estrado de sus pies.
¡Santo es el Señor!

El Señor, legislador de su Pueblo

6 Moisés y Aarón, entre sus sacerdotes,
y Samuel, entre los que invocaban su Nombre,
clamaban al Señor y él les respondía.

7 Dios les hablaba desde la columna de nube;
ellos observaban sus mandamientos
y los preceptos que les había dado.

8 Señor, nuestro Dios, tú les respondías;
tú eras para ellos un Dios indulgente,
pero te vengabas de sus malas acciones.

9 Glorifiquen al Señor, nuestro Dios,
y adórenlo en su santa Montaña:
el Señor, nuestro Dios, es santo.
 
Capítulo 100: Salmo 100 (99)

HIMNO PROCESIONAL DE ENTRADA AL SANTUARIO

1 Salmo de acción de gracias.
Aclame al Señor toda la tierra,
2 sirvan al Señor con alegría,
lleguen hasta él con cantos jubilosos.

3 Reconozcan que el Señor es Dios:
él nos hizo y a él pertenecemos;
somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

4 Entren por sus puertas dando gracias,
entren en sus atrios con himnos de alabanza,
alaben al Señor y bendigan su Nombre.

5 ¡Qué bueno es el Señor!
Su misericordia permanece para siempre,
y su fidelidad por todas las generaciones.
 
Capítulo 101: Salmo 101 (100)

LAS CUALIDADES DEL BUEN GOBERNANTE

1 De David. Salmo.
Celebraré con un canto la bondad y la justicia:
a ti, Señor, te cantaré;
2 expondré con sensatez el camino perfecto:
¿cuándo vendrás en mi ayuda?
Yo procedo con rectitud de corazón
en los asuntos de mi casa;
3 nunca pongo mis ojos
en cosas infames.
Detesto la conducta de los descarriados
y no los cuento entre mis amigos;
4 la gente falsa se aparta de mí
y nunca apruebo al malvado.

5 Al que difama en secreto a su prójimo
lo hago desaparecer;
al de mirada altiva y corazón soberbio
no lo puedo soportar.

6 Pongo mis ojos en las personas leales
para que estén cerca de mí;
el que va por el camino perfecto
es mi servidor.

7 No habita dentro de mi casa
el hombre traicionero;
la gente mentirosa no puede permanecer
delante de mi vista.

8 Hago desaparecer día tras día
a los malvados del país,
para extirpar de la Ciudad del Señor
a todos los que hacen el mal.
 
Capítulo 102: Salmo 102 (101)

SÚPLICA Y PROMESA DE SALVACIÓN

1 Oración del afligido que, en su angustia, derrama su llanto ante el Señor.

Lamentación de un afligido

2 Señor, escucha mi oración
y llegue a ti mi clamor;
3 no me ocultes tu rostro
en el momento del peligro;
inclina hacia mí tu oído,
respóndeme pronto, cuando te invoco.

4 Porque mis días se disipan como el humo,
y mis huesos arden como brasas;
5 mi corazón se seca, marchitado como la hierba,
¡y hasta me olvido de comer mi pan!

6 Los huesos se me pegan a la piel,
por la violencia de mis gemidos.

7 Me parezco a una lechuza del desierto,
soy como un búho entre las ruinas;
8 estoy desvelado, y me lamento
como un pájaro solitario en el tejado;
9 mis enemigos me insultan sin cesar,
y enfurecidos, me cubren de imprecaciones.

10 Yo como ceniza en vez de pan
y mezclo mi bebida con lágrimas,
11 a causa de tu indignación y tu furor,
porque me alzaste en alto y me arrojaste.

12 Mis días son como sombras que se agrandan,
y me voy secando como la hierba.

13 Pero tú, Señor, reinas para siempre,
y tu Nombre permanece eternamente.

Confianza en la restauración de Jerusalén

14 Tú te levantarás, te compadecerás de Sión,
porque ya es hora de tenerle piedad,
ya ha llegado el momento señalado:
15 tus servidores sienten amor por esas piedras
y se compadecen de esas ruinas.

16 Las naciones temerán tu Nombre, Señor,
y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:
17 cuando el Señor reedifique a Sión
y aparezca glorioso en medio de ella;
18 cuando acepte la oración del desvalido
y no desprecie su plegaria.

El futuro glorioso de Israel

19 Quede esto escrito para el tiempo futuro
y un pueblo renovado alabe al Señor:
20 porque él se inclinó desde su alto Santuario
y miró a la tierra desde el cielo,
21 para escuchar el lamento de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.

29 Los hijos de tus servidores tendrán una morada
y su descendencia estará segura ante ti,
22 para proclamar en Sión el nombre del Señor
y su alabanza en Jerusalén,
23 cuando se reúnan los pueblos y los reinos,
y sirvan todos juntos al Señor.

Reiteración y fundamentación de la súplica

24 Mis fuerzas se debilitaron por el camino
y se abreviaron mis días;
25 pero yo digo: "Dios mío,
no me lleves en la mitad de mi vida,
tú que permaneces para siempre".

26 En tiempos remotos, fundaste la tierra,
y el cielo es obra de tus manos;
27 ellos se acaban, y tú permaneces:
se desgastan lo mismo que la ropa,
los cambias como a un vestido, y ellos pasan.
28 Tú, en cambio, eres siempre el mismo,
y tus años no tienen fin.
 
Capítulo 103: Salmo 103 (102)

HIMNO A LA BONDAD DE DIOS

1 De David.

La misericordia del Señor con sus fieles

Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
2 bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.

3 Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
4 rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura;
5 él colma tu vida de bienes,
y tu juventud se renueva como el águila.
6 El Señor hace obras de justicia
y otorga el derecho a los oprimidos;
7 él mostró sus caminos a Moisés
y sus proezas al pueblo de Israel.

La condescendencia divina hacia la debilidad humana

8 El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
9 no acusa de manera inapelable
ni guarda rencor eternamente;
10 no nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas.

11 Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,
así de inmenso es su amor por los que lo temen;
12 cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados.

13 Como un padre cariñoso con sus hijos,
así es cariñoso el Señor con sus fieles;
14 él conoce de qué estamos hechos,
sabe muy bien que no somos más que polvo.

15 Los días del hombre son como la hierba:
él florece como las flores del campo;
16 las roza el viento, y ya no existen más,
ni el sitio donde estaban las verá otra vez.

17 Pero el amor del Señor permanece para siempre,
y su justicia llega hasta los hijos y los nietos
18 de los que lo temen y observan su alianza,
de los que recuerdan sus preceptos
y los cumplen.

Invitación universal a bendecir al Señor

19 El Señor puso su trono en el cielo,
y su realeza gobierna el universo.

20 ¡Bendigan al Señor, todos sus ángeles,
los fuertes guerreros que cumplen sus órdenes
apenas oyen la voz de su palabra!

21 ¡Bendigan al Señor, todos sus ejércitos,
sus servidores, los que cumplen su voluntad!
22 ¡Bendíganlo todas sus obras,
en todos los lugares donde ejerce su dominio!
¡Bendice al Señor, alma mía!
 
Capítulo 104: Salmo 104 (103)

LA GLORIA DE DIOS EN LA CREACIÓN

El espacio celestial

1 Bendice al Señor, alma mía:
¡Señor, Dios mío, qué grande eres!
Estás vestido de esplendor y majestad
2 y te envuelves con un manto de luz.
Tú extendiste el cielo como un toldo
3 y construiste tu mansión sobre las aguas.
Las nubes te sirven de carruaje
y avanzas en alas del viento.

4 Usas como mensajeros a los vientos,
y a los relámpagos, como ministros.

La tierra y las aguas

5 Afirmaste la tierra sobre sus cimientos:
¡no se moverá jamás!

6 El océano la cubría como un manto,
las aguas tapaban las montañas;
7 pero tú las amenazaste y huyeron,
escaparon ante el fragor de tu trueno.

8 Subieron a las montañas, bajaron por los valles,
hasta el lugar que les habías señalado:
9 les fijaste un límite que no pasarán,
ya no volverán a cubrir la tierra.

Las fuentes y las lluvias

10 Haces brotar fuentes en los valles,
y corren sus aguas por las quebradas.

11 Allí beben los animales del campo,
los asnos salvajes apagan su sed.

12 Las aves del cielo habitan junto a ellas
y hacen oír su canto entre las ramas.

13 Desde lo alto riegas las montañas,
y la tierra se sacia con el fruto de tus obras.

Los frutos de la tierra

14 Haces brotar la hierba para el ganado
y las plantas que el hombre cultiva,
para sacar de la tierra el pan
15 y el vino que alegra el corazón del hombre,
para que él haga brillar su rostro con el aceite
y el pan reconforte su corazón.

16 Se llenan de savia los árboles del Señor,
los cedros del Líbano que él plantó;
17 allí ponen su nido los pájaros,
la cigüeña tiene su casa en los abetos;
18 los altos peñascos son para las cabras,
y en las rocas se refugian los erizos.

El día y la noche

19 Hiciste la luna para medir el tiempo,
señalaste al sol el momento de su ocaso;
20 mandas la oscuridad, y cae la noche:
entonces rondan las fieras de la selva
21 y los cachorros rugen por la presa,
pidiendo a Dios su alimento.

22 Haces brillar el sol y se retiran,
van a echarse en sus guaridas:
23 entonces sale el hombre a trabajar,
a cumplir su jornada hasta la tarde.

24 ¡Qué variadas son tus obras, Señor!
¡Todo lo hiciste con sabiduría,
la tierra está llena de tus criaturas!

El mar y sus habitantes

25 Allí está el mar, grande y dilatado,
donde se agitan, en número incontable,
animales grandes y pequeños.

26 Por él transitan las naves, y ese Leviatán
que tú formaste para jugar con él.

La Providencia universal de Dios

27 Todos esperan de ti
que les des la comida a su tiempo:
28 se la das, y ellos la recogen;
abres tu mano, y quedan saciados.

29 Si escondes tu rostro, se espantan;
si les quitas el aliento,
expiran y vuelven al polvo.

30 Si envías tu aliento, son creados,
y renuevas la superficie de la tierra.

Doxología final

31 ¡Gloria al Señor para siempre,
alégrese el Señor por sus obras!

32 Él mira, y la tierra se estremece;
toca las montañas, y echan humo.

33 Cantaré al Señor toda mi vida;
mientras yo exista, celebraré a mi Dios:
34 que mi canto le sea agradable,
y yo me alegraré en el Señor.

35 Que los pecadores desaparezcan de la tierra
y los malvados ya no existan más.
¡Bendice al Señor, alma mía!
¡Aleluya!
 
Capítulo 105: Salmo 105 (104)

LAS MARAVILLAS DE DIOS EN FAVOR DE SU PUEBLO

Invitación a la alabanza

1 ¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
hagan conocer entre los pueblos sus proezas;
2 canten al Señor con instrumentos musicales,
pregonen todas sus maravillas!

3 ¡Gloríense en su santo Nombre,
alégrense los que buscan al Señor!

4 ¡Recurran al Señor y a su poder,
busquen constantemente su rostro;
5 recuerden las maravillas que él obró,
sus portentos y los juicios de su boca!

Las promesas del Señor a los Patriarcas

6 Descendientes de Abraham, su servidor,
hijos de Jacob, su elegido:
7 el Señor es nuestro Dios,
en toda la tierra rigen sus decretos.

8 Él se acuerda eternamente de su alianza,
de la palabra que dio por mil generaciones,
9 del pacto que selló con Abraham,
del juramento que hizo a Isaac:
10 él lo confirmó como norma para Jacob,
como alianza eterna para Israel,
11 cuando dijo: "Yo te daré la tierra de Canaán,
como porción hereditaria de todos ustedes".

La protección del Señor a sus elegidos

12 Cuando formaban un grupo muy pequeño
y eran extranjeros en aquellas regiones;
13 cuando iban de nación en nación
y pasaban de un reino a otro pueblo,
14 no toleró que nadie los oprimiera,
y castigó a reyes, por amor a ellos:
15 "No toquen a mis ungidos
ni maltraten a mis profetas".

La permanencia de Israel en Egipto

16 Él provocó una gran sequía en el país
y agotó todas las provisiones.

17 Pero antes envió a un hombre,
a José, que fue vendido como esclavo:
18 le ataron los pies con grillos
y el hierro oprimió su garganta,
19 hasta que se cumplió lo que él predijo,
y la palabra del Señor lo acreditó.

20 El rey ordenó que lo soltaran,
el soberano de pueblos lo puso en libertad;
21 lo nombró señor de su palacio
y administrador de todos sus bienes,
22 con pleno poder para instruir a los príncipes
y enseñar sabiduría a los ancianos.

23 Entonces Israel entró en Egipto,
Jacob residió en la tierra de Cam.

24 El Señor hizo a su pueblo muy fecundo,
más fuerte que sus mismos opresores;
25 cambió el corazón de los egipcios,
para que sintieran odio por su pueblo
y trataran con perfidia a sus servidores.

La liberación de Israel

26 Luego envió a Moisés, su servidor,
y a Aarón, que era su elegido;
27 por su intermedio realizó prodigios,
hizo portentos en la tierra de Cam:
28 atrajo las tinieblas, y hubo oscuridad,
pero ellos rechazaron sus palabras.

29 Transformó sus aguas en sangre
e hizo morir a sus peces;
30 el país quedó cubierto de ranas,
hasta en los aposentos del rey;
31 dio una orden y vinieron los insectos,
los mosquitos invadieron el país.

32 Les mandó granizo en vez de lluvia,
y cayeron llamaradas en su tierra;
33 abatió sus higueras y viñedos,
y destrozó los árboles en sus campos;
34 dio una orden, y vinieron langostas
y pulgones en número incontable,
35 que comieron toda la hierba del campo
y devoraron los frutos de la tierra.

36 Hirió de muerte a los primogénitos de aquel país,
a las primicias de todo ser viviente;
37 sacó a su pueblo cargado de oro y plata,
y nadie desfalleció entre sus tribus:
38 los egipcios se alegraron de su partida,
porque los había dominado el terror.

Las maravillas de Dios en el desierto

39 Tendió una nube para que los cubriera,
y envió un fuego para alumbrarlos de noche;
40 pidieron de comer y les mandó codornices,
los sació con pan del cielo;
41 abrió la roca, brotaron las aguas
y corrieron como un río por el desierto.

La posesión de la Tierra prometida

42 Él se acordó de la palabra sagrada,
que había dado a Abraham, su servidor,
43 e hizo salir a su pueblo con alegría,
a sus elegidos, entre cantos de triunfo;
44 les dio las tierras de los paganos,
y ellos heredaron las riquezas de los pueblos,
45 a fin de observar sus mandamientos
y cumplir fielmente sus leyes.
¡Aleluya!.
 
Capítulo 106: Salmo 106 (105)

EL AMOR DE DIOS Y LAS INFIDELIDADES DE SU PUEBLO

1 ¡Aleluya!

Alabanza y súplica inicial

¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!

2 ¿Quién puede hablar de las proezas del Señor
y proclamar todas sus alabanzas?

3 ¡Felices los que proceden con rectitud,
los que practican la justicia en todo tiempo!
4 Acuérdate de mi, Señor,
por el amor que tienes a tu pueblo;
visítame con tu salvación,
5 para que vea la felicidad de tus elegidos,
para que me alegre con la alegría de tu nación
y me gloríe con el pueblo de tu herencia.

Los pecados de Israel junto al Mar Rojo

6 Hemos pecado, igual que nuestros padres;
somos culpables, hicimos el mal:
7 nuestros padres, cuando estaban en Egipto,
no comprendieron tus maravillas;
no recordaron la multitud de tus favores,
y en el Mar Rojo desafiaron al Altísimo.

8 Pero él los salvó por amor de su Nombre,
para poner de manifiesto su poder:
9 increpó al Mar Rojo, y este se secó;
los llevó por los abismos como por un desierto,
10 los salvó de las manos del enemigo,
los rescató del poder del adversario.

11 El agua cubrió a sus opresores,
ni uno solo quedó con vida:
12 entonces creyeron en sus palabras
y cantaron sus alabanzas.

La gula y los celos de Israel en el desierto

13 Pero muy pronto se olvidaron de sus obras,
no tuvieron en cuenta su designio;
14 ardían de avidez en el desierto
y tentaron a Dios en la soledad:
15 entonces, él les dio lo que pedían,
pero hizo que una enfermedad los consumiera.

16 En el campamento tuvieron celos de Moisés,
y de Aarón, el consagrado al Señor;
17 pero se abrió la tierra y devoró a Datán,
se cerró sobre Abirón y sus secuaces:
18 ardió un fuego contra aquella turba,
y las llamas abrasaron a los malvados.

El ternero de oro

19 En Horeb se fabricaron un ternero,
adoraron una estatua de metal fundido:
20 así cambiaron su Gloria
por la imagen de un toro que come pasto.

21 Olvidaron a Dios, que los había salvado
y había hecho prodigios en Egipto,
22 maravillas en la tierra de Cam
y portentos junto al Mar Rojo.

23 El Señor amenazó con destruirlos,
pero Moisés, su elegido,
se mantuvo firme en la brecha
para aplacar su enojo destructor.

Las murmuraciones en el desierto

24 Despreciaron una tierra apetecible,
no creyeron en su palabra;
25 murmuraron dentro de sus carpas
y no escucharon la voz del Señor.

26 Pero él alzó la mano y les juró
que los haría morir en el desierto,
27 que dispersaría a sus descendientes
por los pueblos
y los diseminaría por diversas regiones.

La idolatría y la rebelión

28 Luego se unieron al Baal de Peor
y comieron víctimas ofrecidas a dioses muertos;
29 con esas acciones irritaron al Señor
y cayó sobre ellos una plaga.

30 Pero Pinjás se levantó e hizo justicia,
y entonces cesó la plaga:
31 esto le fue tenido en cuenta a su favor,
por todas las generaciones, para siempre.
32 Irritaron al Señor junto a las aguas de Meribá,
y Moisés sufrió mucho por culpa de ellos,
33 porque lo amargaron profundamente,
y él no supo medir sus palabras.

Las infidelidades en la Tierra prometida

34 No exterminaron a los pueblos
como el Señor les había mandado;
35 se mezclaron con los paganos
e imitaron sus costumbres;
36 rindieron culto a sus ídolos,
que fueron para ellos una trampa.

37 Sacrificaron en honor de los demonios
a sus hijos y a sus hijas;
38 derramaron sangre inocente,
y la tierra quedó profanada.

39 Se mancharon con sus acciones
y se prostituyeron con su mala conducta;
40 por eso el Señor se indignó contra su pueblo
y abominó de su herencia.

41 Los puso en manos de las naciones
y fueron dominados por sus enemigos;
42 sus adversarios los oprimieron
y los sometieron a su poder.

La condescendencia del Señor hacia su Pueblo

43 El Señor los libró muchas veces,
pero ellos se obstinaron en su actitud,
y se hundieron más y más en su maldad.

44 Sin embargo, él miró su aflicción
y escuchó sus lamentos.

45 Se acordó de su alianza en favor de ellos
y se arrepintió por su gran misericordia;
46 hizo que les tuvieran compasión
los que los habían llevado cautivos.

47 Sálvanos, Señor y Dios nuestro;
congréganos de entre las naciones,
para que podamos dar gracias a tu santo Nombre
y gloriarnos de haberte alabado.

* * *

48 ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
desde ahora y para siempre!
Y todo el pueblo diga:
¡Amén! ¡Aleluya!
Capítulo 107: Salmo 107 (106)

LITURGIA DE ACCIÓN DE GRACIAS

Invitación

1 ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!

El retorno de los desterrados

2 Que lo digan los redimidos por el Señor,
los que él rescató del poder del enemigo
3 y congregó de todas las regiones:
del norte y del sur, del oriente y el occidente;
4 los que iban errantes por el desierto solitario,
sin hallar el camino hacia un lugar habitable.

5 Estaban hambrientos, tenían sed
y ya les faltaba el aliento;
6 pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
7 los llevó por el camino recto,
y así llegaron a un lugar habitable.

8 Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres,
9 porque él sació a los que sufrían sed
y colmó de bienes a los hambrientos.

La liberación de los cautivos

10 Estaban en tinieblas, entre sombras de muerte,
encadenados y en la miseria,
11 por haber desafiado las órdenes de Dios
y despreciado el designio del Altísimo.

12 Él los había agobiado con sufrimientos,
sucumbían, y nadie los ayudaba;
13 pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
14 los sacó de las tinieblas y las sombras,
e hizo pedazos sus cadenas.

15 Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres,
16 porque él destrozó las puertas de bronce
y quebró los cerrojos de hierro.

La curación de los enfermos

17 Estaban debilitados y oprimidos,
a causa de sus rebeldías y sus culpas;
18 la comida les daba náuseas,
y ya tocaban las puertas de la muerte.

19 Pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
20 envió su palabra y los sanó,
salvó sus vidas del sepulcro.

21 Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres:
22 ofrézcanle sacrificios de acción de gracias
y proclamen con júbilo sus obras.

La salvación de los navegantes en peligro

23 Los que viajaron en barco por el mar,
para traficar por las aguas inmensas,
24 contemplaron las obras del Señor,
sus maravillas en el océano profundo.

25 Con su palabra desató un vendaval,
que encrespaba las olas del océano:
26 ellos subían hasta el cielo, bajaban al abismo,
se sentían desfallecer por el mareo,
27 se tambaleaban dando tumbos como ebrios,
y su pericia no les valía de nada.

28 Pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
29 cambió el huracán en una brisa suave
y se aplacaron las olas del mar;
30 entonces se alegraron de aquella calma,
y el Señor los condujo al puerto deseado.

31 Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres:
32 aclámenlo en la asamblea del pueblo,
alábenlo en el consejo de los ancianos.

Epílogo hímnico

33 Él hizo de los ríos un desierto
y de los oasis, una tierra estéril;
34 transformó el suelo fértil en una salina,
por la maldad de sus habitantes.

35 Convirtió el desierto en un lago,
y la tierra reseca en un oasis:
36 allí puso a los hambrientos,
y ellos fundaron una ciudad habitable.

37 Sembraron campos y plantaron viñas,
que produjeron frutos en las cosechas;
38 él los bendijo y se multiplicaron,
y no dejó que les faltara el ganado.

39 Cuando eran pocos, y estaban abatidos
por el peso de la desgracia y la aflicción,
40 el que cubre de vergüenza a los príncipes
y los extravía por un desierto sin huellas,
41 levantó a los pobres de la miseria
y multiplicó sus familias como rebaños.

42 Que los justos lo vean y se alegren,
y enmudezcan todos los malvados.

43 El que es sabio, que retenga estas cosas
y comprenda la misericordia del Señor.
 
Capítulo 108: Salmo 108 (107)

PLEGARIA NACIONAL

1 Canto. Salmo de David.

Canto de alabanza y súplica confiada

2 Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar al son de instrumentos:
¡despierta, alma mía!

3 ¡Despierten, arpa y cítara,
para que yo despierte a la aurora!

4 Te alabaré en medio de los pueblos, Señor,
te cantaré entre las naciones,
5 porque tu misericordia se eleva hasta el cielo
y tu fidelidad hasta las nubes.

6 ¡Levántate, Dios, por encima del cielo,
y que tu gloria cubra toda la tierra!

7 ¡Sálvanos con tu poder, respóndenos,
para que se pongan a salvo tus predilectos!

Oráculo divino

8 El Señor habló desde su Santuario:
"Yo repartiré triunfalmente a Siquém
y distribuiré el valle de Sucot.

9 Mío es Galaad, Manasés me pertenece,
Efraím es mi yelmo, mi cetro es Judá.

10 Moab es la vasija donde yo me lavo;
plantaré mis sandalias en Edóm
y cantaré victoria sobre Filistea".

Reiteración de la súplica

11 ¿Quién me llevará hasta la ciudad fortificada,
quién me conducirá hasta Edóm,
12 si tú, Señor, nos has rechazado
y ya no sales con nuestro ejército?

13 Danos tu ayuda contra el adversario,
porque es inútil el auxilio de los hombres.

14 Con Dios alcanzaremos la victoria,
y él aplastará a nuestros enemigos.
 
Capítulo 109: Salmo 109 (108)

APELACIÓN A LA JUSTICIA DE DIOS

1 Del maestro de coro. De David. Salmo.

Lamentación del justo en la persecución
Dios de mi alabanza, no te quedes callado,
2 porque unos hombres malvados y mentirosos
han abierto su boca contra mí.
Me han hablado con mentira en los labios,
3 me han envuelto con palabras de odio,
me combaten sin motivo.

4 Me acusan, a cambio de mi amor,
aunque yo oraba por ellos.

5 Me devuelven mal por bien
y odio por amor, diciendo:
Las imprecaciones de sus enemigos

6 "Que se ponga contra él a un impío,
y tenga un acusador a su derecha;
7 que salga condenado del juicio
y su apelación quede frustrada.

8 Que sean pocos sus días
y que otro ocupe su cargo;
9 que sus hijos queden huérfanos,
y su mujer, viuda.

10 Que sus hijos vayan errantes, pidiendo limosna,
y sean echados de sus casas derruidas;
11 que el acreedor se apodere de sus bienes,
y gente extraña le arrebate sus ganancias.

12 Que ni uno solo le tenga piedad,
y nadie se compadezca de sus huérfanos;
13 que su posteridad sea exterminada,
y en una generación desaparezca su nombre.

14 Que el Señor recuerde la culpa de sus padres,
y no borre el pecado de su madre:
15 que estén siempre delante del Señor,
y él extirpe su recuerdo de la tierra.

16 Porque nunca pensó en practicar la misericordia,
sino que persiguió hasta la muerte
al pobre, al desvalido y al hombre
atribulado.

17 Amó la maldición: que recaiga sobre él;
no quiso la bendición: que se retire de él.
18 Se revistió de la maldición como de un manto:
¡que ella penetre como agua en su interior
y como aceite en sus huesos;
19 que sea como un vestido que lo cubra
y como un cinturón que lo ciña para siempre!".

Réplica y súplica del justo perseguido

20 Que así retribuya el Señor a mis acusadores,
a aquellos que me calumnian.

21 Pero tú, Señor, trátame bien,
por el honor de tu Nombre;
líbrame, por la bondad de tu misericordia.

22 Porque yo soy pobre y miserable,
y mi corazón está traspasado;
23 me desvanezco como sombra que declina,
soy sacudido como la langosta.

24 De tanto ayunar se me doblan las rodillas,
y mi cuerpo está débil y enflaquecido;
25 soy para ellos un ser despreciable:
al verme, mueven la cabeza.

26 Ayúdame, Señor, Dios mío,
sálvame por tu misericordia,
27 para que sepan que aquí está tu mano,
y que tú, Señor, has hecho esto;
28 no importa que ellos maldigan,
con tal que tú me bendigas.
Queden confundidos mis adversarios,
mientras tu servidor se llena de alegría:
29 que mis acusadores se cubran de oprobio,
y la vergüenza los envuelva como un manto.

30 Yo daré gracias al Señor en alta voz,
lo alabaré en medio de la multitud,
31 porque él se puso de parte del pobre,
para salvarlo de sus acusadores.
 
Capítulo 110: Salmo 110 (109)

EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE

1 De David. Salmo.

La realeza del Mesías

Dijo el Señor a mi Señor:
"Siéntate a mi derecha,
mientras yo pongo a tus enemigos
como estrado de tus pies".

2 El Señor extenderá el poder de tu cetro:
"¡Domina desde Sión, en medio de tus enemigos!".

3 "Tú eres príncipe desde tu nacimiento,
con esplendor de santidad;
yo mismo te engendré como rocío,
desde el seno de la aurora".

El sacerdocio del Mesías

4 El Señor lo ha jurado y no se retractará:
"Tú eres sacerdote para siempre,
a la manera de Melquisedec".

Las victorias del Mesías

5 A tu derecha, Señor, él derrotará a los reyes,
en el día de su enojo;
6 juzgará a las naciones, amontonará cadáveres
y aplastará cabezas por toda la tierra.

7 En el camino beberá del torrente,
por eso erguirá su cabeza.
 
Capítulo 111: Salmo 111 (110)

ALABANZA AL SEÑOR, BIENHECHOR DE SU PUEBLO

Este canto de alabanza y acción de gracias celebra la bondad de Dios puesta de manifiesto en sus obras admirables: la liberación de la esclavitud de Egipto (v. 9), el don del maná y de la Tierra prometida (vs. 5-6), la institución de la Alianza (v. 9), y de las Fiestas conmemorativas que debían mantener vivo en Israel el recuerdo de los beneficios recibidos del Señor (v. 4). Las obras del Señor son evocadas mediante breves alusiones, que reflejan la influencia del estilo sapiencial. Esta característica aparece con mayor evidencia aún en el v. 10. Otro de los rasgos que distinguen a este Salmo es la manera particular de emplear el artificio "alfabético".

1 ¡Aleluya!
Alef Doy gracias al Señor de todo corazón,
Bet en la reunión y en la asamblea de los justos.

Guímel 2 Grandes son las obras del Señor:
Dálet los que las aman desean comprenderlas.

He 3 Su obra es esplendor y majestad,
Vau su justicia permanece para siempre.

Zain 4 Él hizo portentos memorables,
Jet el Señor es bondadoso y compasivo.

Tet 5 Proveyó de alimento a sus fieles
Iod y se acuerda eternamente de su alianza.

Caf 6 Manifestó a su pueblo el poder de sus obras,
Lámed dándole la herencia de las naciones.

Mem 7 Las obras de sus manos son verdad y justicia;
Nun todos sus preceptos son indefectibles:
Sámec 8 están afianzados para siempre
Ain y establecidos con lealtad y rectitud.

Pe 9 Él envió la redención a su pueblo,
Sade promulgó su alianza para siempre:
Cof su Nombre es santo y temible.

Res 10 El temor del Señor es el comienzo de la sabiduría:
Sin son prudentes los que lo practican.
Tau ¡El Señor es digno de alabanza eternamente!
 
Capítulo 112: Salmo 112 (111)

ELOGIO DEL HOMBRE JUSTO

Por su forma y su estilo, este Salmo es idéntico al anterior. En cuanto al tema, los dos se corresponden perfectamente: aquel celebra las perfecciones divinas y su obra redentora; este describe la felicidad que proviene de servir a un Dios tan bueno y poderoso.

1 ¡Aleluya!
Alef Feliz el hombre que teme al Señor
Bet y se complace en sus mandamientos.

Guímel 2 Su descendencia será fuerte en la tierra:
Dálet la posteridad de los justos es bendecida.

He 3 En su casa habrá abundancia y riqueza,
Vau su generosidad permanecerá para siempre.

Zain 4 Para los buenos brilla una luz en las tinieblas:
Jet es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo.

Tet 5 Dichoso el que se compadece y da prestado,
Iod y administra sus negocios con rectitud.

Caf 6 El justo no vacilará jamás,
Lámed su recuerdo permanecerá para siempre.

Mem 7 No tendrá que temer malas noticias:
Nun su corazón está firme, confiado en el Señor.

Sámec 8 Su ánimo está seguro, y no temerá,
Ain hasta que vea la derrota de sus enemigos.

Pe 9 Él da abundantemente a los pobres:
Sade su generosidad permanecerá para siempre,
Cof y alzará su frente con dignidad.

Res 10 El malvado, al verlo, se enfurece,
Sin rechinan sus dientes y se consume;
Tau pero la ambición de los malvados se frustrará.
 
Capítulo 113: Salmo 113 (112)

EL AMOR DEL SEÑOR POR LOS HUMILDES

1 ¡Aleluya!
Alaben, servidores del Señor,
alaben el nombre del Señor.

2 Bendito sea el nombre del Señor,
desde ahora y para siempre.

3 Desde la salida del sol hasta su ocaso,
sea alabado el nombre del Señor.

4 El Señor está sobre todas las naciones,
su gloria se eleva sobre el cielo.

5 ¿Quién es como el Señor, nuestro Dios,
que tiene su morada en las alturas,
6 y se inclina para contemplar
el cielo y la tierra?

7 Él levanta del polvo al desvalido,
alza al pobre de su miseria,
8 para hacerlo sentar entre los nobles,
entre los nobles de su pueblo;
9 él honra a la mujer estéril en su hogar,
haciendo de ella una madre feliz.
 
Capítulo 114: Salmo 114 (113 A)

HIMNO PASCUAL

¡Aleluya!
1 Cuando Israel salió de Egipto,
la familia de Jacob, de un pueblo extranjero,
2 Judá se convirtió en su Santuario,
la tierra de Israel fue su dominio.

3 El Mar, al verlos, huyó,
el Jordán se volvió atrás;
4 los montes saltaron como carneros
y las colinas, como corderos.

5 ¿Qué tienes, Mar? ¿Por qué huyes?
Y tú, Jordán, ¿por qué te vuelves atrás?

6 Montes, ¿por qué saltan como carneros,
y ustedes, colinas, como corderos?

7 Tiembla, tierra, delante del Señor,
ante el rostro del Dios de Jacob,
8 el que convierte las rocas en estanques,
y los peñascos en manantiales.
 
Capítulo 115: Salmo 115 (113 B)

HIMNO AL ÚNICO DIOS

El Dios verdadero y los falsos dioses

1 No nos glorifiques a nosotros, Señor:
glorifica solamente a tu Nombre,
por tu amor y tu fidelidad.

2 ¿Por qué han de decir las naciones:
"Dónde está su Dios"?

3 Nuestro Dios está en el cielo y en la tierra,
él hace todo lo que quiere.

4 Los ídolos, en cambio, son plata y oro,
obra de las manos de los hombres.

5 Tienen boca, pero no hablan,
tienen ojos, pero no ven;
6 tienen orejas, pero no oyen,
tienen nariz, pero no huelen.

7 Tienen manos, pero no palpan,
tienen pies, pero no caminan;
ni un solo sonido sale de su garganta.

8 Como ellos serán los que los fabrican,
los que ponen en ellos su confianza.

Exhortación a la confianza en el Señor

9 Pueblo de Israel, confía en el Señor:
él es tu ayuda y tu escudo;
10 familia de Aarón, confía en el Señor:
él es tu ayuda y tu escudo;
11 confíen en el Señor todos los que lo temen:
él es su ayuda y su escudo.

Impetración de las bendiciones divinas

12 Que el Señor se acuerde de nosotros
y nos bendiga:
bendiga al pueblo de Israel,
bendiga a la familia de Aarón,
13 bendiga a los que temen al Señor,
a los pequeños y a los grandes.

14 Que el Señor los multiplique,
a ustedes y a sus hijos;
15 y sean bendecidos por el Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

16 El cielo pertenece al Señor,
y la tierra la entregó a los hombres.

17 Los muertos ya no alaban al Señor,
ni tampoco los que bajaron al sepulcro.

18 Nosotros, los vivientes, bendecimos al Señor,
desde ahora y para siempre.

¡Aleluya!
 
Capítulo 116: Salmo 116 (114-115)

CANTO DE ACCIÓN DE GRACIAS

Evocación de los beneficios recibidos

1 Amo al Señor, porque él escucha
el clamor de mi súplica,
2 porque inclina su oído hacia mí,
cuando yo lo invoco.

3 Los lazos de la muerte me envolvieron,
me alcanzaron las redes del Abismo,
caí en la angustia y la tristeza;
4 entonces invoqué al Señor:
"¡Por favor, sálvame la vida!".

5 El Señor es justo y bondadoso,
nuestro Dios es compasivo;
6 el Señor protege a los sencillos:
yo estaba en la miseria y me salvó.

7 Alma mía, recobra la calma,
porque el Señor ha sido bueno contigo.

8 Él libró mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas y mis pies de la caída.

9 Yo caminaré en la presencia del Señor,
en la tierra de los vivientes.

Gozosa expresión de gratitud

10 Tenía confianza, incluso cuando dije:
"¡Qué grande es mi desgracia!".

11 Yo, que en mi turbación llegué a decir:
"¡Los hombres son todos mentirosos!".

12 ¿Con qué pagaré al Señor
todo el bien que me hizo?

13 Alzaré la copa de la salvación
e invocaré el nombre del Señor.

14 Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo.

15 ¡Qué penosa es para el Señor
la muerte de sus amigos!

16 Yo, Señor, soy tu servidor,
tu servidor, lo mismo que mi madre:
por eso rompiste mis cadenas.

17 Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
e invocaré el nombre del Señor.

18 Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo,
19 en los atrios de la Casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

¡Aleluya!
 
Capítulo 117: Salmo 117 (116)
Himno de alabanza

1 ¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo, todos los pueblos!

2 Porque es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidelidad permanece para siempre.
¡Aleluya!
 
 
Capítulo 118: Salmo 118 (117)

CANTO PROCESIONAL DE ACCIÓN DE GRACIAS

1 ¡Aleluya!

Invitación a la acción de gracias

¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
2 Que lo diga el pueblo de Israel:
¡es eterno su amor!

3 Que lo diga la familia de Aarón:
¡es eterno su amor!

4 Que lo digan los que temen al Señor:
¡es eterno su amor!

Reconocimiento de la ayuda recibida

5 En el peligro invoqué al Señor,
y él me escuchó dándome un alivio.

6 El Señor está conmigo: no temeré;
¿qué podrán hacerme los hombres?

7 El Señor está conmigo y me ayuda:
yo veré derrotados a mis adversarios.

8 Es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres;
9 es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los poderosos.

10 Todos los paganos me rodearon,
pero yo los derroté en el nombre del Señor;
11 me rodearon por todas partes,
pero yo los derroté en el nombre del Señor;
12 me rodearon como avispas,
ardían como fuego en las espinas,
pero yo los derroté en el nombre del Señor.

13 Me empujaron con violencia para derribarme,
pero el Señor vino en mi ayuda.

14 El Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación.

15 Un grito de alegría y de victoria
resuena en las carpas de los justos:
"La mano del Señor hace proezas,
16 la mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas".

17 No, no moriré:
viviré para publicar lo que hizo el Señor.

18 El Señor me castigó duramente,
pero no me entregó a la muerte.

Entrada solemne en el Santuario

19 "Abran las puertas de la justicia
y entraré para dar gracias al Señor".

20 "Esta es la puerta del Señor:
sólo los justos entran por ella".

21 Yo te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

22 La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.

23 Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos.

24 Este es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él.

25 Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad.

26 ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor:
27 el Señor es Dios, y él nos ilumina.

"Ordenen una procesión con ramas frondosas
hasta los ángulos del altar".

28 Tú eres mi Dios, y yo te doy gracias;
Dios mío, yo te glorifico.

29 ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
 
Capítulo 119: Salmo 119 (118)

ELOGIO DE LA LEY DEL SEÑOR

Por su gran extensión y su estructura singular, este Salmo se distingue notablemente de todos los demás. En términos generales, se lo puede definir como una meditación sapiencial sobre las excelencias de la "Ley del Señor". Pero el salmista no expone su pensamiento en un tono impersonal, sino que reitera constantemente sus expresiones de amor y fidelidad a la voluntad divina, y suplica al Señor que le dé nueva luz y lo consuele en las aflicciones de la vida.

El estilo del Salmo resulta monótono, porque repite incansablemente las mismas ideas y las mismas palabras. Con todo, esa insistencia es un elocuente testimonio de auténtica religiosidad, centrada en el amor a la Palabra de Dios, que es fuente de alegría y esperanza.

La felicidad de los que cumplen la Ley del Señor

Alef 1 Felices los que van por un camino intachable,
los que siguen la ley del Señor,
2 Felices los que cumplen sus prescripciones
y lo buscan de todo corazón,
3 los que van por sus caminos,
sin hacer ningún mal.

4 Tú promulgaste tus mandamientos
para que se cumplieran íntegramente.
5 ¡Ojalá yo me mantenga firme
en la observancia de tus preceptos!

6 Así no sentiré vergüenza,
al considerar tus mandamientos.

7 Te alabaré con un corazón recto,
cuando aprenda tus justas decisiones.

8 Quiero cumplir fielmente tus preceptos:
no me abandones del todo.

La Ley de Señor, fuente de rectitud y alegría

Bet 9 ¿Cómo un joven llevará una vida honesta?
Cumpliendo tus palabras.

10 Yo te busco de todo corazón:
no permitas que me aparte de tus mandamientos.

11 Conservo tu palabra en mi corazón,
para no pecar contra ti.

12 Tú eres bendito, Señor:
enséñame tus preceptos.

13 Yo proclamo con mis labios
todos los juicios de tu boca.

14 Me alegro de cumplir tus prescripciones,
más que de todas las riquezas.

15 Meditaré tus leyes
y tendré en cuenta tus caminos.

16 Mi alegría está en tus preceptos:
no me olvidaré de tu palabra.

Súplica para saber estimar la Ley del Señor

Guímel 17 Sé bueno con tu servidor,
para que yo viva y pueda cumplir tu palabra.
18 Abre mis ojos,
para que contemple las maravillas de tu ley.
19 Soy un peregrino en la tierra,
no me ocultes tus mandamientos.

20 Mi alma se consume,
deseando siempre tus decisiones.

21 Tú amenazas a esos malditos arrogantes,
que se desvían de tus mandamientos.

22 Aparta de mí la vergüenza y el desprecio,
porque yo cumplo tus prescripciones.

23 Aunque los poderosos se confabulen contra mí,
yo meditaré tus preceptos.

24 Porque tus prescripciones son todo mi deleite,
y tus preceptos, mis consejeros.

Determinación de obedecer a la Ley del Señor

Dálet 25 Mi alma está postrada en el polvo:
devuélveme la vida conforme a tu palabra.

26 Te expuse mi conducta y tú me escuchaste:
enséñame tus preceptos.

27 Instrúyeme en el camino de tus leyes,
y yo meditaré tus maravillas.

28 Mi alma llora de tristeza:
consuélame con tu palabra.

29 Apártame del camino de la mentira,
y dame la gracia de conocer tu ley.

30 Elegí el camino de la verdad,
puse tus decretos delante de mí.

31 Abracé tus prescripciones:
no me defraudes, Señor.

32 Correré por el camino de tus mandamientos,
porque tú me infundes ánimo.

Deseo de cumplir exactamente la Ley del Señor

He 33 Muéstrame, Señor, el camino de tus preceptos,
y yo los cumpliré a la perfección.

34 Instrúyeme, para que observe tu ley
y la cumpla de todo corazón.

35 Condúceme por la senda de tus mandamientos,
porque en ella tengo puesta mi alegría.

36 Inclina mi corazón hacia tus prescripciones
y no hacia la codicia.

37 Aparta mi vista de las cosas vanas;
vivifícame con tu palabra.

38 Cumple conmigo tu promesa,
la que hiciste a tus fieles.

39 Aparta de mí el oprobio que temo,
porque tus juicios son benignos.

40 Yo deseo tus mandamientos:
vivifícame por tu justicia.

Propósito de dar testimonio de la Ley del Señor

Vau 41 Que llegue hasta mí tu misericordia, Señor,
y tu salvación conforme a tu promesa.

42 Así responderé a los que me insultan,
porque confío en tu palabra.

43 No quites de mi boca la palabra verdadera,
porque puse mi esperanza en tus juicios.

44 Yo cumpliré fielmente tu ley:
lo haré siempre, eternamente.

45 Y caminaré por un camino espacioso,
porque busco tus preceptos.

46 Hablaré de tus prescripciones delante de los reyes,
y no quedaré confundido.

47 Me deleitaré en tus mandamientos,
que yo amo tanto.

48 Elevaré mis manos hacia tus mandamientos
y meditaré en tus preceptos.

La Ley del Señor, fuente de consuelo

Zain 49 Acuérdate de la palabra que me diste,
con la que alentaste mi esperanza.

50 Lo que me consuela en la aflicción
es que tu palabra me da la vida.

51 Los orgullosos se burlan de mí como quieren,
pero yo no me desvío de tu ley.

52 Me acuerdo, Señor, de tus antiguos juicios,
y eso me sirve de consuelo.

53 Me lleno de indignación ante los pecadores,
ante los que abandonan tu ley.

54 Tus preceptos son para mí como canciones,
mientras vivo en el destierro.

55 Por la noche, Señor, me acuerdo de tu Nombre,
y quiero cumplir tu ley.

56 Esto me ha sucedido
porque he observado tus mandamientos.

Firme adhesión a la Ley del Señor

Jet 57 El Señor es mi herencia:
yo he decidido cumplir tus palabras.

58 Procuro de todo corazón que me mires con bondad;
ten piedad de mí, conforme a tu promesa.

59 Examino atentamente mis caminos,
y dirijo mis pasos hacia tus prescripciones.

60 Me apresuro, sin titubear,
a cumplir tus mandamientos.

61 Los lazos de los malvados me rodean,
pero yo no me olvido de tu ley.

62 Me levanto a medianoche
para alabarte por tus justas decisiones.

63 Soy amigo de todos tus fieles,
de los que cumplen tus leyes.

64 La tierra, Señor, está llena de tu amor;
enséñame tus preceptos.

La Ley del Señor, fuente de sabiduría en la aflicción

Tet 65 Tú fuiste bueno con tu servidor,
de acuerdo con tu palabra, Señor.

66 Enséñame la discreción y la sabiduría,
porque confío en tus mandamientos.

67 Antes de ser afligido, estaba descarriado;
pero ahora cumplo tu palabra.

68 Tú eres bueno y haces el bien:
enséñame tus mandamientos.

69 Los orgullosos traman engaños contra mí:
pero yo observo tus preceptos.

70 Ellos tienen el corazón endurecido,
yo, en cambio, me regocijo en tu ley.

71 Me hizo bien sufrir la humillación,
porque así aprendí tus preceptos.

72 Para mí vale más la ley de tus labios
que todo el oro y la plata.

La Ley del Señor, motivo de esperanza

Iod 73 Tus manos me hicieron y me formaron;
instrúyeme, para que aprenda tus mandamientos.

74 Tus fieles verán con alegría
que puse mi esperanza en tu palabra.

75 Yo sé que tus juicios son justos, Señor,
y que me has humillado con razón.

76 Que tu misericordia me consuele,
de acuerdo con la promesa que me hiciste.

77 Que llegue hasta mí tu compasión, y viviré,
porque tu ley es toda mi alegría.

78 Que se avergüencen los orgullosos,
porque me afligen sin motivo;
yo, en cambio, meditaré tus preceptos.

79 Que se vuelvan hacia mí tus fieles;
los que tienen en cuenta tus prescripciones.

80 Que mi corazón cumpla íntegramente tus preceptos,
para que yo no quede confundido.

Fidelidad a la Ley del Señor en la persecución

Caf 81 Mi alma se consume por tu salvación;
yo espero en tu palabra.

82 Mis ojos se consumen por tu palabra,
¿cuándo me consolarás?

83 Aunque estoy como un odre resecado por el humo,
no me olvido de tus preceptos.

84 ¿Cuántos serán los días de mi vida?
¿Cuándo juzgarás a mis perseguidores?

85 Los orgullosos me cavan fosas,
oponiéndose a tu ley.

86 Todos tus mandamientos son verdaderos;
ayúdame, porque me persiguen sin motivo.

87 Por poco me hacen desaparecer de la tierra;
pero yo no abandono tus preceptos.

88 Vivifícame por tu misericordia,
y cumpliré tus prescripciones.

La estabilidad de la Ley del Señor

Lámed 89 Tu palabra, Señor, permanece para siempre,
está firme en el cielo.

90 Tu verdad permanece por todas las generaciones;
tú afirmaste la tierra y ella subsiste.

91 Todo subsiste hasta hoy conforme a tus decretos,
porque todas las cosas te están sometidas.

92 Si tu ley no fuera mi alegría,
ya hubiera sucumbido en mi aflicción.

93 Nunca me olvidaré de tus preceptos:
por medio de ellos, me has dado la vida.

94 Sálvame, porque yo te pertenezco
y busco tus preceptos.

95 Los malvados están al acecho para perderme,
pero yo estoy atento a tus prescripciones.

96 He comprobado que toda perfección es
limitada:
¡qué amplios, en cambio, son tus mandamientos!

El amor por la Ley del Señor

Mem 97 ¡Cuánto amo tu ley,
todo el día la medito!

98 Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos,
porque siempre me acompañan.

99 Soy más prudente que todos mis maestros,
porque siempre medito tus prescripciones.

100 Soy más inteligente que los ancianos,
porque observo tus preceptos.

101 Yo aparto mis pies del mal camino,
para cumplir tu palabra.

102 No me separo de tus juicios,
porque eres tú el que me enseñas.

103 ¡Qué dulce es tu palabra para mi boca,
es más dulce que la miel!

104 Tus preceptos me hacen comprender:
por eso aborrezco el camino de la mentira.

La Ley del Señor, luz y guía de la vida

Nun 105 Tu palabra es una lámpara para mis pasos,
y una luz en mi camino.

106 Hice el juramento –y lo sostengo–
de cumplir tus justas decisiones.

107 Estoy muy afligido, Señor:
vivifícame, conforme a tu palabra.

108 Acepta, Señor, las ofrendas de mis labios,
y enséñame tus decisiones.

109 Mi vida está en constante peligro,
pero yo no me olvido de tu ley.

110 Los pecadores me tienden una trampa,
pero yo no me aparto de tus preceptos.

111 Tus prescripciones son mi herencia para siempre,
porque alegran mi corazón.

112 Estoy decidido a cumplir tus preceptos,
siempre y a la perfección.

Repudio de los que no cumplen la Ley del Señor

Sámec 113 Detesto la doblez del corazón
y amo tu ley,
114 Tú eres mi amparo y mi escudo:
yo espero en tu palabra.

115 Que los malvados se aparten de mí:
yo cumpliré los mandamientos de mi Dios.

116 Sé mi sostén conforme a tu promesa, y viviré:
que mi esperanza no quede defraudada.

117 Dame tu apoyo y seré salvado,
y fijaré la mirada en tus preceptos.

118 Tú abandonas a los que se desvían de tus preceptos,
porque todo lo que piensan es mentira.

119 Tú eliminas como escoria a los impíos,
por eso amo tus prescripciones.

120 Mi carne se estremece de temor por ti,
y respeto tus decisiones.

Nueva profesión de fidelidad a la Ley del Señor

Ain 121 He obrado conforme al derecho y a la justicia:
no me entregues a mis opresores.

122 Otorga una garantía a mi favor,
para que no me opriman los orgullosos.

123 Mis ojos se consumen por tu salvación
y por tu promesa de justicia.

124 Trátame conforme a tu bondad,
y enséñame tus preceptos.

125 Yo soy tu servidor: instrúyeme,
y así conoceré tus prescripciones.

126 Ha llegado, Señor, el tiempo de obrar;
han quebrantado tu ley.

127 Por eso amo tus mandamientos
y los prefiero al oro más fino.

128 Por eso me guío por tus preceptos
y aborrezco todo camino engañoso.

Ardiente deseo de observar la Ley del Señor

Pe 129 Tus prescripciones son admirables:
por eso las observo.

130 La explicación de tu palabra ilumina
y da inteligencia al ignorante.

131 Abro mi boca y aspiro hondamente,
porque anhelo tus mandamientos.

132 Vuelve tu rostro y ten piedad de mí;
es justo que lo hagas con los que aman tu Nombre.

133 Afirma mis pasos conforme a tu palabra,
para que no me domine la maldad.

134 Líbrame de la opresión de los hombres,
y cumpliré tus mandamientos.

135 Que brille sobre mí la luz de tu rostro,
y enséñame tus preceptos.

136 Ríos de lágrimas brotaron de mis ojos,
porque no se cumple tu ley.

La justicia de la Ley del Señor

Sade 137 Tú eres justo, Señor,
y tus juicios son rectos.

138 Tú impones tus prescripciones con justicia
y con absoluta lealtad.

139 El celo me consume,
porque mis adversarios olvidan tu palabra.
140 Tu palabra está bien acrisolada,
y por eso la amo.

141 Soy pequeño y despreciable,
pero no olvido tus preceptos.

142 Tu justicia es eterna
y tu ley es la verdad.

143 Cuando me asalta la angustia y la opresión,
tus mandamientos son toda mi alegría.

144 La justicia de tus prescripciones es eterna;
instrúyeme y viviré.

Constancia en la meditación de la Ley del Señor

Cof 145 Yo clamo de todo corazón: escúchame, Señor,
y observaré tus preceptos.

146 Clamo a ti: sálvame,
y cumpliré tus prescripciones.

147 Me anticipo a la aurora para implorar tu ayuda;
yo espero en tu palabra.

148 Mis ojos se anticipan a las vigilias de la noche,
para meditar tus enseñanzas.

149 Por tu amor, oye mi voz, Señor;
vivifícame por tu justicia.

150 Se acercan a mí los que me persiguen con perfidia,
los que están alejados de tu ley.

151 Pero tú estás cerca, Señor,
y todos tus mandamientos son verdaderos.

152 Yo sé desde hace mucho tiempo
que tú afirmaste para siempre tus prescripciones.

La fidelidad a la Ley del Señor, fuente de salvación

Res 153 Mira mi aflicción y líbrame,
porque no me olvido de tu ley.

154 Defiende mi causa y sálvame;
vivifícame, conforme a tu promesa.

155 La salvación está lejos de los impíos,
porque no buscan tus preceptos.

156 Tu compasión es muy grande, Señor;
vivifícame por tu justicia.

157 Son muchos los que me persiguen y me oprimen,
pero yo no me desvié de tus prescripciones.

158 Veo a los pecadores y siento indignación,
porque no cumplen tu palabra.

159 Mira, Señor, que yo amo tus preceptos:
vivifícame por tu amor.

160 Lo primordial de tu palabra es la verdad,
y tus justos juicios permanecen para siempre.

La Ley del Señor, fuente de paz y seguridad

Sin 161 Los poderosos me persiguen sin motivo,
pero yo temo únicamente tu palabra.

162 Yo me alegro en tu promesa,
como quien logra un gran botín.

163 Odio y aborrezco la mentira;
en cambio, amo tu ley.

164 Te bendigo muchas veces al día,
porque tus juicios son justos.

165 Los que aman tu ley gozan de una gran paz,
nada los hace tropezar.

166 Yo espero tu salvación, Señor,
y cumplo tus mandamientos.

167 Mi alma observa tus prescripciones,
y las ama intensamente.

168 Yo observo tus mandamientos y tus prescripciones,
porque tú conoces todos mis caminos.

Anhelo final de cumplir la Ley del Señor

Tau 169 Que mi clamor se acerque a ti, Señor:
instrúyeme conforme a tu palabra.

170 Que mi plegaria llegue a tu presencia:
líbrame, conforme a tu promesa.

171 Que mis labios expresen tu alabanza,
porque me has enseñado tus preceptos.

172 Que mi lengua se haga eco de tu promesa,
porque todos tus mandamientos son justos.

173 Que tu mano venga en mi ayuda,
porque yo elegí tus preceptos.

174 Yo ansío tu salvación, Señor,
y tu ley es toda mi alegría.

175 Que yo viva y pueda alabarte,
y que tu justicia venga en mi ayuda.

176 Ando errante como una oveja perdida:
ven a buscar a tu servidor.
Yo nunca olvido tus mandamientos.
 
Capítulo 120: Salmo 120 (119)

SÚPLICA DEL QUE SUFRE LA TRAICIÓN Y LA MENTIRA

1 Canto de peregrinación
En mi aflicción invoqué al Señor ,
y él me respondió.

2 ¡Líbrame, Señor, de los labios mentirosos
y de la lengua traicionera.

3 ¿Con qué te castigará el Señor,
lengua traicionera?

4 Con flechas afiladas de guerrero
y con brasas de retama.

5 ¡Ay de mí, que estoy desterrado en Mésec,
y vivo en los campamentos de Quedar!

6 Mucho tiempo he convivido
con los que odian la paz.

7 Cuando yo hablo de paz,
ellos declaran la guerra.
 
Capítulo 121: Salmo 121 (120)

EL SEÑOR, GUARDIÁN DE SU PUEBLO

1 Canto de peregrinación.
Levanto mis ojos a las montañas:
¿de dónde me vendrá la ayuda?

2 La ayuda me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

3 Él no dejará que resbale tu pie:
¡tu guardián no duerme!

4 No, no duerme ni dormita
él guardián de Israel.

5 El Señor es tu guardián,
es la sombra protectora a tu derecha:
6 de día, no te dañará el sol,
ni la luna de noche.

7 El Señor te protegerá de todo mal
y cuidará tu vida.

8 Él te protegerá en la partida y el regreso,
ahora y para siempre.
 
Capítulo 122: Salmo 122 (121)

CANTO DE ALABANZA A JERUSALÉN

1 Canto de peregrinación. De David.
¡Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la Casa del Señor"!

2 Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén.

3 Jerusalén, que fuiste construida
como ciudad bien compacta y armoniosa.

4 Allí suben las tribus,
las tribus del Señor
–según es norma en Israel–
para celebrar el nombre del Señor.

5 Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David.

6 Auguren la paz a Jerusalén:
"¡Vivan seguros los que te aman!

7 ¡Haya paz en tus muros
y seguridad en tus palacios!".

8 Por amor a mis hermanos y amigos,
diré: "La paz esté contigo".

9 Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios,
buscaré tu felicidad.
 
Capítulo 123: Salmo 123 (122)

ORACIÓN CONFIADA EN MEDIO DE LA HOSTILIDAD

1 Canto de peregrinación.
Levanto mis ojos hacia ti,
que habitas en el cielo.

2 Como los ojos de los servidores
están fijos en las manos de su señor,
y los ojos de la servidora
en las manos de su dueña:
así miran nuestros ojos al Señor, nuestro Dios,
hasta que se apiade de nosotros.

3 ¡Ten piedad, Señor,
ten piedad de nosotros,
porque estamos hartos de desprecios!

4 Nuestra alma está saturada
de la burla de los arrogantes,
del desprecio de los orgullosos.
 
Capítulo 124: Salmo 124 (123)

ACCIÓN DE GRACIAS POR LA LIBERACIÓN

1 Canto de peregrinación. De David.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
– que lo diga Israel –
2 si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando los hombres se alzaron contra nosotros,
3 nos habrían devorado vivos.

Cuando ardió su furor contra nosotros,
4 las aguas nos habrían inundado,
un torrente nos habría sumergido,
5 nos habrían sumergido las aguas turbulentas.

6 ¡Bendito sea el Señor, que no nos entregó
como presa de sus dientes!

7 Nuestra vida se salvó como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y nosotros escapamos.

8 Nuestra ayuda está en el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
 
Capítulo 125: Salmo 125 (124)

LA SEGURIDAD DE LOS QUE CONFÍAN EN EL SEÑOR
1 Canto de peregrinación.
Los que confían en el Señor
son como el monte Sión,
que permanece inconmovible para siempre.

2 Jerusalén está rodeada de montañas:
así rodea el Señor a su pueblo,
desde ahora y para siempre.

3 No permanecerá el cetro de los malvados
sobre la herencia de los justos;
no sea que también los justos
inclinen sus manos a la maldad.

4 Colma de bienes, Señor, a los buenos
y a los rectos de corazón.

5 ¡Que el Señor haga ir con los malvados
a los que se desvían por caminos tortuosos!
¡Paz a Israel!
 
Capítulo 126: Salmo 126 (125)
ORACIÓN DE LOS REPATRIADOS

1 Canto de peregrinación.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía que soñábamos:
2 nuestra boca se llenó de risas
y nuestros labios, de canciones.
Hasta los mismos paganos decían:
"¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!".

3 ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
y estamos rebosantes de alegría!

4 ¡Cambia, Señor, nuestra suerte
como los torrentes del Négueb!

5 Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones.

6 El sembrador va llorando
cuando esparce la semilla,
pero vuelve cantando
cuando trae las gavillas.
 
 
Capítulo 127: Salmo 127 (126)

LA PROVIDENCIA DE DIOS

1 Canto de peregrinación. De Salomón.
Si el Señor no edifica la casa,
en vano trabajan los albañiles;
si el Señor no custodia la ciudad,
en vano vigila el centinela.

2 Es inútil que ustedes madruguen;
es inútil que velen hasta muy tarde
y se desvivan por ganar el pan:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

3 Los hijos son un regalo del Señor,
el fruto del vientre es una recompensa;
4 como flechas en la mano de un guerrero
son los hijos de la juventud.

5 ¡Feliz el hombre
que llena con ellos su aljaba!
No será humillado al discutir con sus enemigos
en la puerta de la ciudad.
 
Capítulo 128: Salmo 128 (127)

LA BENDICIÓN DE LOS JUSTOS

1 Canto de peregrinación.
¡Feliz el que teme al Señor
y sigue sus caminos!

2 Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y todo te irá bien.

3 Tu esposa será como una vid fecunda
en el seno de tu hogar;
tus hijos, como retoños de olivo
alrededor de tu mesa.

4 ¡Así será bendecido
el hombre que teme al Señor!

5 ¡Que el Señor te bendiga desde Sión
todos los días de tu vida:
que contemples la paz de Jerusalén
6 y veas a los hijos de tus hijos!
¡Paz a Israel!
 
Capítulo 129: Salmo 129 (128)
EL SEÑOR, DEFENSOR INVENCIBLE DE SU PUEBLO

1 Canto de peregrinación.
¡Cuánto me han asediado desde mi juventud
–que lo diga Israel–
2 cuánto me han asediado desde mi juventud,
pero no pudieron contra mí!

3 Clavaron un arado en mis espaldas
y abrieron largos surcos.
4 Pero el Señor, que es justo,
rompió el yugo de los impíos.

5 ¡Retrocedan llenos de vergüenza
todos los que aborrecen a Sión:
6 sean como la hierba de los techos,
que se seca antes de ser arrancada!

7 Con ella, el segador no llena su mano,
ni cubre su pecho el que ata las gavillas.
8 Y nadie comenta al pasar:
"El Señor los ha bendecido".
Descienda sobre ustedes nuestra bendición,
en el nombre del Señor.
 
 
Capítulo 130: Salmo 130 (129)

LA ESPERANZA DEL PERDÓN

1 Canto de peregrinación.
Desde lo más profundo te invoco, Señor.

2 ¡Señor, oye mi voz!
Estén tus oídos atentos
al clamor de mi plegaria.

3 Si tienes en cuenta las culpas, Señor,
¿quién podrá subsistir?

4 Pero en ti se encuentra el perdón,
para que seas temido.

5 Mi alma espera en el Señor,
y yo confío en su palabra.

6 Mi alma espera al Señor,
más que el centinela la aurora.
Como el centinela espera la aurora,
7 espere Israel al Señor,
porque en él se encuentra la misericordia
y la redención en abundancia:
8 él redimirá a Israel
de todos sus pecados.
 
Capítulo 131: Salmo 131 (130)

LA INFANCIA ESPIRITUAL
1 Canto de peregrinación. De David.
Mi corazón no se ha ensoberbecido, Señor,
ni mis ojos se han vuelto altaneros.
No he pretendido grandes cosas
ni he tenido aspiraciones desmedidas.

2 No, yo aplaco y modero mis deseos:
como un niño tranquilo en brazos de su madre,
así está mi alma dentro de mí.

3 Espere Israel en el Señor,
desde ahora y para siempre.
 
Capítulo 132: Salmo 132 (131)

LITURGIA PROCESIONAL DEL ARCA DE LA ALIANZA

1 Canto de peregrinación.

Súplica en favor de David
Acuérdate, Señor, en favor de David,
de todos sus desvelos,
2 del juramento que prestó al Señor,
del voto que hizo al Fuerte de Jacob:
3 "No entraré bajo el techo de mi casa
ni me acostaré en mi propio lecho;
4 no daré descanso a mis ojos
ni reposo a mis párpados,
5 hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una Morada para el Fuerte de Jacob".

Traslado del Arca al Santuario de Sión

6 Sí, oímos hablar del Arca en Efratá,
y la encontramos en los campos de Jaar.

7 ¡Entremos en su Morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies!
8 ¡Levántate, Señor,
entra en el lugar de tu Reposo,
tú y tu Arca poderosa!
9 Que tus sacerdotes se revistan de justicia
y tus fieles griten de alegría.

10 Por amor a David, tu servidor,
no rechaces a tu Ungido.

La promesa del Señor a David

11 El Señor hizo un juramento a David,
una firme promesa, de la que no se retractará:
"Yo pondré sobre tu trono
a uno de tus descendientes.

12 Si tus descendientes observan mi alianza
y los preceptos que yo les enseñaré,
también se sentarán sus hijos
en tu trono para siempre".

13 Porque el Señor eligió a Sión,
y la deseó para que fuera su Morada.

14 "Este es mi Reposo para siempre;
aquí habitaré, porque lo he deseado.

15 Yo lo bendeciré con abundantes provisiones,
y saciaré de pan a sus pobres;
16 revestiré a los sacerdotes con la salvación,
y sus fieles gritarán de alegría.

17 Allí haré germinar el poder de David:
yo preparé una lámpara para mi Ungido.

18 Cubriré de vergüenza a sus enemigos,
y su insignia real florecerá sobre él".
 
Capítulo 133: Salmo 133 (132)

EL GOZO DE LA UNIÓN FRATERNAL

1 Canto de peregrinación. De David.
¡Qué bueno y agradable
es que los hermanos vivan unidos!

2 Es como el óleo perfumado sobre la cabeza,
que desciende por la barba
–la barba de Aarón–
hasta el borde de sus vestiduras.

3 Es como el rocío del Hermón
que cae sobre las montañas de Sión.
Allí el Señor da su bendición,
la vida para siempre.
 
Capítulo 134: Salmo 134 (133)
ALABANZA NOCTURNA

1 Canto de peregrinación.
Bendigan al Señor,
ustedes, que son sus servidores,
los que pasan en la Casa del Señor
las horas de la noche.

2 Eleven las manos al Santuario
y bendigan al Señor.

3 El Señor que hizo el cielo y la tierra
los bendiga desde Sión.
 
 
Capítulo 135: Salmo 135 (134)

ACCIÓN DE GRACIAS

POR LOS BENEFICIOS DE DIOS

1 ¡Aleluya!

Invitación a la alabanza
Alaben el nombre del Señor,
alábenlo, servidores del Señor,
2 los que están en la Casa del Señor,
en los atrios del Templo de nuestro Dios.

3 Alaben al Señor, porque es bueno,
canten a su Nombre, porque es amable;
4 porque el Señor eligió a Jacob,
a Israel, para que fuera su posesión.

Las obras del Señor en la naturaleza

5 Sí, yo sé que el Señor es grande,
nuestro Dios está sobre todos los dioses.

6 El Señor hace todo lo que quiere
en el cielo y en la tierra,
en el mar y en los océanos.

7 Levanta las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos provoca la lluvia,
saca a los vientos de sus depósitos.

Las obras del Señor en favor de su Pueblo

8 Él hirió a los primogénitos de Egipto,
tanto a los hombres como a los animales:
9 realizó señales y prodigios
–en medio de ti, Egipto–
contra el Faraón y todos sus ministros.

10 Derrotó a muchas naciones
y mató a reyes poderosos:
11 a Sijón, rey de los amorreos,
a Og, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.

12 Y dio sus territorios en herencia,
en herencia a su pueblo, Israel.

13 Tu Nombre, Señor, permanece para siempre,
y tu recuerdo, por todas las generaciones:
14 porque el Señor defiende a su pueblo
y se compadece de sus servidores.

Reprobación de la idolatría

15 Los ídolos de las naciones son plata y oro,
obra de las manos de los hombres:
16 tienen boca, pero no hablan;
tienen ojos, pero no ven;
17 tienen orejas, pero no oyen,
y no hay aliento en su boca.

18 ¡Que sean como ellos los que los fabrican,
y también los que confían en ellos!

Doxología final

19 Pueblo de Israel, bendice al Señor;
familia de Aarón, bendice al Señor;
20 familia de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendigan al Señor.

21 ¡Bendito sea el Señor desde Sión,
el que habita en Jerusalén!
¡Aleluya!
 
Capítulo 136: Salmo 136 (135)

CANTO PASCUAL DE ACCIÓN DE GRACIAS POR LAS MARAVILLAS DE DIOS

¡Aleluya!

Invitación

1 ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!

2 ¡Den gracias al Dios de los dioses,
porque es eterno su amor!

3 ¡Den gracias al Señor de los señores,
porque es eterno su amor!

Las obras de Dios en la Creación

4 Al único que hace maravillas,
¡porque es eterno su amor!

5 al que hizo los cielos sabiamente,
¡porque es eterno su amor!

6 al que afirmó la tierra sobre las aguas,
¡porque es eterno su amor!

7 Al que hizo los grandes astros,
¡porque es eterno su amor!

8 el sol, para gobernar el día,
¡porque es eterno su amor!

9 la luna y las estrellas para gobernar la noche,
¡porque es eterno su amor!

Las maravillas de Dios en favor de su Pueblo

10 Al que hirió a los primogénitos de Egipto,
¡porque es eterno su amor!

11 y sacó de allí a su pueblo,
¡porque es eterno su amor!

12 con mano fuerte y brazo poderoso,
¡porque es eterno su amor!

13 Al que abrió en dos partes el Mar Rojo,
¡porque es eterno su amor!

14 al que hizo pasar por el medio a Israel,
¡porque es eterno su amor!

15 y hundió en el Mar Rojo
al Faraón con sus tropas,
¡porque es eterno su amor!

16 Al que guió a su pueblo por el desierto,
¡porque es eterno su amor!

17 al que derrotó a reyes poderosos,
¡porque es eterno su amor!

18 y dio muerte a reyes temibles,
¡porque es eterno su amor!

19 a Sijón, rey de los amorreos,
¡porque es eterno su amor!

20 y a Og, rey de Basán,
¡porque es eterno su amor!

21 Al que dio sus territorios en herencia,
¡porque es eterno su amor!

22 en herencia a Israel, su servidor,
¡porque es eterno su amor!

23 al que en nuestra humillación
se acordó de nosotros,
¡porque es eterno su amor!

24 y nos libró de nuestros opresores,
¡porque es eterno su amor!

La Providencia universal de Dios

25 Al que da el alimento a todos los vivientes,
¡porque es eterno su amor!

26 ¡Den gracias al Señor del cielo,
porque es eterno su amor!
 
Capítulo 137: Salmo 137 (136)

LAMENTACIÓN DE LOS ISRAELITAS EN EL EXILIO

Nostalgia de Jerusalén

1 Junto a los ríos de Babilonia,
nos sentábamos a llorar,
acordándonos de Sión.

2 En los sauces de las orillas
teníamos colgadas nuestras cítaras.

3 Allí nuestros carceleros
nos pedían cantos,
y nuestros opresores, alegría:
"¡Canten para nosotros un canto de Sión!".

4 ¿Cómo podíamos cantar un canto del Señor
en tierra extranjera?

5 Si me olvidara de ti, Jerusalén,
que se paralice mi mano derecha;
6 que la lengua se me pegue al paladar
si no me acordara de ti,
si no pusiera a Jerusalén
por encima de todas mis alegrías.

Imprecación contra los enemigos de Israel

7 Recuerda, Señor, contra los edomitas,
el día de Jerusalén,
cuando ellos decían: "¡Arrásenla!
¡Arrasen hasta sus cimientos!".

8 ¡Ciudad de Babilonia, la devastadora,
feliz el que te devuelva el mal que nos hiciste!

9 ¡Feliz el que tome a tus hijos
y los estrelle contra las rocas!
 
Capítulo 138: Salmo 138 (137)

ACCIÓN DE GRACIAS POR EL CUMPLIMIENTO DE
LAS PROMESAS DE DIOS

1 De David.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
te cantaré en presencia de los ángeles.
2 Me postraré ante tu santo Templo,
y daré gracias a tu Nombre
por tu amor y tu fidelidad,
porque tu promesa ha superado tu renombre.

3 Me respondiste cada vez que te invoqué
y aumentaste la fuerza de mi alma.

4 Que los reyes de la tierra te bendigan
al oír las palabras de tu boca,
5 y canten los designios del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.

6 El Señor está en las alturas,
pero se fija en el humilde
y reconoce al orgulloso desde lejos.

7 Si camino entre peligros, me conservas la vida,
extiendes tu mano contra el furor de mi enemigo,
y tu derecha me salva.

8 El Señor lo hará todo por mí.
Tu amor es eterno, Señor,
¡no abandones la obra de tus manos!
 
Capítulo 139: Salmo 139 (138)

LA OMNIPRESENCIA DE DIOS

1 Del maestro de coro. De David. Salmo.

Reconocimiento de la insondable sabiduría de Dios

Señor, tú me sondeas y me conoces,
2 tú sabes si me siento o me levanto;
de lejos percibes lo que pienso,
3 te das cuenta si camino o si descanso,
y todos mis pasos te son familiares.

4 Antes que la palabra esté en mi lengua,
tú, Señor, la conoces plenamente;
5 me rodeas por detrás y por delante
y tienes puesta tu mano sobre mí;
6 una ciencia tan admirable me sobrepasa:
es tan alta que no puedo alcanzarla.

7 ¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu?
¿A dónde huiré de tu presencia?

8 Si subo al cielo, allí estás tú;
si me tiendo en el Abismo, estás presente.
9 Si tomara las alas de la aurora
y fuera a habitar en los confines del mar,
10 también allí me llevaría tu mano
y me sostendría tu derecha.

11 Si dijera: "¡Que me cubran las tinieblas
y la luz sea como la noche a mi alrededor!",
12 las tinieblas no serían oscuras para ti
y la noche sería clara como el día.

13 Tú creaste mis entrañas,
me plasmaste en el seno de mi madre:
14 te doy gracias porque fui formado
de manera tan admirable.
¡Qué maravillosas son tus obras!
Tú conocías hasta el fondo de mi alma
15 y nada de mi ser se te ocultaba,
cuando yo era formado en lo secreto,
cuando era tejido en lo profundo de la tierra.

16 Tus ojos ya veían mis acciones,
todas ellas estaban en tu Libro;
mis días estaban escritos y señalados,
antes que uno solo de ellos existiera.

17 ¡Qué difíciles son para mí tus designios!
¡Y qué inmenso, Dios mío, es el conjunto de ellos!

18 Si me pongo a contarlos, son más que la arena;
y si terminara de hacerlo,
aún entonces seguiría a tu lado.

Profesión de inocencia frente a los malvados

19 ¡Ojalá, Dios mío, hicieras morir a los malvados
y se apartaran de mí los hombres sanguinarios,
20 esos que hablan de ti con perfidia
y en vano se rebelan contra ti!

21 ¿Acaso yo no odio a los que te odian
y aborrezco a los que te desprecian?

22 Yo los detesto implacablemente,
y son para mí verdaderos enemigos.

23 Sondéame, Dios mío, y penetra mi interior;
examíname y conoce lo que pienso;
24 observa si estoy en un camino falso
y llévame por el camino eterno.
 
Capítulo 140: Salmo 140 (139)

SÚPLICA E IMPRECACIÓN CONTRA LOS DIFAMADORES

1 Del maestro de coro. Salmo de David.

2 Líbrame, Señor, de la gente malvada,
protégeme de los hombres violentos,
3 de los que sólo piensan en hacer el mal
y provocan discordias todo el día.

4 Ellos afilan su lengua como serpientes,
en sus labios hay veneno de víboras.

Pausa

5 Defiéndeme, Señor, de las manos del impío,
protégeme de los hombres violentos,
de los que intentan hacerme tropezar
y han tendido una red ante mis pies:
6 los prepotentes me han ocultado trampas y lazos,
me han puesto asechanzas al borde del camino.
Pausa
7 Pero yo digo al Señor: "Tú eres mi Dios":
escucha, Señor, el clamor de mi súplica;
8 Señor, mi Señor, mi ayuda poderosa,
recubre mi cabeza en el momento del combate.

9 No satisfagas los deseos del malvado
ni dejes que se cumplan sus proyectos;
10 que no levanten cabeza los que me asedian,
y su maledicencia los envuelva.

Pausa

11 Que se acumulen sobre ellos
carbones encendidos,
que caigan en lo profundo y no puedan levantarse.

12 Que los difamadores no estén seguros en la tierra,
y la desgracia persiga a muerte al violento.
13 Yo sé que el Señor hace justicia a los humildes
y defiende los derechos de los pobres.

14 Sí, los justos darán gracias a tu Nombre
y los buenos vivirán en tu presencia.
 
Capítulo 141: Salmos 141 (140)
PLEGARIA CONTRA LAS SEDUCCIONES DEL MAL

1 Salmo de David.

Yo te invoco, Señor, ven pronto en mi ayuda:
escucha mi voz cuando te llamo;
2 que mi oración suba hasta ti como el incienso,
y mis manos en alto, como la ofrenda de la tarde.

3 Coloca, Señor, un guardián en mi boca
y un centinela a la puerta de mis labios;
4 no dejes que mi corazón se incline a la maldad,
o a cometer delitos con hombres perversos.
¡No, nunca gustaré de sus manjares!

5 Que el justo me golpee como amigo y me corrija,
pero que el óleo del malvado no perfume mi cabeza:
yo seguiré oponiendo mi oración a sus maldades.

6 Sus príncipes cayeron despeñados,
esos que se complacían en oírme decir:
7 "Como una piedra de molino hecha pedazos
están esparcidos nuestros huesos
ante las fauces del Abismo".

8 Pero mis ojos, Señor, están fijos en ti:
en ti confío, no me dejes indefenso.

9 Protégeme del lazo que me han tendido
y de las trampas de los que hacen el mal.

10 ¡Caigan los malvados en sus propias redes,
mientras yo paso sin hacerme daño!
 
 
Capítulo 142: Salmo 142 (141)

ORACIÓN DE UN AFLIGIDO

1 Poema de David. Cuando estaba en la cueva. Oración.

2 Invocaré al Señor con toda mi voz,
con toda mi voz suplicaré al Señor;
3 expondré mi queja ante él,
expresaré mi angustia en su presencia.

4 Ya se me acaba el aliento,
pero tú conoces mi camino:
en la senda por donde voy
me han ocultado una trampa.

5 Miro a la derecha, observo,
y no hay nadie que se ocupe de mí;
ya no tengo dónde refugiarme,
nadie se interesa por mi vida.

6 Por eso clamo a ti, Señor,
y te digo: "Tú eres mi refugio,
mi herencia en la tierra de los vivientes".

7 Atiende a mi clamor,
porque estoy en la miseria;
líbrame de mis perseguidores,
porque son más fuertes que yo.

8 Sácame de la prisión,
y daré gracias a tu Nombre:
porque los justos esperan
que me concedas tu favor.
 
Capítulo 143: Salmo 143 (142)

HUMILDE APELACIÓN A LA FIDELIDAD Y A LA JUSTICIA DE DIOS

1 Salmo de David.
Señor, escucha mi oración,
atiende a mi plegaria;
respóndeme, por tu fidelidad y tu justicia.

2 No llames a juicio a tu servidor,
porque ningún ser viviente es justo en tu presencia.

3 El enemigo me persiguió a muerte,
aplastó mi vida contra el suelo;
me introdujo en las tinieblas,
como a los muertos de hace muchos años.

4 El aliento se extingue en mi interior,
mi corazón desfallece en mi pecho.

5 Me acuerdo de los tiempos pasados,
medito todas tus acciones;
considero la obra de tus manos
6 y extiendo mis brazos hacia ti:
suspiro por ti como tierra reseca.

Pausa

7 Respóndeme en seguida, Señor,
porque estoy sin aliento.
No me ocultes tu rostro,
para que yo no sea como los que bajan a la fosa.

8 Que yo experimente tu amor por la mañana,
porque confío en ti;
indícame el camino que debo seguir,
porque a ti elevo mi alma.

9 Líbrame, Señor, de mis enemigos,
porque me refugio en ti;
10 enséñame a hacer tu voluntad,
porque tú eres mi Dios.
Que tu espíritu bondadoso me conduzca
por una tierra llana.

11 Por amor de tu Nombre, Señor,
consérvame la vida.
Por tu justicia, sácame del peligro;
12 por tu fidelidad, destruye a mi enemigo;
aniquila a mis opresores,
porque yo soy tu servidor.
 
Capítulo 144: Salmo 144 (143)

ORACIÓN POR LA VICTORIA Y LA PROSPERIDAD

1 De David.

Afirmación del poder de Dios

Bendito sea el Señor, mi Roca,
el que adiestra mis brazos para el combate
y mis manos para la lucha.

2 Él es mi bienhechor y mi fortaleza,
mi baluarte y mi libertador;
él es el escudo con que me resguardo,
y el que somete los pueblos a mis pies.

3 Señor, ¿qué es el hombre para que tú lo cuides,
y el ser humano, para que pienses en él?

4 El hombre es semejante a un soplo,
y sus días son como una sombra fugaz.

Súplica por la victoria nacional

5 Inclina tu cielo, Señor, y desciende;
toca las montañas para que arrojen humo.

6 Lanza un rayo y dispersa a tus enemigos,
dispara tus flechas, y confúndelos.

7 Extiende tu mano desde lo alto,
y líbrame de las aguas caudalosas;
sálvame del poder de los extranjeros,
8 que dicen mentiras con la boca
y tienen las manos llenas de traición.

9 Dios mío, yo quiero cantarte un canto nuevo
y tocar para ti con el arpa de diez cuerdas,
10 porque tú das la victoria a los reyes
y libras a David, tu servidor.
Líbrame de la espada maligna,
11 sálvame del poder de los extranjeros,
que dicen mentiras con la boca
y tienen las manos llenas de traición.

Súplica por la prosperidad de la nación

12 Que nuestros hijos sean como plantas,
florecientes en plena juventud;
que nuestras hijas se asemejen a columnas,
esculpidas como las de un palacio.

13 Que nuestros graneros estén repletos
con productos de todas las especies;
que nuestros rebaños se reproduzcan a millares
en todas nuestras praderas.

14 Que nuestros bueyes estén bien cargados,
que no haya brechas ni aberturas en los muros
ni gritos de angustia en nuestras plazas.

15 ¡Feliz el pueblo que tiene todo esto,
feliz el pueblo cuyo Dios es el Señor!
 
Capítulo 145: Salmo 145 (144)

Salmo 145 (144) HIMNO DE ALABANZA A DIOS

Este himno celebra las grandes obras del Señor (vs. 4-7), que lo manifiestan como Rey justo y poderoso, a la vez que bondadoso y lleno de misericordia hacia todas sus criaturas. La estructura "alfabética" del Salmo hace que las ideas se yuxtapongan bastante libremente, sin una conexión lógica demasiado aparente.

1 Himno de David.

La grandeza de Dios en sus acciones

Alef Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey,
y bendeciré tu Nombre eternamente;
Bet 2 día tras día te bendeciré,
y alabaré tu Nombre sin cesar.

Guímel 3 ¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza:
su grandeza es insondable!

Dálet 4 Cada generación celebra tus acciones
y le anuncia a las otras tus portentos:
He 5 ellas hablan del esplendor de tu gloria,
y yo también cantaré tus maravillas.

Vau 6 Ellas publican tus tremendos prodigios
y narran tus grandes proezas;
Zain 7 divulgan el recuerdo de tu inmensa bondad
y cantan alegres por tu victoria.

Jet 8 El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
Tet 9 el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas.

Iod 10 Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
Caf 11 que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder.

Lámed 12 Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
Mem 13 tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre.

La bondad de Dios hacia sus criaturas

Nun El Señor es fiel en todas sus palabras
y bondadoso en todas sus acciones.

Sámec 14 El Señor sostiene a los que caen
y endereza a los que están encorvados.

Ain 15 Los ojos de todos esperan en ti,
y tú les das la comida a su tiempo;
Pe 16 abres tu mano y colmas de favores
a todos los vivientes.

Sade 17 El Señor es justo en todos sus caminos
y bondadoso en todas sus acciones;
Cof 18 está cerca de aquellos que lo invocan,
de aquellos que lo invocan de verdad.

Res 19 El Señor cumple los deseos de sus fieles,
escucha su clamor y les da la salvación;
Sin 20 el Señor protege a todos sus amigos
y destruye a los malvados.

Tau 21 Mi boca proclamará la alabanza del Señor:
que todos los vivientes bendigan su santo Nombre,
desde ahora y para siempre.
 
Capítulo 146: Salmo 146 (145)

Alabanza a dios, defensor de los oprimidos

1 ¡Aleluya!
¡Alaba al Señor, alma mía!

2 Alabaré al Señor toda mi vida;
mientras yo exista, cantaré al Señor.

3 No confíen en los poderosos,
en simples mortales, que no pueden salvar:
4 cuando expiran, vuelven al polvo,
y entonces se esfuman sus proyectos.

5 Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob
y pone su esperanza en el Señor, su Dios:
6 él hizo el cielo y la tierra,
el mar y todo lo que hay en ellos.

Él mantiene su fidelidad para siempre,
7 hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos.

El Señor libera a los cautivos,
8 abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados.

9 El Señor protege a los extranjeros
y sustenta al huérfano y a la viuda;
8c el Señor ama a los justos
y entorpece el camino de los malvados.

10 El Señor reina eternamente,
reina tu Dios, Sión,
a lo largo de las generaciones.
 
Capítulo 147: Salmo 147 (146-147)

¡Aleluya!

HIMNO DE ALABANZA A DIOS, PROTECTOR DE SU PUEBLO

¡Aleluya!

El Señor, protector de los humildes

1 ¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios,
qué agradable y merecida es su alabanza!

2 El Señor reconstruye a Jerusalén
y congrega a los dispersos de Israel;
3 sana a los que están afligidos
y les venda las heridas.

4 Él cuenta el número de las estrellas
y llama a cada una por su nombre:
5 nuestro Señor es grande y poderoso,
su inteligencia no tiene medida.

6 El Señor eleva a los oprimidos
y humilla a los malvados hasta el polvo.

La Providencia universal de Dios

7 Respondan al Señor dándole gracias,
toquen la cítara para nuestro Dios.

8 El Señor cubre el cielo de nubes
y provee de lluvia a la tierra;
hace brotar la hierba en las montañas
y las plantas para provecho del hombre;
9 dispensa su alimento al ganado,
y a los pichones de cuervo que claman a él.

10 No le agrada el vigor de los caballos
ni valora los músculos del hombre:
11 el Señor ama a los que lo temen
y a los que esperan en su misericordia.

La eficacia de la Palabra de Dios

12 ¡Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión!

13 Él reforzó los cerrojos de tus puertas
y bendijo a tus hijos dentro de ti;
14 él asegura la paz en tus fronteras
y te sacia con lo mejor del trigo.

15 Envía su mensaje a la tierra,
su palabra corre velozmente;
16 reparte la nieve como lana
y esparce la escarcha como ceniza.

17 Él arroja su hielo como migas,
y las aguas se congelan por el frío;
18 da una orden y se derriten,
hace soplar su viento y corren las aguas.

19 Revela su palabra a Jacob,
sus preceptos y mandatos a Israel:
20 a ningún otro pueblo trató así
ni le dio a conocer sus mandamientos.

¡Aleluya!
 
Capítulo 148: Salmo 148

ALABANZA UNIVERSAL

1 ¡Aleluya!
Alaben al Señor desde el cielo,
alábenlo en las alturas;
2 alábenlo, todos sus ángeles,
alábenlo, todos sus ejércitos.

3 Alábenlo, sol y luna,
alábenlo, astros luminosos;
4 alábenlo, espacios celestiales
y aguas que están sobre el cielo.

5 Alaben el nombre del Señor,
porque él lo ordenó, y fueron creados;
6 él los afianzó para siempre,
estableciendo una ley que no pasará.

7 Alaben al Señor desde la tierra,
los cetáceos y los abismos del mar;
8 el rayo, el granizo, la nieve, la bruma,
y el viento huracanado
que obedece a sus órdenes.

9 Las montañas y todas las colinas,
los árboles frutales y todos los cedros;
10 las fieras y los animales domésticos,
los reptiles y los pájaros alados.

11 Los reyes de la tierra y todas las naciones,
los príncipes y los gobernantes de la tierra;
12 los ancianos, los jóvenes y los niños,
13 alaben el nombre del Señor.
Porque sólo su Nombre es sublime;
su majestad está sobre el cielo y la tierra,
14 y él exalta la fuerza de su pueblo.
¡A él, la alabanza de todos sus fieles,
y de Israel, el pueblo de sus amigos!

¡Aleluya!
 
Capítulo 149: Salmo 149

ALABANZA A DIOS POR EL TRIUNFO DE SU PUEBLO

1 ¡Aleluya!
Canten al Señor un canto nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
2 que Israel se alegre por su Creador
y los hijos de Sión se regocijen por su Rey.

3 Celebren su Nombre con danzas,
cántenle con el tambor y la cítara,
4 porque el Señor tiene predilección por su pueblo
y corona con el triunfo a los humildes.

5 Que los fieles se alegren por su gloria
y canten jubilosos en sus fiestas.

6 Glorifiquen a Dios con sus gargantas
y empuñen la espada de dos filos:
7 para tomar venganza de los pueblos
y castigar a las naciones;
8 para atar con cadenas a sus reyes,
y con grillos de hierro a sus jefes.

9 Así se les aplicará la sentencia dictada:
esta es la victoria de todos tus fieles.

¡Aleluya!
 
Capítulo 150: Salmo 150

SINFONÍA DE ALABANZA A DIOS

1 ¡Aleluya!
Alaben a Dios en su Santuario,
alábenlo en su poderoso firmamento;
2 Alábenlo por sus grandes proezas,
alábenlo por su inmensa grandeza.

3 Alábenlo con toques de trompeta,
alábenlo con el arpa y la cítara;
4 alábenlo con tambores y danzas,
alábenlo con laudes y flautas.

5 Alábenlo con platillos sonoros,
alábenlo con platillos vibrantes,
6 ¡Que todos los seres vivientes
alaben al Señor!

¡Aleluya!